Inspirado en la majestuosidad del paisaje y la belleza de la mujer amada, plasma su creatividad artística literaria en esta nueva obra poética titulada CASTÁLIDAS.

Amigo Lector: i Que importa el dolor, el olvido, la soledad, la sombra! Que importa el silencio de la noche, si hay tanta luz y tantos ojos titilantes que me miran y con su cálida inquietud ellos me abrazan.

En el reducto de mis noches al contemplar el cielo, he visto en lontananza las ondas versales de la vía láctea, del mismo modo que he visto cruzar un fragmento de tu alma en el tributo acrobático de cada pájaro que apresuradamente busca el nido. En el ave he sentido tu presencia y su trino me ha inspirado canciones de verbena.

He visto despertar el alba melodiosa, fresca y perfuma-da, y al tocar con sus dorados rayos la ventana, he visto unos labios de infantes sonreír desde la cuna. He visto correr a raudales tu alegría por la orilla del do, juntarse a las libélulas y charlar con los inquietos renacuajos. He visto pasar en el torrente, carrizos y hojarascas como si fuesen barcos con tripulantes viejos y dejar en cada ola, grabados los adioses. Y así, por las mismas orillas de tu río y mi río, se que van cantando estos versos tu voz y mi alegría. Otras veces, en tanto descifraba mi destino, he visto un cuerpo de mujer internarse con un halo angelical en los cristales peregrinos y enjugar su desnudez. ¡Preciosa creatura!, ¡divina visión! En el columpio del arco iris at caer la tarde, he visto quedarse colgados unos ojos azules, los ojos de mi amada. ¡Qué importa la fatiga si la cosecha es buena! Muchas tardes me han envuelto en su embeleso y he seguido su trazado hasta el poniente. Por ellas he llegado más allá del horizonte, he visto cuán majestuoso es el mar, el universo entero. He comprendido que la vida va más allá de nuestros días y fronteras. Estuve solitario y callado en un rincón de la vida. El estante me ocultó con sus ropajes cubriéndome de olvido. No respiré, no palpité, no dije nada, hasta que llegue la gualda primavera. Hoy me asomé a la ventana para ver una sonrisa tuya y enfundar mi espíritu en tu elegancia, caminar con el silencio de tus pasos y regocijarme en el eco de tus palabras. Hoy nací para ti, y contigo vivirán mi fuerza, mi voz y mis latidos.