Clara Campoamor, Victoria Kent y Margarita Nelken forman parte de una genealogía de mujeres que cuestionaba abiertamente el reglamento homosocial de la "normalidad" nacional, desvelando el tejido cultural que forma a la mujer para un "no ser" necesario en un sistema reproductivo heterosexual. Cuestionando, con su ejemplo, que se confiera al sexo la categoría causal de la experiencia.

Su tiempo histórico conforma una época en que la erosión de la identidad colonizadora (seminal y viril) del hombre español es amenazada también desde el interior por la intencionalidad expansiva de la subjetividad femenina, reclamando su lugar en lo público, hasta el momento vedado a su deseo.

Estas mujeres son las inductoras de tal cometido, en un apostolado que las conduce a usurpar los terrenos públicos del discurso de las manos de sus "legítimos" dueños "históricos": la religión, desde el púlpito, y la intelectualidad más o menos laica, desde el púlpito que le proporcionó la imprenta.

Su masculina actuación puede ser interpretada desde la perspectiva de los movimientos intersex y transgénero o la teoría Queer de nuestro siglo que exponen cómo el performance de los roles normativos atribuidos a un cuerpo contribuyen a la reproducción misma del género.