Los cuentos de Oscar Wilde incluyen algunas de las piezas más extraordinarias de la literatura universal. Las razones para leerlos son tan abundantes como la temática que los impregna. El fantasma de Canterville. Un fantasma que ya no consigue asustar a nadie pide a una niña que le ayude a morir. El crimen de lord Arthur Savile. Un quiromántico predice a lord Arthur que va a cometer un crimen. A partir de entonces se obsesiona con la idea y decide que tiene que cometer el crimen cuanto antes para poder seguir con su vida normal. La esfinge sin secreto. Lord Murchison se enamora de una misteriosa mujer que al final resulta no encerrar ningún misterio. El millonario modelo. Un muchacho ve recompensada su generosidad por dar una limosna a un hombre que se supone que es un mendigo pero que resulta ser un millonario. El retrato de míster W. H. Un joven muere por defender una teoría muy personal sobre los sonetos de Shakespeare. El príncipe feliz. La estatua del Príncipe Feliz y una golondrina mueren por ayudar a los más necesitados. El ruiseñor y la rosa. Esta vez es un ruiseñor el que entrega su vida para que un estudiante sea correspondido por la mujer que ama. El gigante egoísta. Un gigante se arrepiente de su actitud egoísta y se vuelve generoso. Una vez más la generosidad se verá recompensada. El amigo abnegado. El pequeño Hans hace todo lo que está en su mano hasta el punto de morir por el molinero al que considera su mejor amigo. El insigne cohete. Un cohete vanidoso acaba arrastrado por el barro y explota cuando nadie lo oye. El joven rey. Un joven príncipe enamorado del lujo y de la belleza cambia de actitud después de unos sueños en que toma conciencia de cómo viven los pobres. El cumpleaños de la infanta. Un pobre enano deforme es conducido a palacio para que amenice el cumpleaños de la infanta de España. Allí muere de pena al ver su monstruosidad reflejada en el espejo ante la indiferencia de la niña. El pescador y su alma. Un pescador arroja