FAMILIA MEXICANA. Familia, educación y cultura social en el México contemporáneo

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April 18, 2012 | History

FAMILIA MEXICANA. Familia, educación y cultura social en el México contemporáneo

http://knol.google.com/k/anónimo/familia-mexicana-familia-educación-y/19j6x763f3uf8/46#

[...] Quiero comenzar esta conversación partiendo del comentario en torno a que hoy, a nivel internacional, absolutamente todas las personas están involucradas directamente con la educación, con la instrucción y con la protección de nuestros niños y jóvenes, y que obviamente del papel que desempeñe cada cual en esta tremenda, compleja, hermosa y urgente empresa, dependerá la luz de nuestros futuros, tanto al nivel de un mismo país, como al nivel de un continente, como al nivel de todo el mundo.

La educación de nuestros niños ya no es solamente un problema de cada familia, de cada pueblo, de cada estado, de cada provincia, de cada país en concreto, sino que, debido a esta nueva y exigente globalización, a esta nueva internacionalización, que tan desajustadamente se está produciendo entre los diferentes pueblos del mundo, entre ricos y pobres, entre primermundistas y tercermundistas, todas y cada una de las organizaciones nacionales e internacionales están en la obligación de dar lo mejor de sí, aportar todos sus conocimientos, estrategias y fuerzas en este proceso educativo. Y, por supuesto, en todo este proceso educativo de nuevo tipo, la principal obligación de crear a hombres y mujeres altamente calificados en todos los sentidos, culturalmente pero también moralmente, para enfrentar los retos del mundo moderno, está a cargo del estado, del gobierno. ¡Y como tenemos problemas en nuestras sociedades...! ¡Y qué complejos y terribles son esos problemas...! Como he dicho ya en algunos de mis libros, los problemas que han enfrentado y siguen enfrentando nuestras sociedades son más que terribles en este mundo moderno:

[...] En México, país más que megadiverso en todos los sentidos ( http://openlibrary.org/b/OL22470854M/Paisolog%C3%ADa-y-socioling%C3%BC%C3%ADstica-mexicanas.-M%C3%A9xico-en-su-historia-y-su-actualidad.-Comunicaci%C3%B3n%2C-lenguajes%2C-cultura%2C-mexicanismos%2C-tradiciones-y-fen%C3%B3menos-socio-pol%C3%ADtico-gubernamentales-m%C3%A1s-importantes-en-la-historia-de-M%C3%A9xico.-Regional-and-Cultural-Studies%2C-%D0%A1%D1%82%D1%80%D0%B0%D0%BD%D0%BE%D0%B2%D0%B5%D0%B4%D0%B5%D0%BD%D0%B8%D0%B5%2C-Landeskunde%2C-Paisolog%C3%ADa. ), en lo que va de los siglos XIX, XX y XXI, el primer gran problema es la educación [...] Y luego, dentro de los principales problemas que se registran en México, aparecen también como “grandes problemas” la corrupción, la inseguridad, los secuestros –también llamados en México “plagio o plagios” y “levantón o levantones”– [...] y el alto índice de peligrosidad que existe en este país –incluyendo aquí el elevado índice de acoso sexual femenino, la pobreza y la desigualdad y junto a éstas el desorbitante elevado índice de migración ilegal y legal de mexicanos a Estados Unidos y otros lugares y las fugas de cerebros –y aquí nos referimos a las conocidas fugas de cerebros que se producen hacia el exterior, hacia el extranjero, es decir individuos altamente capacitados, en cualquier rama del conocimiento, que por un motivo un otro se van de México, y las fugas de cerebros que se producen dentro del mismo México, cuando los egresados universitarios y los especialistas y técnicos en general no ejercen su profesión y se dedican a otras actividades diferentes a las de su competencia cognoscitiva, específicamente debido a tres causas principales: 1. no encuentran trabajo en sus profesiones y especialidades y se dedican a otras actividades aunque no lo deseen, 2. se dedican a actividades no relacionadas con sus profesiones y especialidades por su propio beneficio e intereses, es decir porque lo desean y 3. no ejercen las profesiones que estudiaron ni ninguna otra profesión, concretamente las mujeres, porque se dedican a amas de casa, y así, sobre todo en lo concerniente a los egresados de las universidades públicas, el estado pierde una considerable cantidad de recursos y dinero en la formación de “egresados improductivos para la nación”–, y con esto las ventajas en las remesas monetarias a México, el inexplicable tratamiento del petróleo mexicano y sus derivados, y en general de los recursos energéticos, por la empresa PEMEX, la medicina y la salud pública, los desastres naturales de todo tipo [...] la contaminación, los prolongados y agudos conflictos entre el Estado, los grupos civilizados, evolucionados, de probada moral, librepensadores, laicos y respetuosos de los derechos humanos y la Religión Católica [...] las comprobadas redes de pederastia con alcances internacionales y en general la explotación sexual infantil, que ya se han convertido en un verdadero cáncer social en México [...] los problemas causados por el cambio climático y sus efectos ecosistémicos inmediatos, el narcotráfico y la venta y consumo de drogas ilegales y legales dentro de México [...] y la existencia de los llamados guerrillas o ejércitos o movimientos de independencia o comandos armados, etc. –muestras de lo cual son el EZLN o Ejército Zapatista de Liberación Nacional y el EPR o Ejército Popular Revolucionario–, que actúan en la clandestinidad y que mantienen en total desequilibrio, de una u otra forma y en muy variados sentidos, a los gobiernos de turno [...] tema que ya he tratado en otro de mis libros [...] Un grave problema fronterizo a destacar en América es la situación que presenta el narcotráfico, el mercado de las drogas, en la frontera de México con Estados Unidos, problema que, después de más de 60 años de haberse creado el primer gran cartel de drogas en México, con el objetivo de desestabilizar a Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, y con la supuesta experiencia que ambos países, México y Estados Unidos, deberían tener en este tema dadas las décadas de narcotráfico en el área, sigue presente y mantiene en profundo conflicto a los dos gobiernos y a otros gobiernos involucrados directa e indirectamente en este triste conflicto. Según Juan Alberto Cedillo, en su libro Los nazis en México, de 2007, publicado en México por Random House Mondadori, los nazis alemanes, junto a los japoneses y otros países miembros del bloque nazi, crearon en México en el sexenio de Manuel Ávila Camacho, 1940-1946, el primer cártel de drogas de México, que a su vez funcionó, en palabras de este autor, como “la red más grande de espionaje al servicio de los agentes de la Gestapo y de la Abwehr [organización de inteligencia alemana, que literalmente significa ‘para la defensa’]”. Al respecto puede verse también: Luciano Campos Garza (2007). “Desde los archivos de Washington”, en Proceso, No. 1622:46-47; Juan Alberto Cedillo (2007). “Mexicanos al servicio de Hitler”, en Proceso, No. 1622:44-50. La lectura del libro Los nazis en México nos ayuda a entender claramente cómo y desde cuándo funcionan impunemente las redes de complicidad de mandatarios y altos funcionarios de estado latinoamericanos en el mercado internacional de narcóticos. Otro especialista que ha expuesto abiertamente los alcances de las redes del narcotráfico mexicano es Edgardo Buscaglia [...] la censura informativa y los ataques a la prensa, y el deporte [...] Sí, definitivamente los problemas que por siglos y diariamente enfrentan los mexicanos son muchos y complejos, terribles en una buena cantidad de casos. ¿No recuerda usted la famosa canción mexicana “A qué le tiras cuando sueñas mexicano”, del conocido cantautor Salvador “Chava Flores”?: http://www.youtube.com/watch?v=fVXxnCT97Mo&feature=related . ¿No ha escuchado usted la canción “La Carencia”, del grupo Panteón Rococó?: http://www.youtube.com/watch?v=5Bcnr5SMyJo [...]

Sobre los estados y los aparatos gubernamentales recae, en primer lugar, absolutamente toda la responsabilidad de la creación del futuro seguro de la Humanidad. Por eso, hay que exigirle a los gobernantes del mundo el respeto hacia nuestros niños y jóvenes, y también hacia nuestras familias y hacia nuestros maestros. Dentro de las exigencias prioritarias que demandan nuestras sociedades civilizadas y morales a los gobernantes y dirigentes del mundo entero y de todas las religiones están la protección a nuestros niños, jóvenes y ancianos, la erradicación del narcotráfico y la creación de programas masificados adecuados para la atención a los enfermos por consumo de drogas, la erradicación inmediata de las redes internacionales y nacionales de abusadores sexuales y pederastas, de traficantes de niños y jóvenes, que en una buena cantidad de casos están protegidas y solapadas por las más altas esferas político-gubernamentales y religiosas.

Las exigencias del respeto a los derechos más elementales de los seres humanos, y en especial de los niños y jóvenes, es decir la alimentación, la salud y la educación, no puede estar en otras manos que en las del aparato gubernamental de cada país en concreto. Todos los gobiernos del mundo deben ser obligados, de una u otra manera, a cumplir con estas exigencias.

Queda claro que en la vida de los niños y los jóvenes, en su formación integral, la familia y la escuela desempeñan un papel trascendental.

La familia educa e instruye, la escuela instruye y educa. Entre educación e instrucción hay pequeñas diferencias; pero pueden ser sinónimos. No importa si se llama educación o se llama instrucción, lo que importa es que sea de calidad, que tenga una calidad que vaya más allá de las fronteras nacionales, de las fronteras de un país, para que así todos los niños y jóvenes del mundo, sin importar su lugar de origen, ni su condición sociocultural ni su condición socioeconómica puedan ser verdaderos seres humanos universales, sin limitaciones, sin lagunas de conocimiento, sin torpezas en su desempeño, sin conflictos de género, sin racismo, sin discriminación.

Tradicionalmente se ha llamado familia al conjunto, grande o pequeño, de individuos que están relacionados por el parentesco, sea consanguíneamente o no. Pero hablar de familia en México, en este país que debido a su grandeza, a su trascendencia, a su relevancia histórica y cultural, considerado de algún modo por José Martí “La Grecia de América”, implica recordar las importantísimas relaciones familiares que se establecían entre las personas en los pueblos del antiguo México, relaciones que iban más allá de lo consanguíneo, algo que ha demostrado y sigue demostrando, por ejemplo, el compadrazgo en la vida de los aproximadamente 90 pueblos indígenas que han logrado subsistir en este país, y también en la vida de algunas de nuestras comunidades mestizadas y en cierta medida occidentalizadas.

Cada gran periodo de la historia de México, como sucede en todo el mundo, ha marcado ciertos rasgos en la familia y su conformación. Los rasgos en la conformación familiar se determinan por los lazos de parentesco y por las leyes. Así, en México podemos destacar en la historia, de manera general:

  1. La familia en el México prehispánico.
  2. La familia en la Nueva España.
  3. La familia en el período de la Independencia.
  4. La familia en la Revolución Mexicana.
  5. La familia en el México actual según las áreas mestizadas y los grupos indígenas.
  6. La familia mexicana en el extranjero, especialmente el caso de las familias mexicanas residentes en Estados Unidos: los migrantes mexicanos.

Para hablar de la familia mexicana contemporánea hay que hacer ciertas aclaraciones de partida. Nuestra pregunta inicial para considerar este tema de la familia mexicana actual puede ser, por ejemplo: ¿cuál es la naturaleza de la familia mexicana moderna promedio y de sus miembros considerados en este caso como “hombres medios”? Sabemos que en un país tan grande, diverso y opuesto, en todos los sentidos, tiene que haber de todo, pero consideraremos aquí a la cultura familiar media y al “supuesto orden (?) moral” que la rige, todo esto enmarcado en este contexto de mi conferencia en donde el tiempo es una gran limitante. Debo hablar de “Familia, educación y cultura social en el México contemporáneo” en dos horas, que es el tiempo que se me ha asignado, además de intentar resolver las dudas y contestar las preguntas que este amable público estime pertinentes. Iniciaré mi conversación tomando en cuenta “el verdadero rostro de la familia actual mexicana”, y recalco aquí, y destaco aquí: “el verdadero rostro de la familia mexicana”, y no el rostro de la familia mexicana que tradicionalmente nos han presentado tanto los gobiernos del país como la Iglesia Católica y otras organizaciones e instituciones, religiosas o no, que han estado muy interesadas en que, para sus conveniencias, este tema haya estado en una distorsión total, en las conocidas tinieblas del conocimiento.

La familia mexicana actual posee características condicionadas por la herencia cultural. De tal manera, en este amplio, variado y mestizado país podemos encontrar:

  1. Familias indígenas, amerindias o mongoloides.
  2. Familias caucásicas.
  3. Familias negroides.
  4. Familias mestizas mongolo-caucásico-negroides, nacidas en México o migrantes.

El mestizaje de un tipo de familia con otro tipo de familia dará un híbrido con características imagológicas especiales, según predomine la tradición y la herencia familiar de uno u otro componente del hibridismo.

La estrecha relación que existió y existe entre todos y cada uno de los miembros de las familias indígenas mexicanas, especialmente en el aspecto del trabajo y la colaboración por el bien de todos, en donde el apoyarse unos a otros es la norma, ha sido uno de los fundamentos de la actual familia mexicana promedio.

La actual familia mexicana promedio tiene ciertas características que han conformado lo que “idealmente” se llama familia nuclear, en donde la cohesión, la unión, la solidaridad, el trabajo en equipo, el trabajo cooperativo y el respeto hacia los mayores y líderes familiares son rasgos distintivos. En la familia nuclear cada cual tiene sus responsabilidades; pero la violación o infracción de estas responsabilidades no es un problema. En la familia nuclear todo se perdona, más tarde o más temprano, de una manera u otra, no importa qué tan grandes y complejos sean la irresponsabilidad, la violación a la norma, la transgresión, la mentira, la manipulación... Pero más que el perdón aquí se manifiesta la protección. Los miembros de una familia nuclear se protegen unos a otros a capa y espada, y protegen sobre todo al menos fuerte, al más débil.

Para que exista una familia nuclear no importa si las cabezas de la familia, si los líderes de la familia, son ricos o pobres. De todas maneras se les tomará en cuenta, de una u otra forma, en uno u otro momento; pero si son ricos o tienen una posición económica claramente segura, entonces se les tomará en cuenta “siempre” y, además, se les “obedecerá” ciegamente con el “respeto” y las “reverencias” debidas, aparte de que se les permitirá inmiscuirse en absolutamente todos los asuntos relacionados con todos y cada uno de los miembros de la familia, sin excepción alguna: lo contrario puede implicar una sanción como la no protección en tiempo y forma, la no ayuda monetaria, el no respaldo moral, el retiro de la dote, el desheredamiento o desheredación, etc., hasta el olvido o la indiferencia, que es lo peor que podría pasar en tales casos: “el silencio que distancia, sanciona y mata”.

La familia nuclear mexicana actual es como una esponja que atrae e intenta resolver todos los variados y agudos problemas que día a día se presentan ante sus miembros, problemas que la misma sociedad manifiesta en algunos casos de manera bárbara y que los gobiernos y las autoridades no solamente son incapaces de controlar, aplacar y evitar, sino que, como muestran las evidencias, inclusive promueven a la vista, y hasta inclusive la complacencia, de muchos de nosotros. En los tiempos modernos, quien calla, no denuncia, no critica, no repudia o no rechaza un acto criminal o delincuencial es, sencillamente, un cómplice, que más tarde o más temprano será, a su vez, una víctima, cuestión de tiempo. Este es el rejuego de roles que se observa en las sociedades en donde se manifiestan las imágenes públicas deterioradas, la incivilidad y la pérdida de los valores positivos: victimario-víctima / víctima-victimario.

La familia nuclear mexicana promedio está marcada en el aspecto religioso por el Cristianismo, en su variante de Catolicismo romano iberoamericano sincrético, por lo que aquí es muy importante la observación –por lo menos en el aspecto social, es decir “que todos vean lo que hago”– de las leyes y tradiciones religiosas católicas in situ, es decir en las áreas geográficas concretas y en las esferas socioculturales y socioeconómicas concretas en donde se profesan los cultos y se producen los actos religiosos: bautismo, credo, comunión, confirmación, matrimonio por la Iglesia, asistencia a misas, celebración de los días y las fechas santas, unción de los enfermos o extremaunción, misas y rosarios a los muertos, desaparecidos, plagiados, raptados, secuestrados o “levantados”, etc. Todo esto se realiza mediante ciertos protocolos en donde es evidente toda una psicología y una sociología de las multitudes “a lo grande”, en donde se destaca especialmente el culto a la Virgen de Guadalupe, “Reina de México y Emperatriz de América”, según los mexicanos, en el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe o Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe.

Las creencias religiosas de los mexicanos –como sucede en todos los demás países católicos, en especial en los países pluriculturales, pluriétnicos y plurilingüísticos– están polisincretisadas y multiinfluenciadas por otras creencias y religiones, en especial por las indígenas y las africanas. En nuestros días están muy de moda en México las creencias en “todo tipo de culto no católico”, como son la Santa Muerte y la Santería.

La Santería está muy difundida en México, principalmente la santería de raíz yoruba, de origen cubano, algo que se practica abiertamente en México inclusive en los estratos más elevados de los grupos socioeconómicos, socioculturales, sociopolíticos y gubernamentales de este país, acerca de lo cual se han creado polémicos textos, libros, documentales y filmes, aparte de las críticas, protestas y “advertencias y amenazas de castigo, penas y excomunión” por parte de algunos directivos del Catolicismo mexicano. En este sentido es bueno destacar que la secrecía, la intimidad, la reserva y la discreción son parte de la práctica de estos tipos de cultos, o por lo menos eso es lo que piden algunos de los que practican estos cultos y ritos: “me gusta, lo hago, pero que nadie lo sepa”, como sucede con otras esferas de la vida social. La vida del “mexicano promedio religioso” está condicionada por una conducta social que, por lo menos en apariencias, debe ser intachable y estar marcada por “actos dirigidos al bien”, lo que le permitirá alcanzar el perdón divino, el paraíso, el cielo, y evitar por todos los medios “los actos dirigidos al mal”, lo que le enviaría irremediablemente al infierno, al sheol, al Hades, al inframundo, a Mictlán, etc., o, por lo menos, al Purgatorio, todo lo cual es común, en mayor o menor medida, a los demás países iberoamericanos, en especial a Cuba, Brasil, Venezuela, Santo Domingo, Puerto Rico, a los grupos latinos radicados temporal o definitivamente en Estados Unidos, etc.: “¡No importa lo que hagamos en secreto; el problema es que los demás se enteren!”

Lo que sucede aquí es que considerando los elevados índices de delincuencia, de criminalidad, de victimidad, de violaciones a los derechos humanos, incluyendo aquí “los más elementales derechos humanos de los niños”, de abuso y violación sexual a menores de edad, de robos, de infidelidad conyugal, de conflictos de género –problemas debidos a la diferencia hombre/mujer–, de divorcios, de mentiras, de narcotráfico, etc., en fin de “pecados”, parece que son justamente el infierno y el purgatorio los que tendrán mayor demanda, inclusive por parte de una buena cantidad de altos funcionarios de la Iglesia católica involucrados en toda clase de actos de corrupción y de pederastia.

Las creencias religiosas, y en especial el fanatismo religioso, del tipo que sea, marcan en la familia mexicana promedio y en el mexicano promedio, a través del lenguaje verbal y del lenguaje corporal, a través de las señales que envían los lenguajes de manera consciente o de manera inconsciente, a cinco de los nueve tipos de inteligencia:

  1. Inteligencia verbal-lingüística.
  2. Inteligencia corporal-quinestésica.
  3. Inteligencia interpersonal o social.
  4. Inteligencia intrapersonal o introspectiva.
  5. Inteligencia espiritual o existencial.

Generalmente pensamos que los procesos de negociación, que las negociaciones, que los negocios, se realizan cuando ya tenemos algún grado de conciencia, es decir cuando de alguna manera sabemos lo que está bien y lo que está mal, lo que es bueno y lo que es malo. Por ejemplo, un bebé le cambia un dulce o caramelo a su mamá o papá por un besito..., un niño le cambia su juguete a otro niño por otra cosa..., un niño le cambia buenas calificaciones a sus padres por unas vacaciones en la playa o un viaje al rancho de los abuelitos o un juguete de su preferencia, etc.; pero este asunto no es precisamente así. Resulta que antes de ser formado el feto, éste entra en una gran negociación de la que él no es consciente, acerca de la cual él no ha sabido nada. Cuando dos personas se juntan para crear un ser, en ese mismo momento se está produciendo la gran negociación de la vida: justamente en el momento de ser concebido, ese ser está siendo marcado para el resto de su vida, por dentro y por fuera. Aquí se marca tanto su imagen interna como su imagen externa, tanto sus particularidades internas como sus particularidades externas, lo que le acompañará por el resto de su vida en el complejo camino de la existencia, hacia el triunfo o hacia el fracaso. Justamente por eso, las parejas, las nuevas familias, deben ser muy cuidadosas con sus decisiones, y eso lo sabemos todos, de esto estamos conscientes todos, por lo menos las personas mayores de edad normales e instruidas, aunque sea mínimamente, que vivimos en áreas supuestamente civilizadas, desarrolladas, con un cierto nivel de ciencia y técnica adecuado en el mundo moderno. Lo que sucede aquí es que no todos somos lo suficientemente comprometidos como para resolver de manera inteligente ciertas negociaciones del alma, ciertas negociaciones del corazón. Y si los resultados en estos casos son negativos, entonces es el niño el que paga las terribles consecuencias, que pueden ir desde disfunciones corporales, mentales, etc., hasta el sufrimiento por la separación de los padres, por el divorcio.

En lo tocante a los centros educativos, a las escuelas, creemos necesario recordar que los cambios que se han producido y se siguen produciendo desde el siglo pasado y en este siglo en cada una de las esferas que rodean al hombre afectan directamente a la educación, a la formación del hombre nuevo. Todos los descubrimientos, innovaciones, cambios y giros científicos, técnicos, económicos, culturales y político-gubernamentales que se producen al nivel de los países en particular y al nivel internacional en general afectan directamente, y de manera positiva o negativa, a la educación y a la instrucción de las nuevas generaciones. Si estos cambios afectan de manera positiva a los grupos, entonces es probable que la educación se vea afectada también de manera positiva, a un nivel altamente competitivo. ¡Ése sería el ideal! ¡Todos los grupos civilizados y comprometidos del mundo coinciden en que sin educación vamos por muy mal camino, por el camino de la ignorancia!: “La ignorancia mata a los pueblos, y es preciso matar la ignorancia.”

Las escuelas, los centros educativos, pueden ser muy diversos. La diversidad de las escuelas depende de muchos factores, una buena cantidad de los cuales es totalmente desconocida por los individuos de los grupos humanos más civilizados y desarrollados culturalmente, como el caso de los factores que marcan las diversidades de las escuelas indígenas de América: ¿quién conoce “realmente” esto? Muy pocos... En algunos casos ni los mismos funcionarios y directivos de la educación y de la instrucción de nuestros países americanos conocen adecuadamente esta realidad tan triste, penosa, avergonzante. Pero todas las escuelas y todos los maestros del mundo, en principio, son nobles y grandes, por la sencilla razón de enseñar, de instruir.

En las escuelas están los maestros. ¿Pero qué saben, en realidad, los padres acerca de los maestros? Los maestros saben, y mucho, de los padres, porque la mayoría de los maestros son, también, padres, o lo serán. Padres y maestros tienen algo en común: el tratamiento educativo-instructivo de los niños y jóvenes. Lo que a veces sucede es que algunos padres y algunos maestros olvidan sus verdaderos y comprometidos roles, sus verdaderas funciones. Educar e instruir lo hace cualquiera; pero educar e instruir bien, con cuidado y amor, con verdadero compromiso, son tareas nobles y meritorias que no todo el mundo las sabe hacer. Padres y maestros son adultos que entran en interacción con los niños, con los jóvenes. ¿Pero cómo se produce esta interacción? ¿Qué pasa aquí? ¿Qué tipo de lenguajes emplean tanto padres como maestros en los primeros momentos de la educación de los niños?

En el proceso de desarrollo del niño la interacción con los adultos es muy importante, debido a que en este período de la infancia las personas mayores se expresan con los niños a través de ciertos lenguajes especiales llamados generalmente “lenguaje aniñado” o “lenguaje especial dirigido al niño” o “lenguaje infantil” o “lenguajes infantiles” –considerando aquí la inmensa cantidad de culturas y grupos humanos del mundo, en donde cada grupo y núcleo familiar en concreto adopta ciertas particularidades verbo-corporales para interactuar con los niños, en especial a partir del uso de sus “voces naturales”–. Estos lenguajes aniñados no solamente se dan en la relación de adultos y niños. Estos lenguajes aniñados o manifestaciones infantiles del lenguaje también aparecen entre los adultos, especialmente en la relación de la pareja, entre novios, esposos, maridos, amantes. Los leguajes verbales y corporales infantiles o aniñados también se manifiestan entre adultos que no son amantes, que no tienen ninguna relación afectivo-sexual. Estos lenguajes cargados de cariño y afecto extremo los manifiestan los adultos –cualquiera de los miembros de la familia y hasta amigos íntimos y el personal hospitalario como médicos, enfermeras, asistentes, etc.– a otros adultos amigos y familiares, como padres, abuelos, hermanos, tíos, sobrinos, etc., generalmente ancianos, viejos, enfermos, inválidos, menores de edad, con lo que se intenta mostrar solidaridad, respeto, cariño o dedicación.

Los sistemas de “comunicación aniñada” entre adultos y niños tienen sus particularidades. Estas particularidades verbo-corporales de la comunicación de los adultos con los niños se caracterizan por las expresiones faciales y los gestos exagerados, variantes lingüísticas y sonidos melódicos, a veces lentos, cadenciosos, ricos en matices, voces altas y bajas, con tonos agudos y graves, entonaciones ascendentes y descendentes muy marcadas, con admiraciones e interrogaciones al mismo tiempo, expresiones lentas y rápidas, el empleo de “voces y sonidos naturales”, es decir imitaciones con la boca –verbalmente–, y con las manos y los pies –corporalmente–, de todo tipo de sonidos y ruidos del medio circundante: imitación de ladridos, maullidos, mugidos, graznidos, rugidos, balidos, ruidos de coches, ruidos de avión, ruidos del tren, ruidos de cohetes en las fiestas, ruidos del alboroto de una persona o grupo de gente indicando alegría o fiesta, el sonido del aire, de los árboles, el caer de la lluvia, el sonido del trueno del relámpago, el ruido que hace la pelota, el timbrar del teléfono o el celular o del timbre de la casa que suena a una determinada hora del día cuando llega papá o mamá o la abuelita o el abuelito o el hermanito de la escuela y eso para el niño es un estímulo porque sabe que algo grato pasará, el ruido de la cucharita en el plato o la compota indicando que llegó la hora de la comida del bebé, el sonido que hace el martillo o el serrucho de papá, la imitación verbo-corporal de los trotes del caballito o del burrito del cuento o de la finca o del establo o del rancho o de la casa o del lechero o de los muñequitos o animados o película, las voces o formas de las vocales en la canción de Cri-Cri, la imitación del ronquido, que puede ser el de la nana o la mamá o el abuelito o como indicación de que llegó la hora de dormir, la imitación de ciertos sonidos que hace la abuela o el abuelo o algún familiar o amigo que es del agrado o desagrado del niño, indicándole así al bebé o niño algo que es bueno o que es malo, algo agradable o desagradable, etc., todo lo cual, dado los resultados de muchas investigaciones especializadas en el tratamiento con niños, parece que le fascina a los bebés, a los niños. Y así, de esta manera, los adultos van “protocolizando”, van “reglamentando”, van “etiquetando”, van imponiendo reglas para el cuerpo y la voz del niño, van imponiendo reglas al sistema comunicativo verbo-corporal del niño, van condicionando sociolingüísticamente los sistemas comunicativos verbo-corporales del niño. Todo esto es muy bonito, muy agradable. Basta ver cómo se comporta con un niño, por ejemplo, el miembro más serio de una familia o una visita a la que, supuestamente o evidentemente, no le agradan los niños. Un individuo, mujer u hombre, por muy serio y recto que sea, por hosco que sea, puede establecer unas relaciones de inmensa afectividad con un niño y su lenguaje verbo-corporal puede adoptar variantes inconcebibles, que podrían ir desde la admiración hasta la risa de los demás adultos.

En la interrelación con los niños los adultos les van enseñando los “lenguajes de las apariencias”, es decir el “lenguaje verbal de las apariencias” y el “lenguaje corporal de las apariencias”, o lo que es lo mismo las “palabras buenas” y los “gestos buenos”, los “protocolos buenos”, los “modales buenos”, las “buenas maneras”, las “formas verbo-corporales de interacción entre hombres y mujeres” y entre personas de diferente generación –personas “menores” y personas “mayores”– y de diferente categoría –subalternos y superiores–, para que así los niños sean aceptados, queridos, bien recibidos, etc., y no rechazados tanto por los adultos como por los demás niños. En la interrelación con los niños los adultos van diciéndoles de mil maneras, verbales y no verbales, especialmente a través de los gestos y los ademanes, cuáles son los “comportamientos adecuados” para los “varones” y cuáles son los “comportamientos adecuados” para las “hembras”; es decir, desde temprana edad ya estamos reforzando, estamos marcando, en los niños cuáles son los indicadores de sexo, y ciertos mecanismos de manifestación y control del amor y el erotismo, pero no aclaramos mucho o nada acerca de tantos mitos y mentiras en torno a la verdadera sexualidad masculina y femenina, lo que produce confusiones en la juventud e ineptitudes en la adultez. Y esto es un gran problema, en especial en estos tiempos tan confusos en donde vemos a grandes líderes nacionales e internacionales de todas las esferas involucrados en los más vergonzosos escándalos de inmoralidad, de abusos sexuales contra niños y jóvenes y de relaciones afectivo-amoroso-sexuales de “dudosa apariencia”.

Justamente por esto, y debido a los riesgos que corren nuestros niños y jóvenes, especialmente a través de las redes de Internet, es que en muchos países y culturas se han creado programas científico-educativos que tratan la sexualidad y los lenguajes del amor en todos los niveles, incluyendo las escuelas primarias.

En todo el mundo civilizado existen excelentes materiales didácticos sobre la sexualidad, que han sido creados por especialistas reconocidos en múltiples ciencias y ramas del conocimiento, y adaptados a todos los niveles culturales y edades: infancia, adolescencia, juventud y vejez.

Debido a los conocidos alcances de las redes de explotación sexual, abuso sexual y pederastia en las que aparecen involucradas personalidades de todo tipo, al nivel internacional y al nivel nacional, hombres y mujeres, religiosos y no religiosos, creyentes y ateos, funcionarios gubernamentales y policíacos, empresarios, ejecutivos, maestros, etc., es que el trabajo del maestro, del docente, no solamente debe estar dirigido en nuestros días a la formación científica, sino también y de manera urgente, a la orientación de la sexualidad en todos los sentidos, bajo el estricto control, supervisión y guía del aparato directivo de los centros de educación.

Y en esta tarea de protección a nuestros niños y jóvenes, padres y maestros, maestros y padres, tenemos que cerrar filas y andar de la mano. No podemos permitir, por ningún motivo, que nuestros niños y jóvenes estén desprotegidos, desorientados y desinformados en este mundo globalizado, pero riesgoso. No olvidemos que en México, por ejemplo, los pederastas emplean únicamente 10 minutos para encontrar a sus víctimas, y en 15 minutos las convencen. Recordamos aquí que los niños y jóvenes no tienen que disponer de computadoras personales o propias para conectarse a la red de Internet, debido a que por unos 10 ó 15 pesos mexicanos aproximadamente pueden hacer uso de los establecimientos privados que dan este servicio, inclusive en la misma cuadra o en la esquina de la casa. Para los pederastas es fácil convencer a los niños y jóvenes. Nuestros niños y jóvenes mexicanos generalmente son educados, por múltiples motivos, en situaciones de elevada tabuización y limitaciones en todos los sentidos, verbalmente y corporalmente –aparte del desconocimiento teórico de la sexualidad, sus problemas y riesgos–, y justamente por eso ellos desconocen, en la mayoría de los casos, las correlaciones lenguajes-conductas y los lenguajes verbo-corporales sutiles de la “vulgaridad”, de la “delincuencia”, del “convencimiento sexual” y del “erotismo”.

En todas las culturas, y a través de los tiempos, los adultos han recurrido a las historias, a las anécdotas, a las fábulas, a los cuentos, para educar a los niños. En nuestra cultura latinoamericana son muchos los cuentos, del Viejo Continente, del Nuevo Continente, del Continente de Ébano o Continente Negro y de cada uno de los grupos humanos minoritarios del área, que antes y ahora han contribuido y contribuyen a la formación de los niños, en especial mediante las versiones cinematográficas y televisivas. Así, por ejemplo, a través del maravilloso lenguaje de la imaginación, de la fantasía y de la magia, los niños han oído o leído o visto las múltiples versiones de La Edad de Oro, Cenicienta y Cenicienta II, Pinocho, Alicia en el País de las Maravillas, Los viajes de Gulliver, Aladino y la lámpara maravillosa, Caperucita Roja, Robin Hood, Guillermo Tell, Las Hadas, etc. El problema radica en que nuestros niños se transformen en jóvenes y sigan viviendo y pensando en el mundo de la fantasía de los cuentos, que sigan viviendo de los juegos de Nintendo... Es necesario que nuestros jóvenes, a su tiempo, dejen atrás las palabras mágicas de los cuentos infantiles y las sustituyan por otras cosas. En este mundo globalizado, competitivo y lleno de dificultades la juventud necesita muchas más cosas que las palabras mágicas: “Salacadula Chalchicomula Bíbidi Bábidi Bu. Siete palabras de magia que son: Bíbidi Bábidi Bu”, “Abra cacadra”, “Ábrete Sésamo”, “Si dices mentiras, te crecerá la nariz”, “Si dices cosas lindas, echarás flores, piedras preciosas, perlas y diamantes por la boca; si dices cosas feas, echarás por la boca serpientes y sapos”, etc. Nuestros jóvenes deben, en su momento oportuno, y no más tarde, sustituir la imaginación cuentística por la imaginación científica y técnica; aterrizar en el mundo de la realidad, de una realidad en donde el lenguaje verbo-corporal dice quiénes somos, cómo pensamos y hasta dónde podemos llegar. De no producirse este cambio, y a tiempo, sólo tendremos en la adultez a pueblos míticos, fantasiosos, ignorantes, torpes, fácilmente manipulables en todos los sentidos, en especial a la hora de decidir quiénes serán sus líderes, sus mandatarios, sus guías espirituales, sus parejas en el matrimonio...

Cuando somos niños nadie quiere ser “el malo del cuento”, “el malo de la película”; nadie quiere ser “el feo del cuento”, “el feo de la película”; nadie quiere ser “el cruel del cuento”, “el cruel de la película”; nadie quiere ser “el ogro del cuento”, “el ogro de la película”; nadie quiere ser “la bruja del cuento”, “la bruja de la película”; nadie quiere ser “la madrastra o la hermanastra de Cenicienta”; nadie quiere “echar sapos y culebras por la boca”... ¡Y de grandes....! ¿¡Qué pasó...!? Sencillamente, echemos un ojo al entorno: ¿Quiénes invaden países? ¿Quiénes matan niños y ancianos? ¿Quiénes acaban con la vida de los demás en nombre de dioses, religiones y creencias? ¿Quiénes roban el dinero del pueblo? ¿Quiénes traicionan? ¿Quiénes sumen a los pueblos en la ignorancia y el fanatismo? ¿Quiénes emplean la ciencia y la técnica para la destrucción de la Humanidad? ¿Quiénes violan niños y niñas? ¿Quiénes echan sapos y culebras por la boca? ¿Quiénes mienten deliberadamente? ¿Quiénes son los corruptos más grandes del mundo? ¿Quiénes son los asesinos más grandes del mundo? ¿Quiénes son los dictadores más grandes del mundo? ¿Quiénes crean los desastres financieros más terribles del mundo, que arrastran a todas las economías del orbe, y en especial a las economías satélites y corruptas? ¿Quiénes son las madrastras y las hermanastras de Cenicienta y los ogros rústicos, grotescos, sucios, pestilentos y sarnosos de los cuentos?... ¿Quiénes son todos éstos? ¿Quiénes hacen todo esto? ¿¡Pero qué cuentos infantiles leyeron!? ¿¡Qué películas infantiles vieron!? ¿Quién les leyó los cuentos? ¿Qué personajes copiaron? Sí..., decididamente algo falló y algo sigue fallando..., ¡y claro que seguirá fallando...! Sencillamente eche una sencilla mirada a “nuestros dirigentes”...

Ya en la juventud, la cultura en la que está inserto el joven, especialmente la familia –sobre todo en aquellas áreas donde es manifiesta la presencia de una familia nuclear–, es la que precisa el comportamiento verbal y corporal del individuo, que lo marcará en mucho en su estado adulto, lo que no quiere decir que sepamos o podamos –por muchas y variadas causas– expresar el amor, en sentido general, algo tan importante, tan elemental en la vida animal. Los adultos reforzamos a toda costa los roles “masculino” y “femenino” de niños y jóvenes, pero olvidamos inculcar y desarrollar en éstos el respeto obligatorio entre los géneros –especialmente de los varones hacia las hembras–, la equidad de géneros, y tres sentimientos básicos que no solamente matizarían de manera positiva la imagen pública de los futuros adultos, sino que contribuirían a resolver la mayor cantidad de los problemas sociales y delincuenciales que afectan a nuestras sociedades. Me refiero a la piedad, a la honestidad y a la tolerancia. En este sentido tenemos que señalar que todavía tienen mucho trabajo por delante las familias, el Estado y las instituciones educativas de América, incluyendo a Estados Unidos y Canadá, no solamente América Latina: “Por eso sería muy útil [...] aprender a distinguir desde nuestros primeros días el hombre honrado del perverso, el hipócrita del virtuoso, y el corazón doble del sencillo” (Fernández de Lizardi, 1985: 64). Los pueblos, las familias, las parejas, los futuros padres, nunca deben olvidar que en el mismo momento en que se concibe planeadamente un niño, en el mismo momento en que viene un niño al mundo, en el mismo momento en que nace un niño, ese niño está firmando con la vida un contrato en donde se registra, en donde se programa, en donde se marca la vida inmediata y la vida futura del niño, en todos los sentidos. Y no todos esos “contratos” son iguales, y no en todos los países esos “contratos” son buenos; por el contrario, en muchos lugares esos “contratos” son nefastos para los niños porque no le aseguran al niño nada bueno y sí muchas cosas malas e innobles, muchos pesares y un futuro desastroso.

Es verdad que no es fácil ser padres, e inclusive la planeación y desarrollo de tantas y tan variadas estrategias de la paternidad, en todos lo casos, culturas, sociedades, idiomas, tiempos, etc., ha sido y sigue siendo todo un problema lleno de retos, compromisos, incógnitas, dudas, temores, incertidumbres... No obstante, debido al gran desarrollo que presenta hoy la comunicación, especialmente la comunicación a través de Internet, inclusive en los más recónditos confines del mundo, tenemos que decir que siempre hay buenas opciones para planear el nacimiento de un bebé, hembra o varón, en la cultura que sea, y de desarrollar buenos hábitos de cuidado, de educación y de instrucción para ese bebé y hasta para los mismos padres y familiares del bebé, como muestra, entre muchas otras instituciones, Baby Center, en su página www.babycenterenespanol.com .

El adiestramiento verbal y no verbal de varones y hembras es diferente desde la infancia, lo que tendrá sus repercusiones en el estado de adultez:

[...] a los varones y nenas se les enseñan lecciones muy distintas acerca de cómo manejar las emociones [las buenas emociones y las malas emociones]. En general, los padres hablan de éstas –con la única excepción de la ira– más con las nenas que con los varones. Las nenas están más expuestas que los varones a la información sobre las emociones: cuando los padres inventan historias para contarles a sus hijos en edad preescolar utilizan más palabras que expresan emociones cuando hablan con sus hijas que cuando lo hacen con sus hijos. Cuando las madres juegan con los pequeños, muestran una gama de emociones más amplias con las nenas que con los varones; cuando hablan con las hijas de sentimientos, discuten más detalladamente el estado emocional mismo que cuando lo hacen con los hijos, aunque con estos entran en más detalles acerca de las causas y las consecuencias de emociones como la ira (probablemente como moraleja).

[Si llevamos estos criterios a la etapa adulta, junto a otras cuestiones, vemos que como resultado] hombres y mujeres desean y esperan cosas muy distintas de una conversación: los hombres se contentan con hablar de “cosas”, mientras que las mujeres buscan la conexión emocional.

En resumen, estos contrastes en el aprendizaje de las emociones favorecen habilidades muy distintas: las chicas se vuelven “expertas en interpretar las señales emocionales verbales y no verbales y en expresar y comunicar sus sentimientos”, y los chicos en “minimizar las emociones que tienen que ver con la vulnerabilidad, la culpabilidad, el temor y el daño (Goleman, 2001: 161-162).

Los adiestramientos verbo-corporales, los hábitos y las habilidades que adquieren los niños y jóvenes, se reflejan en la actividad docente-educativa. Tanto padres como maestros, por la misma experiencia que tenemos en la labor educativa y en la interacción con los niños, con los jóvenes, con los educandos, sabemos que los estudiantes se pueden diferenciar por:

  1. El nivel de preparación educacional general.

  2. Las capacidades de retención en la memoria del material didáctico.

A partir de aquí, podemos considerar que los educandos se clasifican, fundamentalmente, en dos tipos:

  1. Los que aprenden rápidamente.

  2. Los que aprenden lentamente.

No hay que pensar que los niños, jóvenes o educandos que aprenden lentamente están relacionados con los ineptos, incapaces o retrasados mentales. La experiencia nos demuestra que, por lo general, los que aprenden rápidamente también pueden olvidar rápidamente, y los que aprenden lentamente también pueden olvidar lentamente. Hay que señalar que a veces nos encontramos con ciertos estudiantes que realizan su proceso de aprendizaje lentamente y olvidan rápidamente lo aprendido. Junto a estos grupos existen, además, personas dotadas de una excelente memoria que aprenden rápidamente y olvidan lentamente.

A modo de conclusión, tal vez sea bueno recordar en este momento que cuando valoramos a una persona, cualesquiera que ésta sea, debemos hacerlo sobre la base de la existencia de variados tipos de inteligencia, es decir, no existe una sola inteligencia, sino nueve.

Consideremos aquí algo al respecto, que nos dará una idea más amplia acerca de las características de nuestros hijos y de nuestros estudiantes, de la misma manera que nos ayudará a reflexionar un poco más acerca de nosotros mismos y de las personas con las que interactuamos:

  1. Inteligencia verbal-lingüística: Se refiere al entendimiento del significado de las palabras y de las oraciones y sus sintaxis, a la riqueza del vocabulario. Se estimula por medio del lenguaje oral y la lectura de textos escritos, cualquiera que sean éstos, desde clásicos hasta vulgares y humorísticos, de doble sentido, juegos de palabras, albur. Se manifiesta en la conversación, en la explicación, en el entendimiento de los chistes de la variante lingüística materna y de otras variantes lingüísticas y dialectales, la memorización de nombres. Las personas que tienen este tipo de inteligencia prefieren actividades profesionales relacionadas con la literatura, el periodismo, la filología, la lingüística, la semiótica, la filosofía, la imagología, el derecho, etc.

  2. Inteligencia lógico-matemática: Reconocimiento de patrones abstractos, razonamiento inductivo y deductivo, habilidad para encontrar relaciones, ejecutar cálculos complejos y llevar a cabo un razonamiento científico. Se manifiesta en los momentos en que es necesario sacar cuentas complejas.

  3. Inteligencia espacial: Involucra la imaginación activa, la orientación en el espacio, la manipulación de imágenes, la representación gráfica, el reconocimiento de la relación de los objetos en el espacio y la percepción de ángulos diferentes. Implica una imaginación activa y vívida de la realidad. Se relaciona con la arquitectura, el diseño gráfico y el arte en general.

  4. Inteligencia musical: Capacidad para la apreciación de la estructura de la música, los esquemas o marcos mentales necesarios para oír música, sensibilidad a los sonidos, reconocimiento, creación y reproducción de melodías y ritmos, así como la habilidad para percibir las características de los ritmos y tonos melódicos.

  5. Inteligencia corporal-quinestésica: Incluye el control de los movimientos voluntarios, los movimientos automáticos preprogramados, la expansión de sentimientos por medio del cuerpo, y las habilidades para la imitación corporal. El desarrollo corporal-quinestésico se inicia con los reflejos automáticos –por ejemplo, la succión–. Las habilidades motoras básicas incluyen voltearse, gatear, sostener, sentarse y caminar.

  6. Inteligencia interpersonal o social: Se relaciona con la capacidad para la comunicación afectiva verbal y no verbal. Las personas con una alta inteligencia interpersonal o social son sensibles a los estados de ánimos de los otros y pueden con propiedad expresar sus motivaciones y sentimientos. Son personas que trabajan cómodamente en grupo y tienen la habilidad para discernir las intenciones que subyacen con las expresiones y conductas de otros. Este tipo de inteligencia se estimula mediante actividades que impliquen encuentros personales, donde sean de gran importancia aspectos tales como la comunicación efectiva, el trabajo colectivo para alcanzar una meta común, y la búsqueda de diferencia entre personas. Supone empatía o capacidad para ser consciente de los sentimientos de otros y entender las motivaciones de los demás. Su inicio temprano parte de la relación con los padres, el reconocimiento y aceptación de los que nos rodean, la imitación de sonidos y la interpretación de las palabras, gestos y expresiones faciales de otros.

Con la inteligencia interpersonal o social también se relaciona la empatía afectiva, el juego de los roles sociales y la habilidad para relacionarse con los demás. El desarrollo de orden superior de este tipo de inteligencia supone el reconocimiento de valores culturales y normas diferentes, reconocimiento de varias ideas sociales y tolerancia y comprensión de los demás.

Las frustraciones humanas desempeñan un papel relevante en la comunicación afectiva verbo-corporal. El tema de las frustraciones lo trato más detalladamente en mi trabajo intitulado “Comunicación y conducta. Reflexiones en torno a los protocolos comunicativos de los mexicanos de nivel culto en las áreas administrativas de empresas transnacionales del Distrito Federal”. Acerca del tema de las frustraciones se ha hablado bastante, desde muchos puntos de vista e interdisciplinariamente, aunque todavía falta mucho que investigar en este sentido, considerando los factores hereditarios, genéticos, raciales y la situación de culturas en contacto según los casos concretos en las áreas concretas de desempeño. Las frustraciones pueden ser de varios tipos y pueden abarcar desde un país o una comunidad completa –José Elías Esteve Moltó (2004). El Tíbet: la frustración de un estado. Valencia, Tirant lo Blanch–, hasta las frustraciones personales y, en situaciones de sociopatías y sicopatías, la frustración de una de las partes del “yo”:

La frustración es un concepto psicoanalítico importante. Se produce cada vez que el sujeto se halla ante un obstáculo que le impide satisfacer un deseo. En la vida diaria, son numerosas las ocasiones de frustración. Por ejemplo, hace usted una cola durante una hora en un cine de estreno y se anuncia que la sala está completa en el momento en que le había llegado a usted el turno de entrar. Todos hemos estado alguna vez en esta situación de frustración y hemos observado también a individuos que se hallaban como nosotros. Nadie queda encantado, por supuesto, pero la reacción de cada cual es diferente. Hay quien monta en cólera e intenta forzar el obstáculo de la taquilla; otro se va tranquilamente limitándose a alzar los hombros; hay quien decide esperar pacientemente a la próxima sesión; otro se echa a sí mismo la culpa y lamenta no haber venido antes; otro acusa a su mujer de haber perdido demasiado tiempo en prepararse. En los países en donde se observan constantes desastres ecosistémicos, temblores, inundaciones, conflictos bélicos, despidos o cesantías masivos de trabajadores, manifestaciones y plantones que afectan el tráfico vial, violaciones a los derechos de los niños, trata de mujeres, violaciones sexuales a infantes, etc., la frustración adquiere los más variados matices. La observación de las reacciones de los individuos ante la frustración es reveladora de la personalidad: sencillamente cuando usted esté conduciendo su coche, en una parada obligatoria en un semáforo, observe por un segundo al conductor de al lado suyo, o mientras espera la salida de su avión observe las caras y las conductas de los demás pasajeros.

En el caso de las frustraciones presentes en la comunicación verbo-corporal, nosotros hemos considerado este problema desde varias ópticas, y en especial a partir de la aplicación de los reactivos siguientes: 1. Mi nivel de satisfacción, 2. ¿Cómo conseguir el apoyo de la gente? Personas que me dan ánimo, 3. ¿Cómo conseguir el apoyo de la gente? Personas que me desaniman.

Siempre ha habido frustraciones. La frustración está presente en el mismo nacimiento y evolución de la Humanidad. La Biblia –o mejor dicho las “biblias”– está llena de frustraciones en todos los sentidos (Ruano, 2003e). Dondequiera hay frustraciones; pero en algunos lugares hay más, cuestión de cantidad y hasta de calidad, porque las frustraciones de algunos grupos y personas en particular son, sencillamente, inconcebibles, patológicas, deprimentes, degradantes, enfermizas, criminales... En algunas áreas continentales, países, grupos etnolingüísticos, sexos, edades, las frustraciones tienen sus particularidades muy concretas... Las frustraciones, esos estados de vacíos o anhelos insaciados, siempre están presentes en el discurso, cualquiera que sea éste: verbal o no verbal. Pero las frustraciones –y señalamos aquí que hay de “frustraciones” a “FRUSTRACIONES” y de “frustrados” a “FRUSTRADOS”– están presentes mayormente en el diálogo, en el discurso habitual, en la vida pública, en la vida laboral o en la vida íntima, a través de los “gestos”, de las “palabras”, de las “oraciones”, de las “frases”, de las “ideas”, de los “dichos y refranes”, de las “asociaciones de palabras”, de las “formas de ver el mundo” y de las “formas de analizar y evaluar a los demás”. Las frustraciones se observan hasta en la voz –que es un fenómeno de la comunicación no verbal–, en la forma de vestirse, en la imagen física, en las variantes del maquillaje y en las variantes del no-maquillaje, y en las formas de comer y beber. Hay que tener mucho cuidado con la exposición de las frustraciones, con sacar las frustraciones al exterior, con el hecho de que los demás conozcan tus frustraciones... Es normal que los grupos frustrados, que las personas frustradas, sean rechazados. Las sociedades sanas, los grupos sanos, las personas sanas, alegres, felices, con un elevado sentido de la vida y el disfrute, rechazan a los frustrados y se acercan, con gusto y afecto, a las sociedades e individuos alegres, gratos, simpáticos, carismáticos y con un gran sentido de la vida y el disfrute. Claro que, en teoría, sabemos que en la vida moderna todos los grupos de individuos, que todas las personas, tienen sus problemas, sus limitaciones; pero “esas frustraciones tan marcadas” –y no las pequeñas, sutiles o pasajeras frustraciones, normales en la vida moderna– son las que hacen rechazables a los grupos y a las personas. Claro que las frustraciones no son buenas, en ningún sentido... ¿Por qué? Bueno, primeramente, porque la persona frustrada, porque el grupo frustrado, expresa con gestos y palabras una “agresividad malsana” –recordemos aquí que no todas las agresividades son malsanas (Huntington y Turner, 1987; Oliver y Mos, 1988)– hacia los demás, lo que se llama reacciones extrapunitivas; pero también hacia sí mismo, lo que se llama reacciones intrapunitivas–, y justamente por eso al frustrado se le considera antisocial y autodestructivo. Claro que también sucede que el frustrado, debido a sus particularidades traumáticas y disociantes, con frecuencia intenta manipular, sin respeto alguno a quien sea, con el objetivo de salirse con la suya, de lograr sus objetivos, generalmente negativos, y de tal manera puede aparentar “conciliar”, y por eso aparece una tercera reacción del traumático llamada reacciones impunitivas. La personalidad del frustrado, generalmente, es inconfundible, y no me refiero a que sea inconfundible solamente para los que hemos trabajado, de cualquier manera, la comunicación y el carácter, es decir los caracterólogos, o para las personas adultas, experimentadas o con un amplio conocimiento de las culturas y los protocolos comunicativos internacionales. Me refiero a que la personalidad del frustrado es tan evidente y rompiente que hasta los niños pueden detectar esos “caracteres especiales”, al decir de algunos frustrados. Conocemos perfectamente al frustrado porque en el discurso hablado, en el diálogo, antes de hablar el frustrado expresa con gestos primero lo que está pensando y que luego dirá con palabras, si es que llega a expresarse verbalmente. El frustrado generalmente habla más con gestos que con palabras; son los gestos los que, ante todo, descubren al frustrado y a las frustraciones. El frustrado emplea todo un sistema de comunicación que se denomina Protocolo de la Frustración, por eso los frustrados –según las áreas de frustraciones– se buscan, se identifican, se entienden, comparten sus códigos de frustración... Lo ideal sería que no hubiera frustraciones, o por lo menos “esas frustraciones” que hacen rechazables a los frustrados; pero para esto tanto los padres, como la familia, como los gobiernos, como las entidades educativas, y en algunos países las asociaciones religiosas, tendrían que aunar esfuerzos para crear un mundo más civilizado, cultivado, equilibrado y tolerante. ¡Y sabemos que esto es un “sueño guajiro”!

Quisiera detenerme un poco en este tema de la inteligencia interpersonal o social dada la trascendental importancia que ella presenta en países o áreas donde existe una evidente heterogeneidad étnica, social, cultural, económica, política, religiosa e incluso lingüística, marcadas conductas machistas, marcado síndrome de María, marcado Síndrome del Sapo Cancionero, etc., o, como decimos ahora habitualmente, en “situaciones de globalización”. Aquí la pregunta sería la siguiente: ¿cómo hacerle para “vivir en paz” con los demás, para vivir de alguna manera entre los demás sin crearnos conflictos e irritaciones que sólo nos deparan la amargura de una convivencia forzada, intolerable e hipócrita? Independientemente de que para esto recomendamos la lectura del texto: Fernando Antonio Ruano Faxas y Paulina Rendón Aguilar (2002). Qué entender por calidad y calidad de vida en un mundo globalizado. México, Ediciones ЯR, que está disponible en http://openlibrary.org/search?q=ruano+faxas y en http://openlibrary.org/b/OL22647950M , la respuesta tiene que partir de ¿cómo preparamos en realidad a nuestros niños para el futuro inmediato? Aquí lo primero que aparece ante nuestros ojos no solamente es la lejanía, la distancia, entre padres e hijos en ese periodo tan importante que es la infancia –no hablemos ya de la “lejanía” de la madre, y del padre, con respecto al feto, en el proceso de gestación: Flora Davis (1995). La comunicación no verbal. España, Alianza Editorial, “Las lecciones del útero”, 183-197–, por las causas que sean, sino, y peor aún, la pésima y desajustada educación e instrucción que se les brinda a nuestros niños y jóvenes en la actualidad, una educación y una instrucción que en promedio nos hacen recordar “educaciones vulgares y maleadas” o “morales y purgadas de las más comunes preocupaciones”, al decir de José Joaquín Fernández de Lizardi, el llamado “Maniático de la educación”, ambas fuera de lugar en un mundo globalizado, en un mundo con tantos y tan variados problemas de toda índole, en un mundo que tiende al desarrollo integral, al paso de una educación e instrucción tercermundistas a una educación e instrucción primermundistas. A hombres y mujeres, a todos, sin distinción de sexo o raza, de religión, hay que instruirlos con fundamento en las exigencias de un mundo moderno. A veces tal pereciera que se mantiene el absurdo y rígido argumento evolucionista de antaño que dice que si dos grupos humanos chocan entre sí y uno extermina al otro, el vencedor es biológicamente más afortunado que el vencido. La vida de diferencias y deslealtades grupales que llevamos hoy los humanos es sencillamente una mezquindad: “Si se hubiera esforzado [el ser humano] en vivir competitiva pero pacíficamente [y también respetuosamente] uno al lado del otro, la especie entera considerada como un todo habría resultado mucho más beneficiada [...] ¿Qué diferencia hay entre unos nativos negros que degüellan a un misionero blanco y la chusma blanca que lincha a un negro indefenso?” (Desmond Morris [1993]. El zoo humano. Barcelona, RBA). Por lo menos para la víctima, para el afectado, ninguna en lo absoluto. Es por tal situación que hemos comentado muchas veces algo que ya es viejo: la educación y la instrucción deben ser parejas para todos, “deben ir al fondo de las cosas, penetrar en el sentido de los hechos, y al mismo tiempo que informar y esclarecer, formar la personalidad humana para ejercer rectamente el criterio y cumplir el deber de los hombres asociados para el bien de todos”. “El magisterio [debe ser] es [un proceso] eminentemente moral, inspirado en el respeto a la personalidad humana y enérgicamente incompatible con la violencia, la coacción o el engaño de los políticos oportunistas de todos los tiempos y de algunas asociaciones, congregaciones o grupos que por conveniencia propia y extrañas manipulaciones morales suman a los hombres en la más profunda ignorancia y la más asquerosa de las vejaciones. En este sentido, recomendamos la lectura de la “Introducción...” a La Edad de Oro, de José Martí.

Otras preguntas interesantes serían las siguientes: ¿Cuándo se supone que tanto la hembra como el varón van a conocer los problemas concretos del comportamiento, los hábitos, las conductas del “otro” no familiar, del “otro” que no pertenece a su “tribu”? ¿Cuándo se produce el noviazgo? ¿Cuándo se produce el matrimonio? ¿No sería bueno instruirlos a temprana edad ya en el respeto del “otro” que no pertenece a su grupo inmediato y así evitar, entre otros daños, la desastrosa separación matrimonial que termina en divorcio con las consabidas nefastas repercusiones en los hijos? ¿Acaso está bien que se produzca la educación y la instrucción de varones y hembras en escuelas aisladas, especiales para uno u otro sexo de manera exclusiva, especialmente durante largos períodos? ¿Es así como se puede y se debe conocer respetuosamente “al otro”? Los riesgos son muy grandes... Aquí recomendamos la lectura, entre muchas otras que tocan este tema, de “Grabación y malgrabación”, del libro El zoo humano, de Desmond Morris, que en la edición de Barcelona, RBA, de 1993, está entre las páginas 128 y 147, especialmente la parte concerniente a la homosexualidad y sus formas en prisiones, buques, cuarteles militares, escuelas religiosas, conventos y seminarios religiosos, que en esta misma edición aparece entre las páginas 141 y 147. ¿Nos hemos preguntado por qué a muchos grupos no les conviene que se conozcan las verdaderas estrategias y códigos de las relaciones interpersonales? Para que las cosas sigan “como hasta ahora”, a muchos grupos y personas les conviene que no se conozcan esos códigos especiales de la comunicación interpersonal, que no se hable de eso, que el asunto siga siendo tabú, porque de lo contrario se conocería “la otra cara de la moneda” de las relaciones interpersonales, la parte negativa, el engaño, la mentira y todos sus grados y tipos. Como texto de consulta para este tema recomendamos a Feggy Ostrosky-Solís, op. cit.: “El engaño y cómo identificarlo: el control de la comunicación no verbal”, 233-249.

  1. Inteligencia intrapersonal o introspectiva: Implica concentración mental, metacognición, conciencia y expresión de diferentes sentimientos. El razonamiento y el pensamiento abstracto tienen una participación significativa en este tipo de inteligencia. Ésta se estimula cuando estamos en situaciones que causan introspección y requieren conocimiento de los aspectos internos y conciencia de nuestros sentimientos, procesos de pensamiento, autorreflexión y espiritualidad. A temprana edad ya el niño comienza a preguntarse sobre el porqué de las cosas y a buscar un sentido a lo que encuentra a su alrededor. Con el establecimiento de lo que le gusta y le disgusta va logrando una autoidentificación y autocomprensión. El desarrollo más complejo de esta forma de inteligencia implica el control consciente de nuestro estado emocional, la búsqueda de identidad, el quién soy, la comprensión y creación simbólica, el desarrollo de un sistema personal de creencias y filosofía, la metacognición –uso consciente de procesos de pensamiento– y la autocomprensión –incluyendo aspectos sicológicos personales, motivaciones, aspiraciones, y el papel de la cultura.

  2. Inteligencia naturalista: Se refiere a la capacidad humana de reconocer la flora y la fauna –es decir, cosas vivas de la naturaleza, como plantas y animales– y diferenciarlas de los elementos que no son vivos –por ejemplo, las rocas; o incluso cosas artificiales o artefactos culturales, como los automóviles, los zapatos, etc.

Y, además, se ha postulado recientemente que existe la

  1. Inteligencia espiritual o existencial: No ha sido formalmente postulada. Trata la existencia, la vida y la muerte. Es decir, saber quiénes somos, de dónde venimos y a dónde vamos. Me parece que este es un tema muy interesante en nuestras culturas, que son el resultado de tres grandes grupos sociales tan diferentes: amerindios, europeos y africanos. Para tratar este tipo de inteligencia, recomiendo consultar mis libros El lenguaje corporal humano. Apuntes para el curso y Algunos recursos para valorar la comunicación a través del lenguaje oral, del lenguaje escrito y del lenguaje corporal: El área geográfica y los climas, Esferas socioculturales, Los estilos, La edad, El sexo, El tabú lingüístico y la Comunicación no verbal.

Estos tipos de inteligencia condicionan los comportamientos y las adaptaciones de los seres humanos en los diferentes contextos. De tal manera, algunas investigaciones pedagógicas han mostrado que los estudiantes se diferencian entre sí por el grado de adaptación que poseen en el medio que les rodea en la escuela. De aquí que consideremos que:

• El primer tipo de estudiantes se caracteriza por el amplio modo de abordar los objetivos y tareas de la enseñanza en la escuela. Los intereses de los estudiantes de este grupo están orientados a un conglomerado de conocimientos más amplios que los que se prevé en el programa –el estudio de las ramas afines del conocimiento, la activa participación en el trabajo científico, etc.–. La labor social de estos estudiantes aparece en todas las múltiples formas de la actividad colectiva.

• El segundo tipo se diferencia por la estricta orientación hacia una especialización determinada. Aquí la actividad cognoscitiva de los estudiantes se sale de los límites del programa docente; sin embargo, “no fuera de su campo específico”, sino “dentro de su campo específico”. En tales casos, las aspiraciones e intereses culturales de los estudiantes están limitadas por el marco de los intereses “circunprofesionales”.

• El tercer tipo aparece orientado a la investigación pasiva del volumen y estructura de los conocimientos enmarcados en el programa docente. Los intereses culturales de este grupo de estudiantes no se verifican sobre la base de la actividad creadora y dinámica. Este tipo de actividad es la menos creadora. Es frecuente que los alumnos que prefieren este tipo de actividad entren en conflicto con los estudiantes que prefieren los dos tipos anteriores de actividad, y hasta que entren en conflicto con la misma institución educativa y con los docentes en particular. Algunos de los rasgos que caracterizan a los educandos que prefieren este tipo de actividad son: apatía, indiferencia, frustración, esquematismo, atraso cultural, analfabetismo funcional, falta de iniciativa, falta de vocación, carencia de liderazgo positivo, presencia de liderazgo negativo, núcleos familiares con marcada disfunción cultural...

Así vemos cómo es de heterogénea la masa de estudiantes y con la variedad de perfiles de educandos con que tienen que trabajar los maestros [...]

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