El conocimiento del tipo de novelas que los del Norte habían comenzado poco antesde la Depresión de 1929 fue fragmentado hasta el final de la Segunda Guerra Mundial. Europa conoció a Chandler en el número 8 de la Serie Negra, Gallimard (La dama del lago). Marcel Duhamel, director de la colección volvió a presentar algunas obras ya publicadas en Francia, en colecciones no especificas como La llave de cristal y La maldición de los Dain, de Dashiell Hammett, El pequeño César.de W. R. Burnett y una novela de JonathanLatimer.
Porque el lector no es un antólogo ni un exégeta de la literatura policial, que tampoco considera mayor o menor en rango, sino en interés, sinceridad y emotividad, como sucede con los otros géneros literarios. Pero puesto a considerar sus intereses de consumidor unirá también a los cultores de los métodos violentos dignos de la más violenta novela negra: los agentes James Bond, Matt Helm y Smiley, por ejemplo. El lector también invitaría a Ian Lancaster Fleming (1909-1964), Donald Hamilton (1916) y John Le Carré (1931) a formar parte del género ¿O no resulta Smiley un desolado pasajero de la traición y el aniquilamiento espiritual en aras de insondables razones de Estado? ¿Es menos letal Matt Helm que Mike Hammer? El lector, a estas alturas, siempre es el arbitro.
Conservamos la intención de realizar un amplio panorama de la novela policial y hemos comenzado cuando el relato del género ya tenía casi un siglo, desde Edgar Allan Poe hasta Dashiell Hammett. O sea, desde Los crímenes de la calle Morgue hasta el hervor de la emblemática Black Mask, donde el antiguo detective de la Agencia Pinkerton publicó, por entregas, su primera novela fundacional del género negro.
Sostenemos la creencia de que el lector -y todos lo somos- a diferencia de otro género de novela, en el policial espera algunas gratificaciones: que esté bien escrita y bien tramada; que el paisaje sea reconocible; que los personajes broten del costado del lector; que resulte sorprendente y con todas las contingencias que aturden al hombre corriente y que, finalmente, el protagonista acumule entre otras virtudes, la ambición de ser Quijote y justo, romántico y valiente, como sería el lector, ocupando su lugar.
Novela policial y novela negra: casi todo lector conocerá de qué estamos tratando y esa es la intención de este libro.
Los Editores