An edition of Cuentos abominables (1991)

Cuentos abominables

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Last edited by Alberto JIMÉNEZ URE
September 5, 2014 | History
An edition of Cuentos abominables (1991)

Cuentos abominables

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Sobre Cuentos Abominables
(Dos ediciones: Universidad de Los Andes, 1991/Universidad de Costa Rica, 2002)

Por José Jesús VILLA PELAYO

«Cuando se dice que un escritor está de moda, se quiere dar a entender que lo admiran los que tienen menos de treinta años» (George ORWELL)
Dentro del mundo de la más extraña ironía, que nos recuerda el mundo del absurdo y de su nihilismo, de su desesperación en el mundo y de su negar del Hombre, los relatos de este libro se hilan tramados bajo idénticos mecanismos formales, como en un ciclo de apariencia interminable.
El título es, per se, revelador: ya de una paradoja o de una infamia. Nacido en el mundo del absurdo, creado «ex nihilo» de la ausencia o de la más sensible de todas las ironías o sus formas, los Cuentos Abominables de JIMÉNEZ URE recrean todas las sinrazones y las alegorías encontradas o jamás verosímiles o inexistentes. Algunos de sus temas recurrentes podrían ser enumerados a la manera de la más sencilla taxonomía. Pero, se resumen en la muerte o la ironía ligada a la muerte o cierto tipo de muerte.
En un mundo en el que el «nihil» deviene en el «nihil de lo abominable», en lo vacuo de lo abominable –nihil en si, siempre nihil- Cuentos Abominables reproduce o recrea este universo de vagas resonancias. Es imposible negar, sin embargo, en ningún caso, la sapiencia escritural, la casi magra, escéptica y no menos grata y extraordinaria prosa de JIMÉNEZ URE: la concisión del lenguaje, la, en extremo, pensada (o sopesada) medida del verbo, de la palabra hecha escritura.
A partir de un cuidado verdaderamente excesivo, pero jamás estéril, del lenguaje, lo narrativo en este libro se convierte, sufre la metamorfosis de lo grato, de lo grave, de lo oportuno y de lo diestro. Los relatos parecen emerger los unos de los otros, no se enfrentan, no parecen golpearse o acumularse, como pertenecer a dos lienzos distintos. Los escenarios, empero, no parecen existir, con escasas excepciones quizá nacidas por la también consciente intención de diluir lo que se narra en lo narrado: o en la narración y de ignorar (premeditada ignorancia) la descripción, la pintura o el telón de fondo. La concisión del lenguaje nos recuerda a Anais NIN o Patrick SUSKIND. Pero, tal vez sea, precisamente, cuando un relato informa lo que nos dice (y en ocasiones insinúa aun a la manera o bajo la forma del encubrimiento de la anécdota) lo que, en definitiva, lo haga importante, verdaderamente importante. Y los relatos se desplazan, viven así, en este tránsito.
II
Es evidente que se ha creado un gusto por lo mórbido e, incluso, una estética de lo mórbido: de lo alucinantemente más detenido en el delirio de lo absurdo. Las Metamorfosis de Ovidio, en la Antigüedad, son tan elocuentes –pero no tan determinantes de esta estética y de este gusto- como Ubu rol (El Rey UBU) de Marcel SCHWOB y todas las formas de la literatura y del arte expresionista. IONESCO, SARTRE o CAMUS, verbigracia, no han sido más espectadores o continuadores de esta tradición: la de la inexactitud del mundo, la del sinsentido de una sociedad con no menos sentido, en el teatro y la novela francesa del Siglo XX.
A través de ciertas formas escriturales que, bien podría decirse, semejan poesía, como se advierte, por ejemplo, en algún relato de Edgar Alan POE: lo inverosímil, lo no posible, lo enterrado en el sueño de la imaginación, de esa imaginación que sucede en lo «mórbido», en lo que, por naturaleza, «abominamos», se revela o se esconde en este lenguaje parco, extrañamente parco, casi solitario de JIMÉNEZ URE. En la tradición de la escritura de lo inverosímil, todo el absurdo se mezcla aquí, asomando el mundo de lo tardío, de lo obstinadamente irreal y, en ocasiones, alucinante. Un mundo que nos recuerda, incluso, el otro también complejo (o complicado) y no menos cruel de William FAULKNER en algunos de sus libros. A GARCÍA MÁRQUEZ, en sus pasajes tal vez menos concretos, menos cercanos a la realidad y más ausentes, o, si se quiere, extraña ambigüedad, presentes en «lo imaginario» o, más bien, ahí en lo fantástico.

III
He leído alguna vez relatos como éstos, verdaderamente abominables (la palabra «abominable» viene del Latín «abominabilis», y significa «digno de ser abominado») Cuentos Abominables, libro de relatos de Alberto JIMÉNEZ URE, precisa un muy genuino mundo mórbido –morbidez adrede- en la conciencia de quien intenta sorprender o, si se quiere, seducir con la sorpresa de cuanto resulta fantástico, verdaderamente fantástico. El lector, ese interlocutor anhelado a veces y menospreciado otras, recibe o entiende, aquí, las resonancias mismas de una sociedad en perfecto estado de delirio, en perfecto estado de alteración.
En el relato «Macrocéfalo» puede leerse: «[…] De improviso, el malformado volteó hacia mí y me observó diabólicamente. En este momento, recordé mi propia infancia: el estilo como solía (yo) examinar a quienes se aproximaban a mí con intenciones de besarme o tocarme […]» (p. 18)
Sus títulos resultan tan elocuentes como reveladores. Verdadera figuración de la enfermedad (pathos) y de la fisura de lo anómalo, las visiones alucinantes de los relatos, de los argumentos extraídos de la profundidad del sueño desconcertante, simulan algún fragmento de un lienzo surrealista. En «El Sicario» se lee: «[…] Lya Ballesteros leyó el aviso –publicado en el diario Ultimas Noticias- que decía: si Ud. desea morir y no quiere flagelarse por cobardía o prejuicios religiosos, solicite mi ayuda. Escriba al Señor Sicario, Apartado Postal No 96. Mérida, 5101, Venezuela. Garantizo total confidencialidad […]». Sicario, del Latín «sicarius», significa «asesino asalariado» y, entre los latinos, «hombre cruel».
En ocasiones, en el universo del sinsentido, se cristaliza en el de la no salida, verbigracia, en el relato «El Maquetista»; o en el de la evasión y el olvido de sí, como en «El Curandero»: «[…] Impresionado, Dacosta agradeció la confianza e invitación de Buenaventura. Necesitaba algo superior, desinhibirse, evadirse auténticamente […]» (p. 29) Un libro, en todo caso, digno de ser leído y analizado con singular detenimiento.

(En la Revista Imagen, No. 100-88, Caracas, 1992)

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Cover of: Cuentos abominables
Cuentos abominables
2002, Editorial de la Universidad de Costa Rica
in Spanish - 1. ed.
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Cuentos abominables
1991, UNIVERSIDAD DE LOS ANDES

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Book Details


Table of Contents

Sobre Cuentos Abominables de JIMÉNEZ URE
Por Pedro RANGEL MORA
En ocasiones, me pregunto cómo -en medio de una sucesión de hechos que parecen conducir a Venezuela a su desmembramiento- pueden los escritores de ese país aislarse: separarse intelectualmente de tan «inefable» cotidianidad para construir sus «mundos» y ofrecernos sus «frutos»; probablemente las crisis sean «caldos de cultivo» idóneos para la creatividad. El Consejo de Publicaciones de la Universidad de Los Andes editó, recientemente (Mérida, Octubre de 1991) el libro «Abominables» de Alberto JIMÉNEZ URE: y cuyo título parece más bien nombrar el escenario político venezolano de hoy día. Pero: no es de política el libro que analizamos, sino de cuentos «macabros»
Doce textos, en el estricto sentido de la palabra, componen el volumen. JIMÉNEZ URE, al contrario de lo que se manifiesta en las últimas tendencias literarias que se desligan de los géneros, respeta las «normas de composición» del cuento, con buenos resultados gracias a una singular manera de narrar que vale la pena destacar. Con un lenguaje «inmediato», «efectivo», donde mucho importa la «historia», el autor cuenta con desenfado y frescura, sin crear ambientes atroces para influenciar al lector, dejando que sean las propias palabras -individualmente- sus significados, las que, como dardos precisos, golpeen y den la connotación macabra antes mencionada. Los personajes («bebé lechuza», «bebé lagarto», «nalgas pirañas», «macrocéfalo parricida», «sicario», «curandero», «policías», «decapitado», «francotirador», «prostituta», «onanista», «ahorcado», entre otros, cerrando con el «autor») no son transformados en monstruos y víctimas que aportillan la tranquilidad del lector, como en los cuentos de terror típicos; por el contrario, nos queda la sensación de que son títeres manejados diestramente, instrumentos indispensables para la construcción de las anécdotas de las ficciones desprovistas de «tensiones» y «suspensos» -prescindibles para las metas-, donde lo principal, lo que nos conmueve, son los acontecimientos siempre «terribles» (sucesos a los que están condenados los personajes en la puesta en escena) que se tornan sorpresivamente «fulminantes» en los desenlaces.
«Mutaciones», «asesinatos sangrientos», «monstruos», «zoofilia», «descuartizamiento», «suicidio», son los temas protagónicos de las fábulas de «Abominables» que, basadas en el salto metafísico, temas filosóficos (escasos, si revisamos otros libros del autor) y la sorpresa, trasladan nos trasladan al extraño «universo literario» de JIMÉNEZ URE: a sus modismos (máquina de rodamiento, próceres impresos venezolanos, Autopista de la Catequesis, Pablado de Alcaloides, etc.) y a una imaginación que hurga en las «convenciones burguesas», sin pautas morales -o contra ellas-, transformando en cotidianidad (he aquí el eje sobre el cual reside el interés de las tramas) hechos que -en la realidad- transgredirían la línea a la sombra, a cosmos en ocasiones imposibles, sin que la experiencia de la lectura deje de ser placentera por la truculencia de los temas, pues nunca dudamos del carácter de juegos y ficciones de las historias.
Pluma certera, JIMÉNEZ URE -quizá uno de los francotiradores más activos entre los escritores venezolanos (en la guerra civil verbal que atraviesa el país)- dispara en sus cuentos su diatriba contra los personajes: contra el propio autor, y, probablemente, contra los lectores desprevenidos -léase castos-, por lo que habría que abordar el libro -lo que recomiendo- con una pistola en la cintura (¿dispararía también contra los críticos?. Por suerte, el autor de este comentario se encuentra a siete mil kilómetros de distancia). Para concluir, me siento en el deber de «disparar contra el pianista», afirmando, que los cuentos insertos en «Abominables» -si bien no guardan relación directa- están a tono con la «truculenta» realidad nacional venezolana.

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OL25619474M

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September 5, 2014 Edited by Alberto JIMÉNEZ URE Edited without comment.
September 5, 2014 Edited by Alberto JIMÉNEZ URE Added new cover
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