Los inconquistables panches del Magdalena

Epopeya de un exótico reino caribe y su infortunado tropiezo con el Imperio Español

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February 16, 2023 | History

Los inconquistables panches del Magdalena

Epopeya de un exótico reino caribe y su infortunado tropiezo con el Imperio Español

1.ª edición
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A comienzos de un nuevo milenio se ha desatado una interesante polémica sobre los primeros seres humanos que llegaron al continente americano. Una de las recientes teorías, sostiene que los primeros pobladores no fueron cazadores que bajaron desde el extremo norte del continente, sino navegantes que llegaron desde el oeste y atracaron en sitios cálidos.

Pero cualquiera que hubiese sido el origen del hombre americano, Colombia sin duda alguna fue sendero obligado de grupos nómadas que pasaban de Norteamérica hacia Centro o Suramérica o bien del sur al norte del continente. Diferentes culturas transitaron por estas tierras, no sin antes dejar estilos de vida, que más adelante establecería ese mosaico de pueblos con lenguas y costumbres diversas que conformarían la Colombia precolombina.

En territorio nacional, en las orillas y afluentes de la vía fluvial del Magdalena y otros importantes ríos se acentuaron grandes grupos que formarían tiempo después, como entre el 400 a. n. e. al 500 d. n. e., sociedades como las Pijao, Panche, Pantágoras, Muzo, Chocoes y Colima, todos de ascendencia Caribe.

Con esto quiero indicar que la localización de la Colombia antigua es de suprema importancia en su estudio por la gran variedad de culturas aquí acentuadas, además de encontrarse ubicada entre varias de las civilizaciones más sofisticadas de la antigüedad; las de Mesoamérica y la de los Andes Centrales.

En el interior de Colombia, los Panches desarrollaron la cultura más representativa y gracias a ello se convirtieron junto con los Pijaos, en los mayores exponentes de la familia lingüística Caribe del Magdalena Medio y Alto.

Los anteriores argumentos me permiten presentar este proyecto de investigación, que busca convertirse en un libro para entender quiénes, cómo, de dónde y porqué llegaron a los valles del Magdalena. Y en últimas, dar sentido a esa actitud de desafío hasta su último aliento en defensa de sus tierras, costumbres y familias contra la ocupación y conquista.

El texto de la cultura Panche se desarrolla en tres estadios o períodos de los cinco existentes. Los dos primeros períodos, el Lítico y Arcaico, no son tenidos en cuenta dado que estas etapas fueron desarrolladas por sociedades Caribes y no Panches.

A pesar de todas las alteraciones o exageraciones de las crónicas dejadas por los conquistadores, sobresalen sin embargo; numerosas anotaciones de mucho interés histórico. Es también curioso el hecho de que los cronistas europeos, queriendo ser siempre los héroes libertadores y creyendo siempre ser los transmisores de la única verdad sobre la tierra, nos relatan en estos escritos sin darse cuenta, todo un documento antropológico que cuestiona severamente y en algunos casos destruye sus propias ínfulas de grandeza y opiniones trastocadas.

ANTECEDENTES
Sabemos, basados en diversos cronistas, que existió un conglomerado aborigen llamado Panches. Sobre el significado de su nombre se especula a partir de lo que Fray Pedro Simón relató “...Caminando por donde ya se había andado conquistando, cargándose diez y ocho leguas de la ciudad de Ibagué, al noroeste, todo en la tierra de los Panches, por una y otra banda del río grande y varias provincias debajo de este nombre de Panches. Nombre que tomó de cierto pescado que se coge en el río grande que por otro nombre llaman bagre en más común vocablo se llama Panche...”.

Se cree que algunas familias entre la nación de los Panches, tenían como costumbre (catalogada por algunos como estética) la deformación craneal, creando la posibilidad de relacionarlos con la cabeza del pez que es aplastada. Lo cierto es que adoptaron la deformación de su cuerpo como parte de un tributo indispensable para su supervivencia.
Colocaban dos tablillas fuertemente amarradas en torno al cráneo, en la parte de la frente y atrás; de esta forma conseguían deformar la cabeza en los recién nacidos. Así mismo, en torno a los brazos y piernas ataban ligaduras en las partes superior e inferior, ocasionando visibles deformaciones que correspondían en principio a sus formas de ver la estética, agregando en esto una impresión secundaria de producir temor frente a sus adversarios.

REFLEXIÓN
El dominador impone sus reglas creando mecanismos de explotación y discriminación. Se adueña de las tierras, somete a sus pobladores para poder emplear su mano de obra, cambia los patrones establecidos hasta donde la resistencia de los naturales se lo permite, genera procesos de etnocidio para acabar las culturas que encuentran a su paso, todo esto con el fin de consolidar el orden colonial.

En la época Republicana, la situación de los aborígenes en Colombia empeoró; hubo supresión de tierras comunales y despojos de ella por particulares o por fuerzas gubernamentales en favor de terratenientes. Pobreza, ignorancia y exclusión política era lo único que se sabía de ellos. Los colonos con el aval e indiferencia gubernamental, siguieron empujándolos a los confines de la selva haciendo igual de penosa e implicando nuevos procesos de adaptación a su sobre vivencia. Pero lo más triste quizás sobre la historia de las Indias Occidentales, es que a pesar de todas las ofensas, injurias y humillaciones y a pesar de haber entregado todas sus riquezas, hogares, tierras y hasta sus vidas mismas, los pobladores antiguos de este continente quedaron en deuda con la conquista española.

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Language
Spanish
Pages
207

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Los inconquistables panches del Magdalena: Epopeya de un exótico reino caribe y su infortunado tropiezo con el Imperio Español
Febrero 2005., Liliana Pérez Illera & Mj Editores
Hardcover in Spanish - 1.ª edición

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First Sentence

"El vengador cultural de los Panches By: GONZALO GUILLEN. El Nuevo Herald. Una lucha hasta el final contra el dominio español. Los aborígenes prehispánicos pasaron a la historia con dos caras: una la que dibujó la pluma desalmada del conquistador, donde se les describe como asnos sin fe, haraganes y cochinos comepiojos, y otra representada en un legado monumental de arte y orfebrería que sigue dando sorpresas. El arqueólogo e historiador colombiano Ángel Martínez se ha dedicado a esta otra faceta de los antepasados buscando en las entrañas de la tierra de su familia, destruida por una avalancha de lodo, las razones para reivindicar una de las civilizaciones denigrada que opuso una gran resistencia al conquistador español. Martínez, de 49 años, sostiene que durante la conquista de América y la colonia española, política y socialmente el indio fue el vencido, el dominado, el colonizado''. El desprecio español era general, agregó, ``no importa que fueran Aztecas o Incas o Panche o Muisca, sacerdotes o guerreros, aristócratas o campesinos. Todos los habitantes de este supuesto nuevo mundo entran en la historia europea ocupando un mismo lugar, designados con un mismo nombre, indio, y relegados al más bajo estrato de la sociedad colonial''. Después de su último viaje a América, Cristóbal Colón, empobrecido y deshonrado, desde Jamaica le escribió una carta a los Reyes Católicos en la que se refirió a los indígenas como ``un millón de salvajes crueles''. En otra crónica del siglo XVI, el español Francisco López de Gómara narró que los naturales americanos ``andan desnudos; no tienen amor ni vergüenza; son asnos abobados, alocados, insensatos; no tienen en nada matarse o matar; précianse de borrachos; emborráchanse también con humo y con ciertas hierbas que los saca de seso''. Para López de Gómara los indígenas eran también ''haraganes, ladrones mentirosos y de juicios bajos y apocados'', carentes de ''fe y orden'' así como ''hechiceros, agoreros, nigromantes, son cobardes como liebres, sucios como puercos'' debido a que ``comen piojos, arañas y gusanos crudos doquiera que los hallan [] en fin digo que Dios nunca crió tan conocida gente en vicios y bestialidad sin mezcla de bondad o policía''. Martínez estudió ciencia política en la Universidad de Washington, donde se encontraba en noviembre de 1985, cuando el volcán nevado del Ruiz eructó, derritió un casquete de hielo y desató una avalancha de lodo y piedras que borró del mapa la ciudad de Armero, con sus 30 mil habitantes. En el desastre perdió a su padre y los bienes de una hacienda ganadera y agrícola que quedó cubierta por el fango. Desde entonces, la relación de Martínez con esta región del centro andino de Colombia, en la que nació, habría de ser algo subterránea y reveladora. En efecto, se formó como arqueólogo y emprendió un plan de búsquedas y excavaciones de vestigios precolombinos que lo llevó a encontrar las claves de un mundo todavía más profundo y perdido que el devastado por la tragedia de 1985. Martínez se entregó a rastrear la realidad de la civilización Panche de la región de Tolima, arrasada por los españoles en vista de que no se dejó conquistar y de ella, en esencia, solamente quedaron crónicas difamatorias españolas como las de López de Gómara. Los Panche fueron una nación de la familia lingüística Caribe y dominaron toda la parte occidental del departamento de Cundinamarca hasta los valles del Magdalena, en Tolima, divididos en las comunidades Tocaimas, Anapuimas, Suitamas, Lachimíes, Anolaimas y Síquimas Chapaimas. A la llegada de los conquistadores los Panches pasaban de 30 mil almas, mediante el uso de tablas les daban a los cráneos de los niños formas piramidales. Cazaban y luchaban contra sus enemigos mediante el uso de macanas, mazos, flechas y dardos provistos de sustancias venenosas preparadas con esencias vegetales y de animales como arañas y serpientes. Vivían parcialmente desnudos y adornados con aretes, plumas y deslumbrantes piezas de oro que los españoles persiguieron sin piedad. Hay indicios de que su organización social seminómada ya estaba constituida en el año 300 después de Cristo y subsistió hasta aproximadamente 1500. Su desarrollo y talento militar les permitió vencer sucesivamente a los primeros conquistadores que intentaron doblegarlos, entre ellos Juan de Céspedes y Alonso de San Martín. No obstante, el conquistador Gonzalo Jiménez de Quesada, se alió con los Muisca de la región de Bogotá hasta conseguir el exterminio de los rebeldes, registrado en 1550 por Antón de Olalla y Juan Ruiz Orjuela. Algunos sobrevivientes al genocidio murieron esclavizados trabajando a latigazos entre socavones de minas de oro. Ángel Martínez ha entregado al Museo del Oro, de Bogotá, valiosas piezas Panche obtenidas en sus excavaciones y ha extraído más de 2,000 piezas de oro y cerámica, incluido el Tesoro del Señor de Lumbí. Hoy posee la colección de arte Panche más valiosa del país. Una parte de las piezas las entregó a un museo que fundó en el pueblo de Guayabal, en donde se ha tratado de reinstalar la desaparecida Armero. No obstante, las autoridades municipales lo mantienen cerrado, al borde de la desaparición, y varias veces la colección ha estado cerca de malograrse con el agua que se cuela durante el invierno por entre las tejas descuidadas. A menos que el museo de Guayabal consiga convertirse en una institución estable y segura, asociada a la investigación y a la cátedra, Martínez sostiene que la totalidad de su colección es probable que termine en poder del Museo del Oro, del Banco de la República, en Bogotá. Recientemente, Martínez publicó Los inconquistables Panches del Magdalena que contiene los resultados de sus investigaciones de años hechas con la asistencia de su esposa, Liliana. Ambos sufrieron un secuestro de la guerrilla en la mitad de una jornada de exploración del que salieron ilesos. El libro de Martínez pretende ser recibido como una contribución sólida al desarrollo de lo que llama ''nueva historia'', en la que la investigación científica no siga siendo mera reproducción de textos de la conquista y la colonia que solamente consiguen mantener una falsa imagen de las culturas prehispánicas, de las que en Colombia es muy poco lo que se sabe a ciencia cierta."

Edition Notes

REVISTA INTERACCIÓN No. 42. Sección RESEÑAS. Alrededor de nuestros orígenes.

LOS INCONQUISTABLES PANCHES DEL MAGDALENA. Por Ángel Martínez T.

Comentario: Luis Fernando García Núñez.

Hablar de un tema que tiene que ver con nuestro origen es un privilegio. Para unos, con frecuencia, no significa nada y prefieren, o por lo menos no reconocerlo, por ese detestable y peligroso arribismo que acompaña a muchos colombianos. En estas líneas vamos a hablar de un pueblo en verdad fascinante, como lo son todos los pueblos indígenas nuestros, y como también lo son los pueblos indígenas de este continente: verdaderos caudales de sabiduría, de sensatez y de inteligencia. Pueblos privilegiados que infortunadamente cayeron en las destructoras manos de unos seres marginados de la razón, de la fuerza telúrica y profunda y, por ello mismo, no comprendieron la dimensión de estos seres que alcanzaron una relación profunda con la naturaleza, la fuerza de la vida y, por lo tanto, la dinámica de la existencia.

Sin tanto bombo, esos seres excepcionales, forjaron unas culturas emprendedoras, vitales, poco comprendidos, pero profundamente reveladoras de la existencia misma del hombre. Por eso, volviendo a las márgenes del devenir, del nuestro, cada vez que leemos a los cronistas descubrimos al otro hombre, a ese que tiene la capacidad, como dice ÁNGEL MARTÍNEZ, de relatar “hechos contradictorios con magistral inconsciencia”, y lo peor es que “algunos historiadores actuales los transcriben sin comentarios con la mayor desaprensión”. Y es que “Unos relatores declaran por ejemplo, que los indios no tienen fe y, más adelante, escriben sobre rituales, costumbres religiosas y nombre de dioses. Otros nos presentan estas tribus como bárbaras y comentan después sobre su organización social, arte y métodos de cultivo”. Una mirada a este pueblo aguerrido de los Panches, es una epopeya que nos sirve para reconstruir y revivir un pueblo que, como dice el autor en la Introducción, tuvo un final trágico. Y es que ese “nuevo orden exigido por los colonizadores se impuso de forma irreverente, brutal y despiadada en la búsqueda de enriquecimiento, representado en oro, plata, piedras preciosas, tierras y esclavos”. Como todos estos pueblos ellos que sabían “trabajar por el bien común”, también “entendían la relación hombre-naturaleza y no solamente la practicaban con sumo rigor: eran sus custodios desinteresados”. Y es que “su espiritualidad se basaba completamente en la creación. Entre ellos y la naturaleza todo se hacía con moderación buscando siempre el punto de equilibrio”, cosa que podemos ver detenidamente en sus cerámicas, por solo citar un caso. Todavía hay quienes necesitan ver mejor, escuchar, sentir. Este es un caso que vale la pena tener en cuenta. El libro de ÁNGEL MARTÍNEZ, LOS INCONQUISTABLES PANCHES DEL MAGDALENA, nos sirve de soporte para entrar en un tema que necesita explorarse aún más para quitarnos de encima el yugo de la infamia que dejaron enclavada unos cuantos cronistas, que desplegaron en medio de su ignorancia y de su desastre personal (tenemos que ver de dónde venían y cómo llegaron), unas leyendas que en ese entonces y aún hoy, como lo podrán ver los lectores, persisten entre historiadores, o que se creen tales, y otros personajes de esta copiosa fauna de intelectuales, eso dicen ellos que son, que nos tocaron para nuestro infortunio. Buscar en el pueblo Panche, en esta subcultura Caribe, una provisión de nuestra esencia, es también de alguna forma, buscar “en el campo de lo mágico”, el traspaso de “las fronteras de lo material”.

Queremos, hoy más que nunca, nosotros, los civilizados habitantes del siglo XXI, descubrir “el poder interno de las cosas”, queremos manipular “la energía para curar enfermedades”, queremos predecir “buenas o malas cosechas”, necesitamos mantener “comunicación con el más allá”. Éste es un libro para conversar con él, un libro que nos permitirá, en buena medida, entender muchas cosas que hoy nos parecen extrañas. El libro de ÁNGEL MARTÍNEZ es una búsqueda que, por fortuna, redescubre el sino de un pueblo que fue víctima de la más osada infamia de todos los tiempos, hecha en nombre de un Dios lejano para nuestros hombres y de un rey que no sabía nada: no sabía de los hombres, ni de la tierra, ni del trabajo: un hombre que no era un hombre, al final era simplemente un rey, no servía para más.

Published in
Bogotá, Colombia
Genre
Historia., Antropología., Arqueología.

The Physical Object

Format
Hardcover
Number of pages
207

ID Numbers

Open Library
OL13072896M
ISBN 10
9589760708
ISBN 13
9789589760703

First Sentence

"Hace 500 años atrás América estaba poblada de aborígenes, pero hoy día muy pocas de estas personas quedan. En Colombia existen más de 180 agrupaciones lingüísticas que constituyen una aglomeración de lenguas y dialectos, que a su vez corresponden a otros tantos grupos que en forma aislada sobreviven en el territorio nacional. Podemos darnos cuenta de qué manera variada y abundante se hallaba establecido el panorama indígena en el siglo XV antes del descubrimiento."

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