Cien pájaros volando reproduce en clave irónica la vieja oposición entre civilización y barbarie, situando en un valle cordillerano imaginario el contrapunto entre un antropólogo y una primitiva comunidad de cabreros y ovejeros, más la irrupción inesperada de un delirante destacamento guerillero maoísta. El desenlace de este encuentro, unido a la extraña relación afectiva que todos estos personajes mantienen con los animales, configura un cuadro en que el orden natural del universo queda irremisiblemente trastocado, dando pie para que la versión definitiva de los hechos del relato quede al arbitrio del lector, para quien ella habrá de constituir apenas el pájaro en la mano del refrán: tan sólo una lectura parcial de los acontecimientos, con los otros cien pájaros volando por su cuenta, fuera de su alcance.