La sociedad altamente tecnificada en que vivimos se caracteriza por dos rasgos fundamentales: una gigantesca acumulación del saber y una profunda división del trabajo. Para satisfacer sus ansias de bienestar el hombre ha tenido que utilizar hasta el máximo su inteligencia; ésta le ha permitido conocer la realidad que le circunda, y de la que forma parte integrante, para luego poder transformarla en su propio beneficio; la honda transformación del mundo, a que hoy nos es permitido asistir, ha sido posible gracias a la división del trabajo o especialización profesional, cuyos peligros de deshumanización vienen siendo puestos de manifiesto desde hace muchos años.
Ambos fenómenos, gigantesco incremento del saber humano y especialización radical, impiden que un solo hombre sea capaz de abarcar la totalidad de los conocimientos de nuestra época. Por otra parte, cada vez resulta más difícil desenvolverse en el seno de la sociedad que nos rodea sin conocer su estructura esencial y los infinitos aspectos y detalles que la constituyen. La compleja sociedad en que vivimos es comparable a una gigantesca ciudad, en la cual nos resulta prácticamente imposible movernos sin consultar a cada paso el plano que nos informe del sitio en que nos hallamos y de la situación del lugar adonde nos dirigimos. Imaginémonos por un momento la desorientación en que se hallaría un aldeano al visitar por primera vez una gran urbe moderna, o que en esta desapareciesen como por encanto los planos e indicaciones que sirven de orientación y guía. Algo similar le ocurriría al hombre actual si para desenvolverse en el mundo sólo pudiera valerse de sus conocimientos y experiencia personales. Constantemente tenemos que acudir al familiar, al amigo, al compañero de trabajo, al médico, al abogado, al ingeniero, etc. para obtener alguna información que necesitamos. Pero en muchas ocasiones el recurso a otras personas resulta ineficaz, bien por su ausencia, bien por sus naturales limitaciones. En muchas ocasiones es el libro de consulta el que nos da la respuesta que buscamos. A él acudimos cuando lo tenemos a nuestro alcance. Pero los libros adolecen también de la natural limitación derivada de la especialización que trasciende a toda la sociedad moderna. Para tener en forma de libro la respuesta adecuada a la multiplicidad de interrogantes que en todo momento nos asedian sería preciso disponer de una biblioteca de infinitos volúmenes. Para solucionar este problema han surgido las obras enciclopédicas alfabéticamente estructuradas, suma y compendio de todos los conocimientos acumulados por la humanidad a lo largo de los siglos.
Selecciones del Reader's Digest, en su afán de dar cumplida satisfacción a las necesidades de orden cultural de nuestra sociedad, pone a disposición del público de habla española una obra que permita a cuantos la utilicen, desde el intelectual hasta el trabajador manual, hallar fácil y rápidamente la respuesta adecuada a la infinidad de interrogantes que cada día les asedian, tanto en su quehacer profesional como en su vida familiar. Los 12 sustanciosos tomos del Diccionario Enciclopédico Ilustrado, que ahora tenemos la satisfacción de ofrecer al público, son el resultado de una larga y concienzuda labor llevada a cabo por un conjunto de especialistas en las más dispares ramas del saber, que han acertado a recoger, seleccionar y plasmar en breves artículos los conocimientos más importantes que la humanidad ha ido acumulando a lo largo de su historia. Por la exposición que más adelante hacemos de los criterios orientadores seguidos en la redacción de los diversos temas que abarca este Diccionario podrá el lector hacerse una idea del inmenso acopio de datos que hemos recogido y seleccionado para elaborar nuestra obra. Herederos de una larga y prestigiosa tradición enciclopédica, hemos procurado que nuestro Diccionario sea el ejemplo más depurado de cuantas obras de su género existen en el mercado de habla hispana. Deseamos que el público halle en él un valioso auxiliar para la satisfacción de sus necesidades intelectuales, profesionales y familiares.