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El mayor espacio lo ocupa Pío Baroja, al que trató en tres períodos: durante los años republicanos, en el exilio en París y luego en la pacata posguerra (también Josefina Carabias, nada revolucionaria, conoció el exilio y tuvo que purgar sus simpatías republicanas). Pío Baroja, siempre accesible, siempre dispuesto a charlar con cualquiera a cualquier hora del día, era un mirlo blanco para los periodistas: decía lo que pensaba, sin importarle que fuera exactamente lo contrario de lo que convenía decir.
De los años finales de Baroja, tenemos amplios testimonios. No aporta muchos datos nuevos Carabias, pero se lee con gusto su crónica de la larga decadencia barojiana. Es un poco triste comprobar cómo el rebelde de los comienzos se convierte en un abuelete que, para poder vivir, ha de seguir añadiendo a su obra páginas que nada añaden a su obra. Escribe Carabias en un tono hagiográfico que le resta algo de interés a su texto. Lo que leemos con más gusto es lo que se filtra en estas páginas, que no quieren molestar a nadie, de su propia biografía y de los usos y costumbres de unos pocos años a la vez cercanos y remotos.
En la década de los veinte, por primera vez las mujeres empiezan a encontrar su sitio en la vida intelectual española. No sin las protestas de algunos. «¿Sabe usted lo que le dije a la Pardo Bazán a propósito del feminismo?», le preguntó Unamuno la primera vez que la vio. Ella no lo sabía ni tenía especial interés en saberlo, pero don Miguel no tardó en repetírselo ante un corro de entregados admiradores que no dudaron en reírle la gracia: «Desengáñese usted, doña Emilia, las mujeres han venido al mundo exclusivamente para concebir, gestar, parir y amamantar. Cuando pasen sin hacer ninguna de estas cosas otros tantos siglos como llevan haciéndolas, entonces habrá llegado el momento de que procreen con el entendimiento que es lo que ahora intentan vanamente hacer».
Comparado con Unamuno, hasta Marañón, partidario de que las mujeres no hicieran deporte ni desempeñaran determinados trabajos porque se «virilizaban», le parece un fervoroso feminista. La semblanza de Marañón, a quien nos describe como una mezcla de superación y santo laico, es la que está escrita con más acrítico entusiasmo. Pintorescas afirmaciones que parecen cosa de broma son recogidas como si se tratase de verdades trascendentales. ¿A qué se debe la decadencia de España? Pues a la funesta manía de mojar pan en las salsas. Lo dijo Marañón: dogma de fe para la buena de Josefina Carabias. Libro grato y menor, que vale tanto por lo que sugiere como por lo que dice, colección de anécdotas, de edulcorados retratos. Amables memorias de un tiempo sombrío.
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1
Como yo los he visto: Encuentros con Valle-Inclán, Unamuno, Baroja, Marañón, Pastora Imperio, Ramiro de Maetzu y Belmonte
1999, Aguilar
Tapa blanda
in Spanish
8403595034 9788403595033
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Work Description
Colección de anécdotas y edulcorados retratos de Valle-Inclán, Unamuno, Baroja, Marañón, Pastora Imperio, Ramiro de Maetzu y Belmonte, semblanzas que valen tanto por lo que dicen como por lo que sugieren. Amables memorias de un tiempo sombrío.
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Feedback?September 2, 2022 | Edited by dcapillae | fix title |
September 2, 2022 | Edited by dcapillae | expand |
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September 2, 2022 | Edited by dcapillae | Update covers |
December 9, 2009 | Created by WorkBot | add works page |