En la actualidad los museos presentan una realidad fragmentada, esto es, ignoran las relaciones entre las distintas manifestaciones culturales, desvinculan el presente del pasado, impiden la comprensión de los problemas humanos y sociales, renuncian a la crítica y fracasan totalmente en su misión de ayudar a la sociedad a explicarse el mundo. Al igual que los grandes almacenes, donde la gente deambula alucinada ante maravillas incomprensibles e inaccesibles, y en forma similar a los lugares donde se celebran acontecimientos u ocurren espectáculos, los museos de nuestros días ofrecen objetos “mejorados” con efectos de luz y sonido, detalles folklóricos o representaciones teatrales a la manera hollywoodesca. Como otras instituciones sociales, se han convertido en agentes del mercado de la sociedad posmoderna y sus tiendas en los lugares centrales. Esta tendencia a la mercantilización de los museos es criticada severamente en este libro, porque con la pérdida de los museos como instituciones que, junto con las universidades, transmiten a la sociedad una conciencia de sí misma, la sociedad pierde la posibilidad de reflexionar y orientar su futuro.