Panorama de la lengua española

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April 28, 2010 | History

Panorama de la lengua española

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I. Situación actual de las lenguas del mundo...................... 4

II. Las familias lingüísticas y las lenguas romances............. 11

III. La lengua española y sus dominios lingüísticos:
América, Europa, Asia y África......................................... 25

IV. El español de España: áreas dialectales y lenguas
en contacto. Los primeros escritos en lengua española........................................................................... 83

V. El español de América: áreas dialectales y
lenguas en contacto......................................................... 90

Pese a ser una lengua hablada en zonas tan distantes, hasta ahora en el idioma español o “idioma castellano” todavía existe una cierta uniformidad en el nivel culto del idioma que permite a los usuarios de la lengua de uno u otro lado del Atlántico, de los cuatro continentes, entenderse con relativa facilidad. Las mayores diferencias que aparecen en la lengua española son de carácter suprasegmental, es decir, debido a la variada entonación, fruto al parecer de los diversos substratos lingüísticos que existen en los países de habla hispánica. La ortografía y la norma lingüística aseguran la uniformidad de la lengua; de ahí la necesidad de colaboración entre las diversas Academias de la Lengua para preservar la unidad funcional del idioma, hecho al que coadyuvan la difusión de los textos literarios y científicos, los hombres de ciencia y técnica, los profesores, el cine, la televisión, los documentos ofimáticos, los comunicadores y periodistas, bibliotecólogos e informatólogos y, por supuesto, Internet. Desde España se ha elaborado el primer método unitario de enseñanza del idioma que difunde por el mundo el Instituto Cervantes. El trabajo coordinado de las Academias ha cristalizado en la "Elaboración de la norma culta de las grandes ciudades", que presta especial atención a la fonología y el léxico. La lengua española es el segundo idioma hablado en Estados Unidos, que cuenta con varias editoriales, cadenas de radio y televisión con emisiones totalmente en español; asimismo, y por razones estrictamente económicas, es la lengua que más se estudia como idioma extranjero en los países no hispánicos de América y Europa. Lejanos ya los tiempos en que fue considerada la lengua diplomática, cuando fue sustituida por el francés, hoy el idioma español es lengua oficial de la ONU y sus organismos, de la Unión Europea y otros organismos internacionales. Además, nuestro idioma ha sido incluido como lengua de comunicación en Internet, lo que asegura la constante traducción de las innovaciones informáticas, su difusión e intercomunicación. Donde aparece más incierto el futuro del idioma es en el continente africano y en el continente asiático, abandonado por razones políticas y culturales a la voluntad de sus hablantes.

Los hablantes de la lengua española conforman una comunidad de aproximadamente 500 millones de hispanohablantes, que se encuentran esparcidos en cuatro continentes: América, Europa, Asia y África, y que emplean este idioma con diversos fines y en situaciones comunicativas varias. De estos 500 millones de usuarios del idioma español, unos 450 millones son hablantes nativos del español, tienen a la lengua española como idioma materno; otros, unos 50 millones, emplean este idioma como lengua secundaria, como medio de comunicación secundario, y aquí tenemos que mencionar a cientos y cientos de empresarios e intelectuales que usan este idioma con cierta frecuencia en su vida laboral y científico-técnica [...]

La lengua española coexiste, vive en contacto, con otras muchas lenguas, de las cuales toma palabras en préstamo y a las que da, en cambio, otros tantos. La cantidad y la calidad del intercambio de “préstamos léxicos” o “adopciones” y de “préstamos semánticos” depende, en este caso, del área geográfica que ocupa el país hispanófono, del grupo socioeconómico, de la ciencia, de la cultura, del nivel de desarrollo, de las relaciones internacionales y de los vínculos específicos y concretos que establecen los países de lenguas diferentes, de las políticas educativas y lingüísticas de cada área, de cada país y de cada grupo en particular, etc.
En cualquier lengua, y en este caso la lengua española, que ocupe una extensión geográfica tan grande, y que presente una evolución y una realidad dialectales tan disímiles, el mundo circundante, en todos los ámbitos de la actividad del hombre, se puede designar con palabras y con significados varios, contrastantes, con raíces y matices complejos, a veces “raros” y hasta inexplicables para otros grupos de usuarios de las lenguas y los dialectos, etc. Es por eso que en los sistemas lingüísticos tan extensos y relevantes como el idioma español, constantemente tenemos que “reformular” y actualizar los diccionarios. La “reformulación” desempeña un papel rector en la comunicación y el entendimiento de los seres humanos, especialmente en situaciones de grandes y complejos sistemas y subsistemas lingüísticos, de globalizaciones y de culturas en contacto:

Tanto en el caso de la dialectología como de la traductología, estamos en presencia de un mismo asunto, con matices un poco diferentes. La cuestión se reduce a la selección de una palabra, de una forma léxica, que luego de ser analizada muchas veces –en el mejor de los casos– tendrá sus implicaciones semánticas en los destinatarios de la información. Este mecanismo de seleccionar, consciente o inconscientemente, una unidad determinada entre las tantas posibles, en dependencia de las características sociales del grupo, de la región en la que se ubica el grupo, del nivel cultural del grupo, de la especialidad del grupo, del sexo del grupo, de la edad del grupo, del alcance de la información destinada al grupo, es a lo que llamamos reformulación (Ruano, 2002a).

Como hemos planteado en otros momentos (Ruano, 2002a), la reformulación, lingüísticamente hablando, puede aparecer debido a cuatro causas principales:

  1. Por las variaciones diatópicas que presentan los sistemas lingüísticos; es decir, por las variedades lingüísticas producidas en una misma lengua a causa de la procedencia territorial de los hablantes. Por ejemplo: los dialectos del español, los dialectos del inglés, los dialectos del ruso, los dialectos del chino, los dialectos del maya, etc.

  2. Por las variaciones diastráticas que presentan los sistemas lingüísticos; es decir, las variedades lingüísticas que resultan del diferente uso que de ellas hacen las agrupaciones socioculturales de una comunidad en virtud del nivel económico, educativo, profesional; es la diferencia lingüística ligada al estrato social.

  3. Por las variaciones diafásicas que presentan los sistemas lingüísticos; es decir, las realizaciones lingüísticas concretas que aparecen por el dominio –conjunto de elementos extralingüísticos que condicionan el uso de una lengua o dialecto–, como por ejemplo el uso de ciertos registros expresivos y de estilo –formal, solemne, familiar–, etc.

  4. Por las variaciones diacientíficas o variaciones diatécnicas o variaciones diacientífico-técnicas; es decir, las variaciones que presentan los lenguajes especializados, científicos y técnicos, debido a la ampliación o a la capacitación técnica en un campo determinado de la actividad humana, a la formación científico-técnica según los programas de las diferentes instituciones educativas, sus perfiles, contenidos, enfoques, actualizaciones, etc. Estas variaciones diacientífico-técnicas también están relacionadas con las instituciones educativas, formativas y laborales en situaciones de globalización, transnacionales y con la convivencia de especialistas, científicos y técnicos en situaciones de “culturas en contacto”: México-Estados Unidos, México-Japón, México-Alemania, México-España, México-Corea, etc.; Cuba-URSS, Cuba-Alemania, Cuba-China, Cuba-España, etc.; Alemania-URSS, Rusia-Japón, Venezuela-Cuba, Argentina-Alemania, Argelia-Francia, Angola-Cuba, Chile-Israel, Irán-Francia, Afganistán-URSS, Irak-URSS, Irak-Estados Unidos, etc., según los tiempos, las épocas, las necesidades, los dominios y las exigencias de la ciencia y la técnica (Ruano, 2002) [...]

¿Dónde se habla lengua española? América.

América es un continente que posee unos 42 millones de km2 de superficie. Entre el extremo septentrional, que es el cabo de Barrow, hasta el extremo meridional, que es el cabo de Hornos, hay una distancia de más de 14 000 kilómetros. Este continente está dividido en tres grandes conjuntos:

  1. América del Norte o Norteamérica, desde el extremo norte hasta el istmo de Tehuantepec.

  2. América Central, América del Centro o Centroamérica, ubicada entre el istmo de Tehuantepec y el istmo de Darién, en la serranía del Darién, que es un conjunto montañoso del NE de Panamá.

  3. América del Sur, parte meridional –sureña, del sur– del continente americano, que se extiende desde el límite S del istmo de Panamá hasta el cabo de Hornos.

El continente americano cuenta con más de 1000 millones de habitantes. En América se hablan y se escriben los siguientes idiomas: español, inglés, portugués, francés, neerlandés, danés y unas 1770 lenguas nativas repartidas de la siguiente manera:

  1. América del Norte: 200 lenguas nativas.

  2. América Central: 70 lenguas nativas –unos 6 millones de locutores.

  3. América del Sur: más de 1 500 lenguas nativas –unos 15 millones de locutores.

La pervivencia actual de las lenguas indígenas varía notoriamente entre los distintos países americanos, desde México –1 958 201 km2, 104 000 000 hab.– hasta Paraguay –406 752 km2, 4 000 000 hab., Asunción–, en que el guaraní es la lengua mayoritaria, hablada por más del 90% de la población, Bolivia –1 098 581 km2, 6 500 000 hab., La Paz–, donde un 60% de los habitantes son hablantes de quechua o aymara, hasta las Antillas o Uruguay, en que ya no sobreviven lenguas indígenas. El caso de México, por ser un fenómeno lingüístico tan complejo, amplio y especial, lo analizaremos en una sesión aparte. Aquí nos limitaremos a decir que en la actualidad en este país se hablan aproximadamente 62 lenguas –no dialectos– por un total de unos 90 pueblos indígenas, que constituyen aproximadamente poco más de 13 000 000 de usuarios. En el caso del Paraguay, el hecho más importante que incide en la elección de una u otra lengua es el grado de formalidad del diálogo, de tal modo que el español es la lengua usada en las conversaciones formales y el guaraní la de la intimidad. Estas conclusiones de J. Rubin establecen que el bilingüismo paraguayo ofrece un alto grado de estabilidad a causa de que ambas lenguas se usan en forma complementaria. Está de más insistir en que el guaraní paraguayo actual es una lengua híbrida, por la profunda interferencia del español que ha sufrido a lo largo de más de cuatrocientos años de contacto. Algo así sucede con las actuales lenguas indígenas de México. Y viceversa, el influjo del guaraní en el español de Paraguay también es inmenso.
En Bolivia son tres las lenguas que coexisten como lenguas oficiales −además de otras lenguas como el guaraní−, lenguas maternas las tres de la amplia mayoría de la población: español 36%, quechua 36.5% y aymará 24.5%. Perú –1285215 km2, 25 000 000 hab., Lima– constituye otro caso de peculiar relevancia, tanto por la alta proporción de población hablante de lenguas indígenas –en 1981 era de 25%– como por la rica experiencia que se ha llevado a cabo en las últimas décadas en la alfabetización de los hablantes de lenguas autóctonas.

¿Cómo penetra la lengua española en el Nuevo Mundo?

El proceso de penetración de la lengua española en el Nuevo Mundo es sumamente complejo y está lleno de dificultades y altibajos (Quilis, 1992: 21).
Cuando Colón parte para la aventura, suponía que iba a encontrar lenguas extrañas, y lleva con él dos intérpretes: Rodrigo de Jerez, que anduvo por la Guinea, y Luis Torres, judío converso que sabía hebreo, caldeo y algo de árabe, dos hombres con alguna experiencia lingüística; pero cuando llegó a la isla de Guanahaní tuvo que recurrir al lenguaje más universal de las señas: "las manos les servían aquí de lengua", dice el padre Las Casas. En este primer contacto con los nativos, el viernes 12 de octubre, escribe el mismo almirante: "Yo vide que algunos tenían señales de feridas en sus cuerpos, y les hize señas qué era aquello, y ellos me mostraron commo allí venían gente de otras islas". La preocupación constante de Colón era la lengua, entenderse con la gente: "tomar lengua", "haber lengua" es su obsesión. Piensa que sería eficaz enviar algunos de aquellos "indios" a España para que aprendiesen el español y después les sirviesen en tierras americanas de intérpretes; en consecuencia, escribe ese mismo día: "Yo, plaziendo a Nuestro Señor, llevaré de aquí al tiempo de mi partida seys a Vuestras Altezas para que deprendan fablar." Y dos días después, el domingo 14, reitera: "siete que yo hize tomar para les llevar y deprender nuestra fabla y bolvellos." Aún el lunes 12 de noviembre se lee en el Diario que el domingo anterior, le había parecido: "que fuera bien tomar algunas personas de las de aquel río para llevar a los Reyes porque aprendieran nuestra lengua, para saber lo que hay en la tierra y porque bolviendo sean lenguas de los christianos y tomen nuestras costumbres y las cosas de la Fe." En dos ocasiones, los mandó, pero la empresa no tuvo éxito: unas veces, se murieron en España "por el cambio contrario de tierra, aire y comidas", dice Pedro Mártir de Anglería, erudito italiano (1495-1526), historiador de la corte de los Reyes Católicos y de Indias, y sacerdote; otras veces, al volver, huyeron y, muy frecuentemente, los indios que permanecieron con él no le sirvieron de nada, porque aquellos territorios son en la época un mosaico de lenguas y "no se entienden los unos con los otros –dice el Almirante– más que nos con los de Arabia". El cronista Gonzalo Fernández de Oviedo (1478-1557), el primer historiador que abordó con amplitud el descubrimiento y colonización de las Indias, aparte de hacer una interesante descripción del continente Americano, se asombra también de esta pluralidad lingüística cuando dice: "Cosa es maravillosa que en espacio de una jornada de çinco o seys leguas de camino y próximas y veçinas unas gentes con otras, no se entienden los unos a los otros indios." La ilusión colombina de llevar la fe a aquellos territorios se ve frustrada por el problema de la lengua. Por eso quiere hispanizar a los indios, para penetrar a través de ellos en aquel mundo con el que estaban incomunicados a pesar de vivir inmersos en él. El problema de las lenguas conocidas que los españoles van a encontrar en los nuevos territorios es común también a Filipinas; pero este hecho, en principio idéntico, tiene una consecuencia diferente, ya que el continente americano era virgen, no había sido hollado por los europeos, mientras que por aguas de Oceanía ya habían navegado barcos portugueses y pronto aparecieron personas que tenían conocimientos más o menos profundos de las lenguas de aquellas zonas. Magallanes, al igual que hizo Colón, incorpora a la tripulación a su esclavo Enrique, natural de las Molucas, según unos, o de Sumatra, según otros, y al piloto Juan Carvajo, que había pasado cuatro años en el Brasil, pensando que le ayudarían en los territorios de las Indias el primero, y el segundo en las costas americanas. Sobre las dificultades de comunicación, comunes a América y Filipinas, hay abundantes testimonios, en los que, como siempre, el lenguaje gestual era el universal lingüístico empleado. Por ejemplo, fray Juan de Torquemada cuenta cómo en los primeros momentos: "Estas cosas, que predicavan a los principios estos benditos Religiosos, era con mudez, y solas señas, señalando el cielo, y diciendo estar allí el solo Dios." Y en otro lugar, señala el religioso [...]

Los intérpretes y traductores son fundamentales en la Conquista, y poco a poco van surgiendo. Nahuatatos se denominan ya en 1565, adaptando el aztequismo nahuatlato –"intérprete indio que conoce la lengua náhuatl o mexicana", según Malaret– también a la nueva situación filipina. En la Relación de la expedición del navegante y conquistador español Miguel López de Legazpi Zumárraga c. 1510-Manila 1572), en 1565, se dice [...] Pero el nombre general de estos intérpretes, de estos traductores, era, tanto en Filipinas como en América, el lengua o la lengua, llegando, incluso, a llamar a los frailes que saben lenguas indígenas, los padres lenguas; la legislación española los denominó intérpretes; otros nombres, menos empleados, fueron ladino y lenguaraz. Estos indios-lengua, o los lengua, fueron el primer instrumento de entendimiento, pero no abundaron. Algunos han pasado a la historia, como aquel muchacho de la isla Guanahaní, que fue bautizado con el nombre de Diego Colón –como el menor de los hermanos del Almirante y su hijo primogénito–, o las tantas mujeres indígenas, colaboradoras eficacísimas: la india Catalina, criada en La Española, intérprete de Pedro de Heredia, de quien dijo el cronista fray Pedro Simón : [...]

Luego de aquellos primeros momentos del encuentro entre los dos mundos, en donde el entenderse era todo un gran problema, las cosas fueron bastante diferentes y, obviamente, esto se debió, entre otras cosas, a la gran labor de los religiosos.

Hoy la lengua española es el idioma oficial a través del cual se comunican en las relaciones diarias y crean literatura artística, científica, técnica y periodística dieciocho (18) repúblicas de América:

  1. Argentina.
  2. Bolivia.
  3. Colombia.
  4. Costa Rica.
  5. Cuba.
  6. Chile.
  7. Ecuador.
  8. El Salvador.
  9. Guatemala.
  10. Honduras.
  11. México.
  12. Nicaragua.
  13. Panamá.
  14. Paraguay.
  15. Perú.
  16. República Dominicana.
  17. Uruguay.
  18. Venezuela.

y

  1. Puerto Rico: estado libre asociado, donde coexisten dos lenguas oficiales: español e inglés.

En Estados Unidos son más de 30 millones de hispanos los que hablan lengua española, sobre todo mexicanos, cubanos y puertorriqueños, en las áreas de California, Texas, Nuevo México, Florida y Nueva York. En Estados Unidos la lengua española gana más terreno cada vez. El español es, sin duda, la segunda lengua más popular en los Estados Unidos, y no solamente en estados con un alto índice de inmigrantes de habla hispana sino también, y sorprendentemente, en lugares muy alejados del Río Grande, como Dakota del Norte. En este estado del extremo norte del país, que hace frontera con la provincia canadiense de Manitoba y está poblado mayoritariamente por descendientes de alemanes que viven en parajes nombrados Bismarck, Berlín o Karlsruhe, el español se ha convertido en la lengua que sus estudiantes de secundaria eligen más a menudo como segundo idioma.

América es muy conocida en el mundo. No sólo nos conocen porque ha sido nuestro continente refugio de "conquistadores", "piratas", "pobres" y "perseguidos", sino también porque en ella han nacido o porque a ella han venido grandes hombres y mujeres, cuyos nombres han trascendido en la historia, orgullos del mundo entero.

Las contribuciones de América al mundo han sido muchas: medicina, matemáticas, astronomía, astrología, filosofía, biología, arquitectura, pintura, escultura, literatura, periodismo, etc. En cuanto al tema de la biología, es necesario recordar que las sociedades humanas utilizan los vegetales para cubrir diferentes necesidades de tipo biológico y cultural que van desde la alimentación hasta la religión, la magia y el arte. Todos sabemos por las plantas se descubrió el Nuevo Mundo: la búsqueda de especies propició el descubrimiento y conquista de gran parte del mundo conocido por los europeos del s. XVI. Desde los primeros momentos de la Conquista lo americano se conoció en los confines de la Tierra. Las rutas comerciales entre El Callao y Acapulco estaban bien establecidas a fines del s. XVI; y la importancia de estas rutas está relacionada directamente con la distribución de plantas a través del océano Pacífico. Es así como varios cultivos suramericanos pasan a la Nueva España y Asia; de Asia, a su vez, llegaban plantas para los virreinatos de Perú y Nueva España (Martínez, 1988: 19). Los nombres de muchas plantas salidas de América recibieron nombres diferentes. Por ejemplo, en el s. XVI, el mar Mediterráneo se convirtió en sitio importante en el movimiento de plantas y animales, aquí se traen plantas de Asia y América. Los turcos, que controlaban el Mediterráneo, se convirtieron en buenos divulgadores y comerciantes de productos naturales; es así como muchas plantas tenían nombres turcos o nomenclatura turca: al maíz, por ejemplo, se le llamaba grano turco o trigo de Turquía. Otras muchas plantas y productos americanos se conocieron en Europa con otros nombres: corteza de los jesuitas y polvos de la condesa por quina; ¿Habrá alguien del mundo conocido que no haya probado el chocolate, el tomate, un rico trago de tequila o un delicioso tabaco, entre otros productos de América? En caso de que lo hubiera, pues... ¡qué pena! [...]

La expresión escrita artística latinoamericana en lengua española, la redacción y el estilo artísticos creados en Iberoamérica, en Hispanoamérica, es muestra de elevada calidad y prestigio de lengua española a nivel internacional. Recordemos que de América Latina han salido escritores célebres de lengua española, reconocidos a nivel mundial, traducidos a varios idiomas, ejemplos de expresión escrita artística y estilo literario, de la talla de los mexicanos Juan Ruiz de Alarcón (1581-1639), Sor Juana Inés de la Cruz (1651-1695), José Joaquín Fernández de Lizardi (1776-1827), Amado Nervo (1870-1919), Juan Rulfo (1918-1986), Octavio Paz (1914-1998) y Carlos Fuentes (1928); el nicaragüense Rubén Darío (1867-1916); los cubanos José Martí (1853-1895), José María Heredia (1803-1839), Gertrudis Gómez de Avellaneda (1814-1875), Alejo Carpentier (1904-1980), Dulce María Loynaz (1903-1997), Guillermo Cabrera Infante (1929); los argentinos José Mármol (1817-1871), Leopoldo Lugones (1874-1938), Jorge Luis Borges (1899-1986) y Ernesto Sábato (1911); el colombiano Jorge Isaacs (1837-1895), autor de María, la novela romántica latinoamericana por antonomasia; el venezolano Rómulo Gallegos (1884-1969), el uruguayo Juan Carlos Onetti (1909), el guatemalteco Miguel Ángel Asturias (1899-1974) y los chilenos Alberto Blest Gana (1830-1920), verdadero creador de la novela chilena, quien vivió en Francia casi toda su vida y estuvo muy influenciado por Balzac, maestro en la descripción de las clases media y aristocrática, autor de Martín Rivas y Los trasplantados; Gabriela Mistral (1899-1957), Pablo Neruda (1904-1973) y Jorge Edwards (1931). Desde 1901, fecha en que se entregó el primer premio Nobel de Literatura, han recibido este galardón 5 autores latinoamericanos de lengua española:

• 1945: Gabriela Mistral (Chile: Vicuña 1889-Nueva York 1957).

• 1967: Miguel Angel Asturias (Guatemala: Guatemala 1899-Madrid 1974).

• 1971: Pablo Neruda (Chile: Parral 1904-Santiago 1973).

• 1982: Gabriel García Márquez (Colombia: Aracata 1928).

• 1990: Octavio Paz (México: Mixcoac, D.F. 1914-id. 1998).

En el caso del premio Cervantes, el Nobel de lengua española, creado en 1975 por el Ministerio Español de Cultura como tributo a quienes han contribuido a enriquecer el legado literario hispánico, de los autores galardonados, 16 son de América:

• 3 de Cuba: Carpentier (1977), Dulce María Loynaz (1992), Guillermo Cabrera Infante (1997).

• 4 de Argentina: Borges (1979), Sábato (1984), Bioy Casares (1990), Juan Gelman (2007)

• 3 de México: Paz (1981), Fuentes (1987), Pitol (2005).

• 1 de Perú: Vargas Llosa (1994).

• 1 de Paraguay: Roa Bastos (1989).

• 1 de Uruguay: Onetti (1980).

• 2 de Chile: Jorge Edwards (1999) y Gonzalo Rojas (2003).

• 1 de Colombia: Álvaro Mutis (2001).

Ante la variedad de cosas, de fenómenos, de faunas, de floras, de grupos sociales, de etnias, de tradiciones, de culturas, de religiones, etc., el léxico, a su vez, se hace disímil y, como siempre sucede, los hablantes nominan el mundo que les circunda con sus propias palabras. A veces sucede que la palabra a emplear para nombrar algo ya existe en el "español castizo", "en el de España"; pero preferimos la palabra de nuestra tierra, de América, la que oímos de nuestros padres, de nuestros abuelos, de nuestra nana, en nuestra escuela, en nuestro barrio, en nuestra colonia. Eso es lo que está bien. Eso es lo correcto. Otra cosa sería cuando aparezca ante nosotros una congregación de otros hablantes, de otras regiones de lengua española, cuando viajamos o cuando vivimos fuera de nuestros países, de nuestras regiones. Entonces debemos pensar un poquito lo que vamos a expresar y cómo lo vamos expresar: no sólo la palabra, sino también el acento, el tono, hasta el gesto. Un descuido podría causar un lamentable disgusto. Es más, esto ocurre dentro de un mismo país, debido a las variantes dialectales que presentan las lenguas, en especial, en lo que hoy nos respecta, México –este portento sociolingüístico mundial–, España –nuestra querida Península– y Cuba –porque es mi preciosa islita, y porque de aquí es Martí, Maceo, Carlos Manuel de Céspedes, Gertrudis, Heredia y Dulce María.

Para "regular" –o "intentar regular"– todos estos problemas léxicos y semánticos, en algunos casos sintácticos, etc., existen las Academias de la Lengua.
La Real Academia Española fue fundada en Madrid, y su primera junta se realizó en el s. XVIII, el 6 de julio de 1713, en el palacio de la plaza de las Descalzas, propiedad de su fundador y presidente, D. Juan Manuel Fernández Pacheco, marqués de Villena y duque de Escalona (1650-1725). Esta institución fue aprobada oficialmente por real cédula de Felipe V (Versalles 1683-Madrid 1746), rey de España, el 3 de octubre de 1714. La Academia fue creada a imitación de su homóloga francesa. Su lema es Limpia, fija y da esplendor. Mucho se ha hablado acerca de la función de esta Academia: ¿buena?, ¿mala?, ¿qué tanto nos sirve a nosotros en América?, ¿qué tanto le sirve a los mismos usuarios del español de España? Nosotros creemos que, sencillamente, la creación de esta Academia fue algo magnífico, independientemente de cualquier problema de funcionamiento, que, por supuesto, siempre puede ser mejor, como todo en esta vida. Luego de la creación de la Academia Española, aparecieron otras, la mayoría "correspondientes", y dos "asociadas". Ya en el s. XIX, en el año de 1870, la Real Academia Española autorizó la creación de corporaciones dentro del ámbito de habla española, con fines semejantes a los suyos. Todas ellas nacieron por la necesidad de solucionar los problemas lingüísticos concretos de sus respectivas áreas. Por el año de su fundación aparecen:

  1. España, 6 de julio de 1713.

Correspondientes:

  1. Colombia, 10 de mayo de 1871.
  2. Ecuador, 15 de octubre de 1874.
  3. México, 26 de junio de 1875. Director actual: José L. Martínez.
  4. El Salvador, 19 de octubre de 1876.
  5. Venezuela, 26 de julio de 1883.
  6. Chile, 5 de junio de 1885.
  7. Perú, 5 de mayo de 1887.
  8. Guatemala, 30 de junio de 1887.
  9. Costa Rica, 19 de octubre de 1923.
  10. Filipinas, 25 de julio de 1924.
  11. Panamá, 12 de mayo de 1926.
  12. Cuba, 19 de mayo de 1926.
  13. Paraguay, 30 de junio de 1927.
  14. República Dominicana, 12 de octubre de 1927.
  15. Bolivia, 25 de agosto de 1927.
  16. Nicaragua, 31 de mayo de 1928.
  17. Honduras, 23 de diciembre de 1949.
  18. Puerto Rico, 28 de enero de 1955.
  19. Estados Unidos de América, 5 de noviembre de 1973. N. Y.

Asociadas:

  1. Argentina, 13 de agosto de 1931.
  2. Uruguay, 10 de febrero de 1943.

¿Dónde se habla lengua española? Europa.

En Europa, continente con unos 10,5 millones de km2 de superficie y más de 700 millones de habitantes, se habla lengua española en España, que es un país que se ubica al suroeste de Europa, en la península Ibérica. España posee unos 504 750 km2 de superficie y unos 40 millones de habitantes.

La lengua y la literatura españolas nacieron en lo que hoy se conoce como España, país enclavado, junto a Portugal, en la península Ibérica. En tiempos remotos esta Península fue conocida con otros nombres. De tal manera, los griegos la llamaron Keltiké. Esta denominación se la dieron los griegos a estas tierras de la Península y, en general, a todas las tierras del occidente que limitaban con el océano exterior. Posteriormente, los romanos llamaron a esta Península Hispania, palabra de origen púnico –o cartaginés, que es lo mismo–. También se dice que la palabra Hispania es de origen fenicio, debido a que el púnico fue una variedad lingüística o dialecto del fenicio.

Cuando se habla de España, como siempre sucede con los estudios que sobre culturas y lenguas se realizan, se pueden considerar grandes divisiones en la historia, porque de esta manera es más fácil ubicar en estos períodos los fenómenos lingüísticos y sociales, los acontecimientos bélicos, las interrelaciones étnicas y, en el caso en que se registren, las producciones literarias.

Hablar de España social, cultural y lingüísticamente, es hablar de los grandes períodos por los que ha atravesado no sólo el país español, sino toda la Península, desde la prehistoria y la protohistoria, comenzando con el paleolítico y el mesolítico, el neolítico y la edad de los metales, las edades del bronce y del hierro, hasta llegar a las colonizaciones fenicias (s. XII a.J.C.) y griegas (s. VIII a.J.C.), las rivalidades púnico-griegas (s. VII a.J.C.) y la situación que presentaban los pueblos de la actual España en vísperas de la acción cartaginesa (S. VI a.J.C. hasta el 237 a.J.C.). Posteriormente, consideraríamos la historia del área, que comienza con la conquista cartaginesa de la Península (237-218 a.J.C.) y continúa con la conquista romana (218 a.J.C.-409). Más tarde tocaríamos la España visigoda (409-711); la España musulmana (711-1492); los orígenes de la España moderna (1480-1515); del imperio europeo al imperio transoceánico (1515-1700); el siglo XVIII de los Borbones, donde se produce la guerra de sucesión (1701-1714); la crisis del imperio borbónico (1808-1833); el triunfo del liberalismo (1833-1868); la revolución democrática y la Primera República (1868-1874); la Restauración y el reinado de Alfonso XIII (1875-1931); la Segunda República (1931-1939); el franquismo (1939-1975) y la monarquía constitucional (1975-hasta la actualidad).

La historia de España, de la Península en general, antes de la conquista romana, encierra un cúmulo de problemas muy distantes de ser esclarecidos. Los investigadores tienen que construir sus teorías apoyándose en datos heterogéneos y ambiguos: restos humanos, instrumental y testimonios artísticos de tiempos remotos; mitos como el del Jardín de las Hespérides, o la lucha de Hércules con Gerión –gigante de tres cabezas y tres troncos que reinó en Hesperia. Este gigante vivía en la isla de Eritea, en el litoral de Gades, España y Hércules se apoderó de su rebaño de bueyes–; indicaciones –imprecisas o contradictorias– de autores griegos y romanos, monedas e inscripciones en lenguas ignoradas; nombres de multitudes de pueblos y tribus de diverso origen, que pulularon en abigarrada promiscuidad; designaciones geográficas, también de varia procedencia. Combinando noticias y conjeturas, etnógrafos, arqueólogos y lingüistas se esfuerzan por arrancar espacio a la nebulosa, que defiende paso a paso su secreto (Lapesa, 1991: 13).

En el año 218 a.J.C., con el desembarco de los Escipiones en Ampurias, empieza la incorporación de Hispania al mundo grecolatino [...]

Iberia es el nombre que en la antigüedad dieron algunos geógrafos e historiadores griegos a la actual península Ibérica. También la llamaron Keltiké. Respecto de la primera vez que se emplea el término ibero, ibérico o Iberia en la literatura existen varias teorías. Se plantea que el nombre de iberos aparece por primera vez en un poema llamado Ora maritima (s. IV), del poeta y geógrafo latino llamado Rufo Festo Avieno. Esta es una obra en versos senarios que Avieno dedicó a su amigo Probo. Aquí se describen las costas europeas desde Britannia hasta el Ponto Euxino –mar Negro–. Este periplo de Avieno, escrito c. 350 d.J.C., constituye la fuente principal para el conocimiento de la península Ibérica a mediados del primer milenio. Otros dicen que el primero en usar este término fue Piteas (Navegante y geógrafo griego del s. IV a.J.C., nacido en Massalia), para aproximadamente el 330 a.J.C. Eratóstenes (Astrónomo, geógrafo, matemático y filósofo griego, Cirene c. 284 a.J.C.- Alejandría c. 192 a.J.C.) lo usó tanto en el sentido amplio –toda la Península–, como en sentido estricto, refiriéndose al territorio ocupado por las tribus ibéricas; es decir, desde Andorra –estado de Europa, en los Pirineos orientales, 453 km2 y 37 000 habitantes– y Rosellón –comarca del extremo SE de Francia– hasta la actual provincia de Murcia, en España, con incrustaciones en el interior del actual Aragón. A partir de la conquista romana de este territorio (205 a.J.C.) el nombre de Hispania fue imponiéndose paulatinamente, y terminó siendo aceptado por todos. No obstante, un derivado de la palabra Iberia –ibérico– ha seguido usándose, como expresión geográfica, para designar el conjunto de la Península.

Desde el punto de vista mitológico, conviene saber que Iberia está relacionada con la tradición bíblica en el sentido de que, supuestamente, Ibero fue tataranieto de Noé, que a su vez fue el décimo y último de los patriarcas antediluvianos.

En realidad, bajo el nombre de cultura ibérica o Iberia se engloba una serie distinta de pueblos habitantes de la costa peninsular, desde la desembocadura del Guadalquivir –río de España, 560 km, llamado Betis por los romanos– a la del Ródano –río de Suiza y Francia, 812 km2–: “Los españoles son desde el punto de vista antropológico la resultante final de un complicadísimo proceso de mestización entre distintas razas: los iberos, los semitas fenicios, los romanos, los godos de origen germánico, los moros –árabes y negros–, etc., de tal modo que la mezcla de tan distintos elementos raciales dentro de la nación –el mestizaje interior– no había llegado todavía a un grado que permitiera considerar al español como un grupo étnico homogéneo” (Askinasy, 1939: 147). Estos pueblos poseían una escritura similar; pero no igual, y ellos mismos no se conocen como íberos o iberos, nombre que les dieron los griegos, quienes así denominaban a los que habitaban las costas de Iberia. Por el contrario, ellos se denominaban a sí mismos por otros nombres, que correspondían a otras tantas tribus que ocupaban tan amplio territorio:

  1. Turdetanos, al suroeste, en el antiguo territorio tartésico.
  2. Bastetanos y oretanos, en Andalucía oriental y la Meseta sur.
  3. Mastienos, en la zona de Murcia.
  4. Edetanos y contestanos, en Levante.
  5. Indiketes, Ausetanos, Cesetanos, Laietanos e Ilercavones, en el noroeste.
  6. Lacetanos y suesetanos, en el valle del Ebro.

Los matices y variaciones de estas culturas son consecuencia de haber permanecido en contacto con griegos o con fenicios, de las diferencias de riquezas de sus respectivos territorios y de trasfondo cultural. Podemos decir que de todas ellas las culturas más desarrolladas eran las ubicadas en el Mediodía, al sur, en Andalucía (Ruiz-Gálvez, 1990: 101-102).

Grupos más importantes presentes en España:

  1. Iberos.
    En los Pirineos. Probablemente de origen norteafricano.

  2. Tartesios o turdetanos.
    Baja Andalucía y sur de Portugal. Tal vez descendientes de los tirsenos, de Lidia –situada en el Asia Menor–. En la Biblia se menciona Tarsis –nombre bíblico de Tartessos–, que era a donde Salomón mandaba sus naves, que luego regresaban cargadas de oro, plata y marfil. El profeta Isaías menciona, además, las naves de Tarsis. Herodoto menciona al rey de Tartessos, Argantonio († c. 550 a.J.C. Según el poeta griego Anacreonte, vivió 150 años. El pacifismo de su reinado, su generosidad, riqueza y hospitalidad, engendraron en el mundo griego arcaico un verdadero mito en el que Tartessos simbolizó la felicidad y la fortuna).

  3. Fenicios.
    El término fenicio procede del griego phoinikes, que significa rojo, debido a la púrpura, producción característica de Fenicia. Con este término designaban los helenos a los habitantes del litoral de Siria. Las conquistas de los filisteos, israelitas y arameos redujeron el territorio de los fenicios a una franja costera protegida por montañas. Los fenicios eran cananeos –procedentes de Canaán, nombre que se le da a los individuos de la comunidad cultural que surgió en Fenicia y Palestina tras la migración amorrita (pueblos cuyas diversas migraciones les llevaron a Siria y Mesopotamia entre los ss. XXIV y XVIII a.J.C.)– que sobrevivieron a las conquistas antes mencionadas y a los cambios en general que se produjeron en el II milenio. Los fenicios pertenecían a un pueblo semítico de la antigüedad, que ocupó el litoral del corredor sirio, o Fenicia. Fenicia era un antiguo país del Asia anterior o Asia occidental –parte de Asia que comprende desde el contorno oriental del Mediterráneo hasta Afganistán y Pakistán, y que engloba ampliamente las acepciones de Próximo y Medio oriente. Con estos mismos términos los historiadores designan en ocasiones a las regiones del antiguo Próximo oriente en su más amplio sentido (Mesopotamia, Siria, Anatolia, Irán y Arabia)–. Fenicia estaba ubicada a lo largo del Mediterráneo, en la costa de Siria. Fue poblada desde el principio del III milenio por semitas cananeos. Su suelo montañoso y no apto para la agricultura orientó a sus habitantes hacia las actividades marítimas Regiones meridionales. La lengua fenicia es una lengua semítica antigua del grupo cananeo, hablada en las ciudades de Tiro, Biblos y Sidón. El fenicio está emparentado con el moabita y el hebreo, con las que forma la rama cananea de las lenguas semíticas. Son muy escasos los documentos fenicios. Las más antiguas inscripciones en fenicio datan del s. XIII a.J.C. La historia de este pueblo se conoce, sobre todo, a través de las narraciones de los pueblos vecinos –israelitas, asirios y griegos– y por los descubrimientos arqueológicos. Los fenicios vivían en ciudades, cada una de ellas gobernadas por un monarca hereditario cuyo poder se hallaba limitado por un consejo de ancianos. Posteriormente, la monarquía fue remplazada por las magistraturas de los jueces. Los fenicios fundaron muchas ciudades en el Mediterráneo, de las cuales sobresale Cartago, fundada más o menos para el IX a.J.C., en donde lo fenicio tomó el nombre de púnico, del latín punicus, que significa rojo, purpúreo. Los fenicios se ubican en España ya para el 1100 a.J.C., con la fundación de Gádir –recinto amurallado– o Cádiz. Palabra fenicia es Hispania –tierra de conejos.

  4. Griegos o helenos.
    En Grecia, como España o como en México, aparecieron muchos grupos en los primeros momentos de la conformación de los dominios culturales y lingüísticos. Pero si vamos a hablar de Grecia considerando la lengua griega, entonces tenemos que decir que el idioma griego fue introducido en Grecia por grupos indoeuropeos llegados del norte a comienzos del II milenio. Los textos más antiguos de los griegos son unas tablillas que hablan sobre inventarios palaciegos en el siglo XII, lo cual fue descifrado en 1953. Entre los grupos más destacados de Grecia hay que señalar a:

• Aqueos.
La más antigua familia étnica griega, que llegaron al Peloponeso desde el norte y entraron en contacto con los heládicos, que eran civilizaciones del bronce que se desarrollaron en la Grecia continental en el III y II milenios a.J.C. –2600/1200 a.J.C.

• Heládicos.
Los heládicos son los habitantes de la Hélade. Para Homero la Hélade era el centro de Tesalia. Posteriormente ha pasado a denominar la Grecia actual, pues Heleno fue el héroe que dio su nombre al conjunto de los griegos. Heleno fue el antepaso y héroe epónimo de la raza helénica, hijo de Deucalión y Pirra. Sus hijos fueron los jefes de las principales tribus helénicas. Estos fueron: Eolo, Doro y Juto.

• Eolios.
Perteneciente o relativo a Eolia. Los eolios eran un grupo de tribus balcánicas, antiguamente vecinos de los aqueos, que ocupó durante mucho tiempo Tesalia. La invasión de los dorios los obligó a emigrar hacia el centro de Grecia. Algunos invadieron el NE del Peloponeso, mientras otros pasaron a Asia Menor, a la costa de Tróade. Los eolios fueron, quizás, los más fieles a las tradiciones primitivas y a la herencia micénica.

• Micénicos.
Ubicados principalmente en Micenas, más o menos donde está Patras, al final de la Península.

• Dorios.
Pueblo indoeuropeo que supuestamente entró en Grecia a fines del II milenio a.J.C., venía del norte y terminó violentamente con la civilización micénica. Se ubicaron en el Peloponeso, al extremo oeste de la Península.

• Jónicos.
De Jonia, litoral asiático del mar Egeo. La región comprendida entre Mileto y Fosea.

En España, los griegos se ubicaron en Levante –Oriente, parte por donde sale el sol, Este, Naciente–, específicamente en Rosas y Ampurias. Los griegos estuvieron en España para el siglo VIII a.J.C. En el siglo VI a.J.C., para el 575 a.J.C., fundan la primer ciudad griega en España, a la que llamaron Ampurias, la hoy Gerona, ubicada en Cataluña. La fundación de Ampurias, en el siglo VI a.J.C., se produjo en el curso de una gran oleada colonizadora griega. Según Herodoto, fue un marino de Samos, llamado Colaios, quien hacia el 630 a.J.C. llegó a Tartessos, estableciendo el primer contacto entre el mundo helénico y la Península Ibérica (Ruiz-Gálvez, 1990: 98).

  1. Celtas.
    Perteneciente a un grupo de pueblos, llamados galli por los romanos, que hablaban una lengua indoeuropea afín, en cierto modo, a las lenguas itálicas y que ha sobrevivido en Irlanda, Escocia, País de Gales y Bretaña. Parece que el hábitat primitivo de los celtas fue el S de Alemania. Comenzaron a independizarse a partir del II milenio.

A tenor de la difusión de cierto tipo de túmulo –sepulcro o sepultura levantado sobre el suelo–, se deduce que algunas tribus celtas emigraron hacia el archipiélago británico –britones– a partir de la edad del bronce y hacia la península Ibérica, pero en forma poco compacta. La emigración de los celtas –llamados posteriormente galli por los romanos– prosiguió, especialmente hacia las zonas comprendidas entre los Alpes, los Pirineos y el Rin, llamado posteriormente la Galia.

En el periodo llamado La Tène (ss. V-I a.J.C.) se produce la gran expansión de los celtas, que acabaron su ocupación de la Galia y se mezclaron con los iberos de la península Ibérica, donde formaron el pueblo celtíbero.
Los celtas llegaron hasta el Asia Menor y se alcanza el apogeo de su expansión en el s. III; pero no supieron elevarse hasta el concepto de estado. Sus conquistas no estuvieron seguidas por la construcción de un imperio, por lo que su decadencia fue muy rápida. Los pueblos mediterráneos organizaron su defensa y Roma infligió a los celtas la primera gran derrota en 225 a.J.C., en Etruria. Por otra parte, los germanos, desde las costas del Báltico y del mar del Norte, colonizaron progresivamente los territorios que habían quedado parcialmente vacíos después de la emigración celta, y llegaron al Rin y al Danubio hacia el s. II a.J.C. Frente a la romanización, los celtas sólo lograron conservar su originalidad íntegra en las regiones más occidentales de Europa, que fueron sus últimos refugios.
Los celtas se ubicaron en España en el centro y oeste. Los celtas ya estaban en España para el s. V a.J.C.
Existen varias teorías sobre este grupo: teoría precéltica, teoría protocéltica y teoría paracéltica –celtas y grupos afines.
  1. Ligures.
    Descendientes de los ambrones –Galia Transalpina–; Liguria estaba ubicada donde está hoy Marsella.

  2. Romanos. 218 a.J.C.-409.

  3. Judíos o sefarditas o sefardíes. s. IV-1492.
    Respecto de las comunidades judías en España, es decir los “sefarditas o sefardíes”, hemos de decir que ya en el s. IV había judíos en la Península, y ya en el Concilio de Ilíberis, que fue la primera asamblea de la jerarquía hispana, celebrado c. 300 a 306, cuyas actas se conservan en el códice Vigiliano de El Escorial, se tuvo que regular severamente las relaciones de los cristianos con los judíos. En el imperio de los godos, los judíos fueron perseguidos duramente. Sisebuto los puso en el trance de convertirse o abandonar el país. Esta disposición se suavizó en el IV Concilio de Toledo, año 633, convocado por Sisenando a instancias de san Isidro. Sin embargo, Sisenando y Chintila reprodujeron las disposiciones de Sisebuto. Se comprende que los judíos, perseguidos de esta manera por los godos, no podían recibir sino con alegría la entrada de los árabes en España y que frecuentemente ayudaron a éstos a la conquista o en la guardia de las ciudades fuertes. De este modo nos lo dicen los autores musulmanes. Los musulmanes trataron con tolerancia al pueblo vencido y protegieron a los judíos –Enciclopedia Universal Ilustrada (1979). Madrid, Espasa Calpe, t. 27, p. 874–. Dice Antonio Quilis (1992: 19-20) que con la expulsión de 1492 salieron de España unos 165000 judíos, que se dirigieron a Francia, Italia, Holanda, Grecia, Hungría, los Balcanes, Turquía europea y asiática, Marruecos, Argelia, Egipto y América. El Imperio Otomano fue el que acogió el mayor número: 93000.

La tremenda influencia del pueblo judío en la cultura universal no solamente está dada por el Catolicismo o Cristianismo, es decir la sexta del Judaísmo lidereada por Jesús o Cristo, sino que también la influencia de los diferentes grupos judíos aparecen en muy variadas esferas de la vida y de la comunicación humana, como por ejemplo la literatura, la ciencia –que la heredaron casi en su generalidad de los árabes o musulmanes o moros–, el uso lingüístico en general y el léxico en particular, la gastronomía, y la arquitectura y el tratamiento de los espacios.

  1. Germanos.
    Se ubicaron en España entre 409-711. En el 409 un conglomerado de pueblos germánicos atravesaba el Pirineo y caía sobre España. Poco después el rey visigodo Alarico I (Delta del Danubio c. 370-orillas del Busento, Cosenza, Calabria, Italia 410) se apoderaba de Roma y la entregaba al saqueo, específicamente el 24 de agosto de 410. Durante tres días Roma sufrió una gran conmoción, puesto que la Ciudad Eterna no había sufrido ninguna invasión desde el 390 a.J.C. Alarico saqueo además la Italia del sur. Estas invasiones bárbaras durante este período fueron diferentes. Es necesario destacar que estos invasores eran germanos de origen, pero ya estaban romanizados, lo que contribuyó al afianzamiento del latín en España, aunque aportaran a su vez rasgos y palabras nuevas al latín que se hablaba en la Península, lo que se ha llamado germanismos. Estos grupos germanos presentes en España son:

• Vándalos.

o Galecia: –vándalos asdingos.
o Bética: –vándalos silingos.
–vándalos asdingos. • Suevos.

o Galecia, bajo la dirección de Hermerico (Rey suevo, † 441).

• Alanos.

o Lusitania.
o Mitad occidental de la Cartaginense.

Hubo otro grupo germano, los visigodos, que entró en el 415 a la Península como aliado de Roma, con el compromiso de liberarla del resto de los pueblos bárbaros. Luego de derrotar a los alanos y a los vándalos asdingos, los visigodos se retiraron a la Galia en el 418. Los vándalos asdingos se retiraron a África en el 429, lo que redujo la presencia de los pueblos bárbaros en el extremo noroccidental, Galecia.

En Galecia se consolidó el reino suevo, que extendió su influencia a toda la Hispania, menos a la Tarraconense, área de expansión de los visigodos. Hubo para el 441 una revuelta en Hispania de un grupo de campesinos de Galia e Hispania llamados bagaudas que lucharon fuertemente contra los germanos y los romanos. Los bagaudas se sublevaron repetidas veces entre los ss. II y V. Eran esclavos, colonos, campesinos libres pobres, a los que en ocasiones se unieron grupos bárbaros y soldados desertores. Los germanos finalmente los derrotaron. Esta lucha se dio entre el 441 y el 443, en el valle del Ebro, cuando Asturius y Merabaudes los aniquilaron. Entre el 449 y el 456 realizaron otro levantamiento al mando de Basilio y se instalaron en Galecia, pero fueron derrotados por Federico en Braga –ciudad de Portugal, al N de Oporto–. El movimiento de los bagaudas estaba dirigido especialmente contra los latifundistas, llamados possessores.

En el 453 las huestes visigodas entran de nuevo en la Península; en el 454 derrotaron a los bagaudas y en el 466 a los suevos. Los visigodos se establecieron en Mérida –Extremadura– y en Tierra de Campos –comarca tradicional de España, abarca partes de León, Valladolid y Zamora–. Avanzaron hasta la Bética y Ágila (rey visigodo, 549-555) se proclamó rey de Sevilla en el 549. Leovigildo (rey visigodo, 573-Toledo 586) emprendió una política de expansión y se apoderó del territorio de los suevos, derogó la prohibición de los matrimonios mixtos visigodos-hispanorromanos. Leovigildo fracasó en su intento de atraer a los católicos al arrianismo, que era su religión.

Del 568 al 711 en la España visigoda se produce un cambio drástico, pues de arriana pasa a católica. Leovigildo se convirtió al catolicismo poco antes de morir. Su hijo, Recaredo I († Toledo 601), viendo la importancia que en la nación tenían los católicos, y para lograr la fusión entre hispanorromanos y visigodos, atendió los consejos de san Leandro y, en el III concilio de Toledo (587), abjuró del arrianismo juntamente con su esposa y con los principales de la corte.

Recaredo I, que fue rey de los visigodos desde el 568 hasta su muerte, en 601, es decir, 33 años, fue aconsejado por su padre Leovigildo para que se convirtiera al catolicismo como medio de lograr la última fase de la unidad hispana. Con tal medida satisfizo a una mayoría hispanorromana, al mismo tiempo que se apoyaba en la Iglesia para contrarrestar el creciente poderío de la aristocracia arriana. De aquí que, obviamente, tuviera que afrontar sublevaciones arrianas que, a su vez, fueron sofocadas. Cuando en 587 Recaredo I abjuró públicamente del arrianismo, devolvió a la Iglesia católica parte de los bienes que le fueron confiscados durante la etapa del arrianismo.

Al morir Recaredo I, le sucedió en el trono su hijo bastardo Liuva II (581-603), que fue rey sólo 2 años (601-603). Liuva II fue destronado y asesinado por una sublevación arriana acaudillada por el conde Viterico. Viterico o Witerico († 610) fue rey de los visigodos entre los años 603-610, pero luego de intentar promover una restauración germanoarriana, fue eliminado por la reacción de la facción católica, polarizada en torno a Gundemaro, en el 610. El rey visigodo Gundemaro († Toledo 612) reinó entre los años 610-612, sólo dos años. Con él el catolicismo pasó a ser la religión oficial del estado.

A Gundemaro le sucedió Sisebuto († 621), quien reinó entre los años 612-621, nueve años. Su reinado se caracterizó por el auge de la cultura oficial en versión romanizante y protección por la religión católica. Era un hombre culto, versado en letras latinas, amante de las ciencias y autor de una obra hagiográfica, Vida de san Desiderio, de un poema de 60 exámetros dedicado a la influencia de los astros sobre el hombre, llamado Astronomicon y de diversas epístolas –carta misiva que se escribe a los ausentes; en estudios literarios es una composición poética en forma de carta, cuyo fin es moralizar, instruir o satirizar. En la antigüedad se desarrolló como una de las formas de la literatura didáctica. Tales son las epístolas de Epicuro o de Varrón y de los escritores cristianos. Existe la epístola en verso, creada por Horacio (Epístola a los Pisones). Fue cultivada además por Marot, Ronsard, La Fontaine, Bolieau, Voltaire, Boscán (la que intercambió con Diego Hurtado de Mendoza o la que Garcilazo dirigió a Boscán), los hermanos Argensola, Melendez Valdés (Del melancólico a Jovino), Jovellanos, Leandro F. de Moratín y Cienfuegos–. En 616 Sisebuto conminó –amenazó, intimidó– a los judíos a que, en el plazo de un año, escogieran entre la conversión al catolicismo o al extrañamiento –pena restrictiva de libertad que consiste en la expulsión de un condenado del territorio nacional por el tiempo que dura la condena–, medida que señaló al principio de una serie de leyes contra los semitas, muchos de los cuales se vieron obligados a huir al reino de los francos; todo ello fue duramente criticado por san Isidoro de Sevilla y los concilios toledanos. Se cree que este rey murió envenenado.

A Sisebuto le sucedió su hijo Recaredo II († 621), quien tan sólo estuvo un mes en el trono. A Recaredo II le sucedió el rey visigodo Suintila († 634), quien reinó entre 621-631. Este rey sometió a los vascones, a quienes les obligó a construir c. 625 la ciudad de Olite. Intentó convertir a la monarquía en una institución hereditaria, cosa que soliviantó a la nobleza y al alto clero, clases que se polarizaron en torno al duque de Septimania, Sisenando, quien derrocó a Suintila en 631 con el apoyo franco. Suintila conservó la vida merced a la confesión que realizó de sus delitos y a su renuncia a la dignidad regia. Expulsado de la Península, fue excomulgado, y excomulgados todos sus bienes patrimoniales, en el IV concilio de Toledo, en el año 633.

A Suintila le sucedió el rey visigodo Sisenando († 636). En el IV concilio de Toledo (633) –presidido por san Isidoro– el monarca logró ser reconocido como legítimo rey y a la anatematización –maldición, excomunicación; el anatema se pronunciaba ordinariamente contra los herejes que combatían los dogmas o la autoridad de la Iglesia– de Suintila. En esta asamblea se promulgaron leyes encaminadas a la teocratización del estado; se declaró al rey ungido del Señor, y por lo tanto inviolable; se instauró obligatoria la elección del monarca por parte de los magnates y de los obispos, y se renovaron e incrementaron las medidas antisemitas, que ya había creado Sisebuto en 616. Sisenando fue rey de los visigodos entre 631-636.

A la muerte de Sisenando, aparece como rey visigodo Chintila o Khintila, entre 636-639. Durante su reinado se reunieron los concilios V y VI de Toledo, en 636 y 638 respectivamente, que ratificaron los decretos del IV y se acrecentó la influencia de los eclesiásticos en el gobierno del reino.

A Chintila le sucede su hijo Tulga, quien reinó entre 639-642. Este rey fue incapaz de imponerse a la nobleza, polarizada en torno a Chindasvinto, quien le depuso, lo mandó a tonsurar y lo encerró en un monasterio en 642.

A Tulga le sucede Chindasvinto o Khindasvinto, rey de los visigodos entre 642-653. Este rey era ya casi octogenario cuando, en 642, destronó, con la ayuda de la nobleza, al joven Tulga, al que hizo tonsurar y encerrar en un monasterio. Una vez en el trono, persiguió a la misma nobleza que, creyendo encontrar en él un dócil instrumento, le había ayudado a ocupar el trono. Hizo matar a muchos nobles, redujo a sus familiares a la esclavitud y confiscó sus bienes; otros huyeron a África o al reino franco. El VII concilio de Toledo, celebrado en 646, refrendó su actuación, anatematizando con la excomunión perpetua a los que conspirasen contra el poder real. Chindasvinto promulgó numerosas leyes con las que trataba de colocar en un mismo plano a godos e hispanorromanos. En 649 asoció el trono a su hijo Recesvinto; contra esta medida se sublevó el noble Froya, apoyado por los vascones, quien llegó a poner sitio a Zaragoza antes de ser derrotado.

A Chindasvinto le sucedió su hijo Recesvinto, rey de los visigodos entre 653-672. Éste convocó al VIII concilio de Toledo (653), donde intentó conciliar el perdón real con el juramento prestado a las severas leyes dictaminadas por su padre contra los rebeldes; además en él se estableció que fueran los obispos y magnates quienes eligiesen a los reyes. Asimismo convocó los concilios IX y X de Toledo, en 655 y 656, respectivamente. La importancia de su reinado se centra en la labor legislativa; en 654 promulgó el Liber iudiciorum, inspirado en el derecho romano y en el consuetudinario gótico, y por el que se logró la unificación legislativa de la España visigoda. Su gestión política se vio empañada por el triunfo del particularismo disgregante de la nobleza sobre la unidad de la institución monárquica; las medidas tomadas contra los judíos; la aparición del progresivo declive que embargaría en el futuro a la monarquía visigoda, y la fragmentación partidista del ejército, que explicita, en parte, la rapidez con que los musulmanes conquistaron la Península.

A Recesvinto le sucedió Wamba, rey de los visigodos entre 672-680. Inició su gobierno con una campaña contra los vascones, pero la interrumpió para preparar una expedición contra Hilderico, conde de Nimes, alzado en la Septimania con la ayuda de francos y judíos. Envió contra él un ejército al mando del conde Paulo, noble de origen bizantino, quien aprovechó tal circunstancia para proclamarse rey de Narbona con el apoyo de Ranosindo, duque de la Tarraconense, de Hildiguiso y del propio Hilderico. Wamba, sin embargo, actuó rápidamente y después de someter a los vascones, ocupó Barcelona y Gerona, penetró en la Septimania y conquistó Nimes el 1 de septiembre del 673, donde Paulo se había atrincherado. Poco después, promulgó una ley obligando a todos los súbditos a prestar servicio militar cuando el rey lo requiriera; los señores debían armar a la décima parte de los siervos; en caso de incumplimiento, prescribió el destierro para los obispos y sacerdotes y la confiscación de bienes y la reducción a siervos para los seglares. Preocupado por la relajación de la disciplina eclesiástica, convocó dos concilios provinciales en 675, uno en Toledo –el XI– y otro en Braga y dispuso la reunión anual de los mismos. Hacia 675 rechazó a los musulmanes que habían penetrado en Algeciras y ocupó Ceuta. Destronado por Ervigio en octubre de 680, secundado por el metropolitano san Julián y los palatinos, se retiró al monasterio de Pampliega, en Burgos, donde murió.

A Wamba le sucedió Ervigio, rey de los visigodos entre 680-687.

A Ervigio le sucedió Égica, rey de los visigodos entre 687-702.

A Égica le sucedió su hijo Vitiza o Witiza, rey de los visigodos entre 702-710.

A la muerte de Vitiza, en 710, la aristocracia reconoce como rey de los visigodos a Akhila, hijo de Vitiza, pero otra fracción mayoritaria eligió a Rodrigo, duque de la Bética. Rodrigo fue el último rey de los visigodos, reinó entre 710-711, sólo dos años.

  1. Árabes.
    Los árabes entraron en España en el 711. La rapidez con que los árabes ocuparon a España se debió, sobre todo, a su política de pactos con respecto a la población dominada y a la quiebra definitiva del estado hispanovisigodo, carcomido por las prolongadas luchas internas. También contó con el favor pasivo, e incluso cómplice, de la población indígena, la cual se vio beneficiada por la redistribución de la propiedad territorial que significó la instauración de la umma o comunidad islámica.

Los árabes, sirios y berberiscos que invaden la Península no traen mujeres: casan con hispano-godas, toman esclavas gallegas y vascas. Entre los musulmanes quedan muchos hispano-godos, los mozárabes, conservadores del saber isidoriano: unos consiguen cierta autonomía; los más exaltados sufren persecuciones y martirio; otros se islamizan; pero todos influyen en la España mora, donde se habla romance al lado del árabe, cunden relatos épicos sobre el fin de la monarquía mora y personajes mozárabes relevantes, se cantan villancicos romances y nace un tipo de canción lírica, el zéjel, en metro y lenguaje híbridos.

La historia de la España musulmana comienza en el 711, a finales de abril, en que Tariq Ibn Ziad, a la cabeza de un ejército de 7 000 hombres, en el que dominaba la etnia bereber, de la que él forma parte, cruza el estrecho para desembarcar en la península Ibérica. Los árabes eran menos de 300 hombres, algunos sirios y la mayoría bereber. El contingente islamo-bereber hizo la travesía a bordo de la flota del conde Don Julián, un cristiano unitario, monoteísta puro, rechazador de la Trinidad, el antiguo gobernador bizantino de Ceuta, que se había puesto al servicio del gobernador musulmán de la provincia de Ifriqiya –Tunicia.

Todos estos grupos han dejado sus huellas en la actual Península, en la España que hoy conocemos, tanto étnicamente como culturalmente, en este caso especial en la lengua, en la literatura.

Tomando en cuenta toda esta variedad de grupos que han dejado sus huellas en España, la literatura española escrita se puede clasificar de la siguiente manera:

I. Clasificación de Ángel González Palencia (arabista, archivero y publicista español. Cuenca, Castilla y La Mancha, 1889-1492) y Juan Hurtado y Jiménez de la Serna (Granada 1875-Madrid 1944). Este tratamiento se puede encontrar en el libro de estos dos autores: Historia de la literatura española.

  1. Literatura hispanolatina.

A. Período pagano.
B. Período cristiano.

  1. Literatura hispanojudía.
  2. Literatura hispanoarábiga.
  3. Literatura castellana de los siglos XII y XIII.
  4. Literatura castellana del siglo XIV.
  5. Literatura castellana del siglo XV.
  6. Literatura castellana de los siglos XVI y XVII.
  7. Literatura castellana del siglo XVIII.
  8. Literatura castellana del siglo XIX.
  9. Literatura castellana del siglo XX y XXI.

II. Otra clasificación es la del crítico Ángel Valbuena Prat (Barcelona 1900-Madrid 1977). Historia de la literatura española.

  1. Época medieval (hasta el siglo XV).
  2. Los Siglos de Oro (XVI y XVII).
  3. Época moderna:

A. Criticismo (siglo XVIII).
B. Romanticismo y realismo (siglo XIX).
C. Período contemporáneo (siglo XX y XXI).

III. Esta literatura también se puede clasificar considerando otras particularidades, como son:

  1. Formación (hasta el siglo XV).
  2. Apogeo (siglos XVI y XVII).
  3. Decadencia (siglo XVIII).
  4. Romanticismo, modernismo y nuestros días.

En lo tocante a la literatura en lengua española que se ha escrito en España, creemos suficiente recordar a los alumnos que en este país se concibió la obra narrativa más importante del mundo, obra cumbre de la novelística universal: el Quijote, creada por la mente genial de Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616). Es de destacar además el llamado Siglo de Oro de la literatura española, que nos legó verdaderas muestras de elegancia y buen uso de nuestra lengua. En el Siglo de Oro de la literatura española, denominación dada a la producción literaria de España entre los siglos XVI y XVII, se destaca Felix Lope de Vega y Carpio (Madrid 1562-id. 1635), ese célebre escritor español de quien se ha dicho que "Dios rompió el molde con que lo hizo" (Sainz de Robles, 1973: 1264). Este escritor español, modelo de arte en la expresión escrita y el estilo, escribió más del triple que el autor que más haya escrito: 1500 obras, todas ellas modelos de expresión y estilo. Entre otros muchos escritores españoles se destacan, por supuesto, Miguel de Cervantes Saavedra (Alcalá de Henares 1547-Madrid 1616), el más genial de los escritores españoles y el más célebre, el más admirable, de los novelistas de la Humanidad; Benito Pérez Galdós (Las Palmas 1843-Madrid 1920), el autor más fecundo de la literatura española después de Lope de Vega, con 77 novelas, sin contar una serie de volúmenes de ensayos y artículos periodísticos. Después de Cervantes, es Galdós el más trascendental novelista de España. Otro autor célebre de lengua española en España es Camilo José Cela (Iria Flavia, Galicia 1916-Madrid 2002), el más destacado escritor español de la actualidad [...]

Si consideramos el prestigio de la expresión escrita y del estilo literario a través de los más grandes premios a la literatura, tenemos entonces que destacar que la expresión escrita en lengua española, salida de España, ha recibido 5 premios Nobel. Ellos son:

  1. 1904: José Echegaray (dramaturgo, 1832-1916).

  2. 1922: Jacinto Benavente (dramaturgo, 1866-1954).

  3. 1956: Juan Ramón Jiménez (poeta, 1881-1958).

  4. 1977: Vicente Aleixandre (poeta, 1898-1984).

  5. 1989: Camilo José Cela (1916-2002).

Si consideramos el panorama histórico de las lenguas que se han hablado y de las lenguas que aún se hablan en España y también su extensión por todo el mundo, tendríamos:

Del s. IV a.J.C. hasta la época romana aparecen:

  1. Tartesio.
  2. Ibérico e ibérico meridional.
  3. Celtibérico.
  4. Lusitano.
  5. Fenicio –y púnioo, el dialecto de los cartagineses.
  6. Griego.
  7. Númida.
  8. Vasco.
  9. Aquitano.

De la conquista romana (ss. II y I a.J.C.) hasta la conquista árabe (s. VIII).

  1. Latín.

  2. Lenguas germánicas: vándalos, suevos, visigodos.

  3. Alano.

  4. Griego.

  5. Hebreo.

  6. Vasco.

Edad media (ss. VIII-XV).

  1. Árabe.

  2. Hebreo sefardita.

  3. Lenguas romances:

A. Gallego-portugués.

B. Astur-leonés.

C. Castellano.

D. Navarro-aragonés.

E. Catalán.

F. Mozárabe. Lengua hablada por la población hispanorromana sometida al dominio islámico tras la invasión árabe de la Península en 711. La población de la península Ibérica que quedó sometida a la dominación musulmana no perdió su habla románica. Sin embargo, al quedar desvinculada de los cristianos del N se abrió una separación cada vez mayor entre sus respectivas lenguas románicas; el mozárabe conservó un carácter más arcaizante. Posteriormente, a medida que avanzó la reconquista, el habla de los reconquistadores fue desplazando el habla mozárabe. En realidad, como lengua mozárabe debe entenderse un conjunto de dialectos más o menos heterogéneos.

G. Provenzal.

H. Gascón. Dialecto de la lengua de oc –conjunto de los dialectos románicos del sur de Francia, denominados actualmente occitano–. Presenta rasgos tan característicos que algunos lingüistas lo consideran como lengua. Se habla en algunas zonas de Gascuña, parte del SO de Francia, cuyo nombre proviene del de la antigua Vasconia.

  1. Vasco.

  2. Guanche. Se llama así a lo perteneciente o relativo a un pueblo prehispánico de las islas canarias. La lengua guanche, extinta desde el s. XVI, pertenece al grupo líbibo-bereber. No era una lengua uniforme, ni por la gramática ni por el léxico. Tampoco era la lengua más antigua de las islas.

Tiempos modernos (s. XV hasta la actualidad).

  1. Gallego-Portugués.
  2. Bable y leonés. ‘Bable’ es una voz onomatopéyica que indica habla confusa y balbuciente. Es un dialecto leones hablado en Asturias. El bable es el más arcaizante de los dialectos leoneses. También se llama asturleonés, por haber correspondido su localización en épocas de mayor extensión al área del antiguo reino de León. En sentido más amplio, se llama ‘bable’ a cualquier dialecto reducido a determinados signos, usado únicamente en un área reducida y en un contexto sociocultural determinado.
  3. Castellano.
  4. Navarro-Aragonés.
  5. Catalán.
  6. Aragonés.
  7. Vasco.
  8. Caló (romaní). Es el lenguaje o dialecto propio de los gitanos.
  9. Árabe.
  10. Beréber.
  11. Francés.
  12. Inglés.
  13. Ladino o judeoespañol.
  14. Papiamento. El papiamento es una lengua criolla de los negros de las Antillas neerlandesas –Curaçao, Bonaire y Aruba–. Tiene por base el criollo afroportugués, al que se fueron superponiendo elementos españoles –especialmente antillanos– y neerlandeses. En estos lugares la lengua oficial es el neerlandés, pero el papiamento continúa siendo la lengua coloquial, incluso con manifestaciones literarias. Modernamente se observa un proceso de castellanización del papiamento, de manera tal que hoy más del 87% de su vocabulario es de origen español, y el resto está constituido por elementos neerlandeses, portugueses, africanos e ingleses.

Otro lugar de Europa donde se habla lengua española es en la Turquía europea, específicamente en las ciudades de Edirne –antigua Adrianópolis– y en la actual Istambul o Estambul –antigua Bizancio y, posteriormente, Constantinopla–, que es la principal ciudad de Turquía, en donde viven sefarditas, que hablan español [...]

En Asia, el más extenso de los continentes, con 44 millones de km2 de superficie, y el más poblado, con más de 3 000 millones de habitantes, se habla lengua española en Israel y en Filipinas.

Israel es un estado de Asia, situado en el Oriente medio, a orillas del Mediterráneo. Este estado posee unos 20 770 km2 de extensión y unos 5 millones de habitantes. Aquí en Israel viven los sefarditas magrebinos o mogrebinos, que tal vez sean más de un millón y que de ellos más de cien mil han conservado la lengua española. La variante de español que se habla en esta región es la llamada judeoespañol, ladino, gidió o giudesmo. Los sefardíes o sefarditas tienen publicaciones en el dialecto judeoespañol y también emisiones radiofónicas.

Habíamos dicho anteriormente que sefardita o sefardí es gentilicio derivado de Sefarad, término con que el profeta Abdías u Obadya –siervo de Yahvé, verso 20–, uno de los 12 profetas menores, ubicado en el período posterior al exilio, hacia el s. V a.J.C., designa un punto geográfico que hoy suele identificarse con Sardes o Sardeis, antigua ciudad de Asia Menor, ubicada en Lidia o Lydia –en griego–, situada a orillas del río Pactolos, en el centro de la llanura de Hermo, capital de los reyes lidios. Lidia estaba ubicada en una parte pequeña de la actual Turquía, a orillas del Egeo. Ahora bien, desde la Edad Media, viene aplicándosele Sefarad a España. El 31 de marzo de 1492, conquistada Granada y finalizada con ello la Reconquista, los reyes Católicos, siguiendo el ejemplo de otras naciones europeas, decretaron la expulsión de los judíos que rehusaran la conversión al catolicismo. Alrededor de 165 000 judíos abandonaron España. Todos ellos se llevaron consigo sus costumbres, su lengua, sus proverbios, la música, los romances y los cuentos; no pensaban entonces que llegarían a ser, pasados los siglos, un museo vivo de la España del siglo XV. Por regla general se integraron en las comunidades judías que ya existían, con anterioridad a su llegada, en los países de acogida y, con el tiempo, adquirieron su lengua. Por el contrario, los que se refugiaron en el norte de Marruecos y en los territorios pertenecientes al Imperio Otomano, mantuvieron su lengua española, e incluso la impusieron a las comunidades no judías, previamente establecidas, que la adoptaron como lengua de relaciones comerciales. De este modo, la lengua de los antiguos judíos españoles sobrevivió fuera de la Península, adquiriendo unos rasgos propios que la caracterizaron como un hablar específicamente judío que, más tarde, se conocería con el nombre de judeoespañol o ladino (Quilis, 1992: 20). En contraposición a Sefarad aparece Askenaz y askenazí, para denominar a los judíos de centro y Este de Europa, especialmente de Germania. Esto sucedió a partir del medievo. La palabra Askenaz aparece en el Génesis (10, 3).

¿Cuándo se supone que vinieron los judíos a América? ¿Cuándo se supone que llegaron a América estos portadores de la cultura judeoespañola? ¿A dónde fueron los judíos que salieron de España a partir de 1492? Claro está que es difícil establecer el número de emigrantes judíos que salieron de España por la "expulsión" de 1492. Decididos los reyes católicos a constituir la unidad política y religiosa de España, decretaron la "expulsión" de los judíos que no se convirtieron. El número de los judíos que salieron de España por tal motivo es impreciso, lo que es lógico. Se piensa que la cifra puede estar entre 150 000 y 200 000. Hay que destacar que después de esta primera gran salida, en un segundo movimiento, luego de 1492, continuó la emigración judía, pero en este caso de conversos, durante los siglos XVI y XVII, hacia puertos y ciudades grandes de Oriente por temor a las actuaciones de la Inquisición. Buena parte de ellos ejercía las profesiones de comerciantes, banqueros, médicos, intérpretes, etc., y algunos dieron brillante muestra de capacidad para el cultivo de la literatura o las ciencias. Se considera que de los 150 000 ó 200 000 que salieron en el primer movimiento la ubicación fue la siguiente:

• Asia: 93 000 –sobre todo en la Turquía europea y asiática, Damasco y Palestina.
• Europa: 35 000 –sobre todo en Países Bajos, Italia y Francia.
• África: 33 000 –sobre todo en Marruecos, Argelia y Egipto.
• América: 5 000 –en especial durante los años inmediatos al descubrimiento.

El escritor, traductor y sacerdote español Gonzalo de Illescas (Palencia ¿1565?-¿1633?), cuyo nombre está incluido en el Catálogo de autoridades del idioma, publicado por la Real Academia Española, dice en su libro Historia Pontificial (Barcelona, 1606) que vio en Venecia a judíos del Oriente que "llevaron de acá nuestra lengua y todavía la guardan y usan de la buena gana, y es cierto que en las ciudades de Salónica, Constantinopla, Alexandría y El Cairo y en otras ciudades de contratación y en Venecia, ni compran ni negocian en otra lengua sino en español; y yo conocí en Venecia a hartos judíos de Salónica que hablaban castellano, con ser bien mozos tan bien o mejor que yo".

Para la década de los 70 tenemos ya algunas cifras más exactas acerca de los judíos en el mundo. Para estos años se consideraba la existencia de unos 2 000 000 judíos en todo el Mundo. De ellos hablaban gidio o ladino unos 900 000. Veamos algunos detalles:

• Inglaterra: de 450 000 judíos, 1 000 eran sefarditas.
• Francia: de 300 000 judíos, unos 60 000 eran sefarditas.
• Rumania: de 220 000 judíos, unos 55 000 eran sefarditas.
• Grecia: 75 000 sefarditas. Tras la barbarie quedaron unos 8 000 en Salónica, Atenas y Volo.
• Yugoslavia: Tenía para 1939 unos 75 000 judíos, reducidos ya para 1947 a unos 11 000. Los núcleos importantes de sefarditas eran Servia y Bosnia.
• Bulgaria: unos 30 000 judíos.
• Italia: unos 10 000 sefarditas, en Livorno o Liorna.
• Ceuta y Melilla: unos 5 000 sefarditas.
• Para los años 70, y seguramente en la actualidad, es América el hogar más denso del judaísmo mundial: 6 000 000. Destacan agrupaciones sefardíes en Kingston, Nueva York y Filadelfia.

En lo tocante a la presencia judía en México, debemos destacar que éstos radican en este país, ya como grupos migrantes reconocidos –recordemos que la presencia de judíos y árabes en América aparece en los mismos momentos de la Conquista, es decir 1492. Los judíos y árabes vinieron con Cristóbal Colón en las dos carabelas: La Pinta y La Niña, y en la nao Santa María. E inclusive, una de las teorías acerca del origen (todavía incierto) de Cristóbal Colón, la del escritor gallego Salvador de Madariaga y Rojo, plantea que Colón era judío sefardí o sefardita – desde hace más o menos un siglo; es decir, los judíos llegaron “en grupos reconocidos” a México a principios del siglo XX. En México la comunidad judía suma hoy en día cerca de 60 mil integrantes, que constituyen el 0.081% del total nacional, de acuerdo al censo poblacional de 1990. A pesar de su reducido número, tienen notoria presencia en las actividades comerciales, financieras, culturales e incluso políticas del país.

De la diáspora, sólo 5 de cada 10 judíos viven en América Latina; es decir, son unos 600 mil judíos en la región: 40% en Argentina –seguramente, luego de los grandes problemas políticos, económicos y sociales de este país en este siglo XXI, la emigración de los argentinos judíos a otras áreas, en especial a México, haya aumentado considerablemente–, 25% en Brasil, 30% entre México, Uruguay, Chile, Venezuela y Colombia, el otro 5% en otros países del área. El mayor número de la población judía con edad superior a 5 años radica en el Distrito Federal. Aquí, en el DF, son casi 25 000 integrantes. Una década antes era mayor, era de 43 mil. La cuestión radica en que un gran número se mudó a provincia, especialmente al Estado de México, donde hace unos años existían 14 mil miembros de la comunidad. En Guadalajara viven unos 2 mil 500; en Monterrey unos 2 mil 500 y más de 1000 en Tijuana. Los primeros inmigrantes llegaron a México procedentes de Siria, Turquía y Europa oriental cuando apenas iniciaba el siglo, debido a que huían de las condiciones de marginación social y persecución racial. Fue a fines de los años 30 (1938), durante el gobierno del presidente Lázaro Cárdenas, cuando se constituyó una entidad coordinadora y centralizadora de los judíos en el país: el Comité Central Israelita de México. En cuanto a la organización judía en México, podemos decir que su consejo consultivo está formado por 19 delegados de las diversas vertientes que integran la colectividad, 3 por cada una de ellas y que se diferencian de la siguiente forma:

• Comunidad Maguén David. Formada por descendientes de inmigrantes de Alepo, Siria: unas 2 000 500 familias.
• Comunidad Ashkenazi. Integrada por descendientes de inmigrantes provenientes de diversas regiones de Europa: unas 2 000 familias.
• Comunidad de Beneficencia Alianza Monte Sinaí. Descendientes de Damasco, Siria: unas 1 800 familias.
• Congregación Bet-El. Descendientes de otro origen: unas 1 207 familias.
• Comunidad Sefaradí. Descendientes e inmigrantes de España, Grecia y Turquía: unas 1000 familias.
• Beth Israel Community Center. Personas de habla inglesa: unas 110 familias.
• Centro Deportivo Israelita. Miembros de todos los sectores.

En Canadá, para los años 70, vivían unos 500 sefarditas. En la actualidad deben ser mucho más, especialmente luego de los grandes conflictos en la actual Argentina.

Asia presenta los focos sefardíes de mayor interés humano, lingüístico y folklórico. El más notable es Israel. Israel tiene una población de unos 5 000 000 habitantes. De ellos, cerca de 1 000 000 son de origen sefardí y unos 275 000 son hispanoparlantes. Turquía tenía para los años 60 la más numerosa población sefardí de Oriente: 85 000 personas. Para los 70 tenía unos 55 000, por la emigración hacia Israel y América.

África poseía para los años 70 unos 700 000 judíos. Su ubicación era en este tiempo aproximadamente la siguiente:

• Marruecos: 250 000 ó 200 000 hebreos. De ellos 150 000 sefarditas.
• Argelia: 100 000 judíos. Predominan los sefarditas.
• Túnez: 50 000 judíos. Predominan los sefarditas.
• Egipto: Unos 30 000 sefarditas.
• Libia: 25 000 judíos. Predominan los sefarditas.
• Cirenaica. Esta es una región oriental de Libia. Aquí vivían para estos años unos miles de sefarditas en precarias condiciones culturales y económicas.

En la América hispano-portuguesa, que tenía para este entonces unos 600 000 judíos, agrupaba unos 100 000 ó 120 000 sefarditas.

En Filipinas, que es un estado insular del Sureste asiático con unos 300 000 km2 de extensión, repartidos entre 7083 islas e islotes y unos 56 millones de habitantes, donde el idioma oficial es el tagalo, también se habla español por una minoría. Las investigaciones lingüísticas arrojaban para el 1967 en este país más de 300 dialectos agrupados provisionalmente en 70 grupos lingüísticos diferentes. Esta situación fue muy pronto acusada por los misiones: el padre Colín decía que casi cada río tiene una lengua diferente, que "las gentes de lugares poco distantes no se entienden los unos con los otros" y que "En algunas partes observamos que en la boca de un río se habla una lengua, y en el naçimiento dél otra. Cosa que es de grande estoruo para la conuersión y enseñança de estas gentes. Juan de Maldonado, en una carta del 6 de mayo de 1572, comenta sobre la isla de Luzón: "En esta isla ai muchas probinçias y en cada una dellas ay diferentes lenguas y costumbres." La diferencia principal entre la Conquista de Filipinas y la de América está dada por: 1. A Filipinas habían llegado ya, antes que los españoles, pueblos extranjeros y 2. La amalgama de razas y también de culturas. Los distintos pueblos que integraban el continente americano no tenían relación con otro mundo exterior a él: sólo mantenían contacto con sus vecinos, más o menos próximos, de culturas semejantes; por el contrario, los filipinos conocían desde hacía mucho tiempo a moros, chinos, japoneses, y a los portugueses, que ya habían merodeado también por aquellas islas. A la llegada de los españoles, los tres principales grupos humanos existentes en Filipinas eran los malayos, los negritos y los indonesios, que ya fueron descritos muy certeramente por el mencionado padre Colín. A ellos, hay que añadir los chinos, que comerciaban en aquella zona desde el siglo VII, estableciéndose en las islas a la llegada de los españoles. Los "moros" eran los musulmanes establecidos en Mindanao, en Mindoro, en el archipiélago de Sulu y en el sur de Luzón, más de un siglo antes de la llegada de los españoles; éstos les dieron el nombre de moros, por analogía con los musulmanes de España, y es interesante ver, según dice la historiadora mexicana Antonia P. Gerhard, “cómo la lucha que los españoles habían llevado a cabo durante ocho siglos en España contra los musulmanes viene a continuarse en el archipiélago por el afán de imponer el cristianismo.”

La misma historiadora y Blumentritt comentan que los musulmanes habían dominado y hecho esclavos a los indígenas en esas zonas. Según el historiador alemán, cuando llegaron los españoles a Filipinas “el archipiélago estaba todo sujeto al sultán de Borneo, al de Joló o a multitud de jefes mahometanos; y donde no, pagaban los indígenas horrible tributo de esclavos, que iban por miles a pescar las perlas o a labrar los campos de los pueblos ya mahometanos del mar Célebes [...]

En África se habla lengua española en Guinea Ecuatorial –antigua Guinea Española–, estado de África occidental, en el Golfo de Guinea, con 28 051 km2 y 350 000 habitantes [...]

Hemos dado estos datos acerca de África debido a que el negro, el africano, el hombre que vino de África, constituye la tercera raíz de América, de toda la América, un poco más o un poco menos en ésta o aquella área. El "hombre de ébano" es, también, la tercera raíz de los mexicanos. Los aportes culturales de los negros a América han sido muchos, desde todos los puntos de vista. Durante el periodo temprano de la trata, México fue uno de los mejores mercados existentes en el Nuevo Mundo. Todo parece indicar que la Corona –España– promovía preferentemente la entrada a América de negros cristianos antes que la de judíos, moros, nuevos convertidos..., desde el principio de la Conquista, en 1501. No obstante, parece que esa presencia negra le creó grandes dolores de cabeza a los conquistadores dado que "... se huían, juntábanse con los indios y enseñábanle malas costumbres: ¡probablemente costumbres no cristianas!" Al principio se introducían negros cristianizados, pero después... Ya para el 1518 la cosa cambió y empezaron a traer a los negros directamente de las costas de África, y sin cristianizar, a las Antillas; pero con la condición de que una vez en el Nuevo Mundo "tornarían cristianos a los dichos negros y negras que desembarcaren." Las licencias –unas 4000 al principio– para introducir negros en América se le vendieron a "personas ilustres" –genoveses residentes en Sevilla, alemanes cortesanos–. Ya podemos imaginar qué no paso aquí.

¿Cómo entraron los negros a México? Los primeros entraron con Cortés. También trajeron negros a este país Juan Núñez Sedeño, Francisco de Montejo, Pedro de Alvarado, Francisco de Ibarra y Pánfilo de Narváez, que era dueño del que "desembarcó con viruelas y las introdujo en el país" (?).

¿De dónde eran traídos estos negros? Gran número de ellos lo fueron de las Antillas y pasaron con sus amos que buscaban, en Tierra Firme, campo más propio a sus ansias de rápido enriquecimiento. Otros llegaron a México conducidos directamente del Viejo Mundo, de Cabo Verde, de Guinea... Para 1537 la cantidad de negros en México era tal, que se produjo una matanza de la que nos da fe Aguirre Beltrán: "En 1537 ocurrió en la ciudad de México la primera matanza de esclavos provocada por la pusilanimidad de los pobladores que, asustados por la actitud rebelde y la cuantía de los africanos, descuartizaron a unas cuantas docenas que supusieron pensaban alzarse con la tierra." Sevilla y Lisboa eran los centros de las transacciones negreras. Eran tantos los negros en Lisboa para esta fecha que en cierto momento un viajero expresó: "Los esclavos pululan por todas partes; estoy tentado a creer que en Lisboa son más numerosos que los portugueses de condición libre." Parece ser que no sólo los comerciantes de negros de Sevilla se dedicaban a este tipo de mercado, en vista de que "la población entera del puerto andaluz [...] se había convertido en un pueblo de mercaderes de esclavos." En México, como en otras áreas de América, el negro se mestizó con el indio y el blanco. Una muestra de ello son las complicadas clasificaciones de los taxonomistas mexicanos de principios del s. XIX para reflejar las mezclas, lo que, afortunadamente, parece que nunca fue llevado a la práctica. Algunas de estas clasificaciones se conservan en los museos del mundo. En México se pueden observar algunas muestras en el Castillo de Chapultepec. Respecto de los datos censales, preferimos que ustedes consulten el capítulo XI del texto La población negra de México, de Aguirre Beltrán, intitulado "Supuestos y números", que aparece en los anexos [...]

La lengua española se deriva directamente del latín vulgar o bajo latín, que fue una corrupción o cambio del latín alto o literario, fenómeno que se produjo al entrar en contacto este último –el latín alto– con el trato y la conversación vulgar en los pueblos conquistados por Roma. Debido a que el español es una lengua derivada del latín, se dice con frecuencia que la lengua española, de la misma manera que las otras lenguas neolatinas o romances, son dialectos del latín. Recordemos que una lengua se define por sus características diferenciadoras y, entonces, a las distintas variantes que adopta localmente se les denomina dialectos, de los cuales uno de ellos, por razones políticas, históricas o culturales, a menudo se impone para servir como base de la lengua cultivada y literaria. Si consideramos la perspectiva histórica, se entenderá perfectamente que dialecto es toda lengua con respecto a aquélla de la cual procede y, entonces, podrá decirse sin confusión alguna que las lenguas romances son dialectos del latín, las lenguas eslavas son dialectos del eslávico, las lenguas germánicas son dialectos del germánico, etc. Esto mismo podría plantearse con respecto a las familias lingüísticas mexicanas. Y es de tal manera que fueron apareciendo en la península Ibérica las lenguas y dialectos que conformarían los dominios lingüísticos hispánicos actuales [...]

¿Cuáles son los primeros escritos en lengua española? ¿Cuándo se escribió por primera vez en lengua española?

Recordemos que el romance –o lengua románica– era la lengua vulgar hablada en los países de la Romania –conjunto de países de lengua latina y de cultura romana, posteriormente románica, resultante del desmembramiento del imperio romano–, cuando ya se había diferenciado hasta tal punto del latín que se sentía como una lengua distinta del mismo. El romance primitivo de los estados cristianos españoles nos es conocido gracias a documentos notariales que, si bien pretenden emplear el latín, insertan por descuido, ignorancia o necesidad de hacerse entender, formas, voces o construcciones en lengua vulgar. A veces el revestimiento latino es muy ligero, y los textos resultan doblemente valiosos (Lapesa, 1991: 161-162, Cano, 1992: 12-15). Ahora bien, el romance aparece empleado con plena conciencia en las glosas. Por eso decimos que las glosas han sido los primeros escritos en español. Los primeros textos no literarios del español son esas glosas. Las glosas son anotaciones, generalmente muy concisas, que llevan algunos manuscritos encima de las palabras a que se refieren, enfrente o al margen. Algunas veces las glosas se han refundido con el texto, del que resulta difícil separarlas. Los primeros textos escritos en lengua española fueron glosas, las Glosas silenses –Burgos, monasterio de Santo Domingo de Silos– y las Glosas emilianenses –Rioja, monasterio de San Millán de la Cogolla–. Ambas datan del siglo X o comienzos del s. XI (Lapesa, 1991: 162). Existen otros estudios acerca de las glosas que hacen que se consideren otros criterios para ubicar el nacimiento del español. Tal es el caso del estudio realizado por el paleógrafo español José Manuel Ruiz Asensio. Según este autor, el posible origen del español está en la Vascongada –región geográfica e histórica del norte de España, que constituye una comunidad autónoma; 7 254 km2 y unos 2 134 967 habitantes; comprende las provincias de Álava, Guipúzcoa y Viscaya– y no en Castilla y León –Burgos–. Especialmente en la provincia de Álava, al norte de España, y la fecha es de más de 1000 años. Hasta ahora ese origen hacía referencia a los códices de Santo Domingo de Silos –Burgos– y San Millán de la Cogolla –Rioja–, donde aparecen las primeras glosas anotadas en castellano. Este autor se ha basado en los comentarios en vascuence que tienen los llamados códices silense y emilianense. Él opina que tuvo que haber otro manuscrito anterior a ellos. Ruiz Asensio, reconocida personalidad en el mundo de la paleografía, ha realizado un minucioso análisis de los textos de las glosas de Silos y San Millán en una reciente edición crítica en facsímil publicada por el Ayuntamiento de Burgos. Lo más destacado de sus estudios fue el descubrimiento de numerosas coincidencias en las glosas de los dos manuscritos, singulares joyas histórico-literarias en la formación de uno de los idiomas más hablados en el mundo. Tanto las glosas emilianenses como las silenses están en dialecto navarro-aragonés –también llamado aragonés y fabla, dialecto del castellano hablado en Aragón y gran parte del sur de Navarra–. Estas glosas son anotaciones a unas homilías y un penitencial latinos. Los monjes que los consultaban apuntaron al margen la traducción de palabras y frases cuyo significado no les era conocido.

En cuanto a la relevancia de la lengua española, debemos destacar que ésta es la lengua romance de mayor difusión a nivel mundial, pues alcanza más del doble del francés y el italiano por separado, y aun supera bastante a las dos juntas, y que es, de todas las lenguas habladas en España y América, en la que mayor número de monumentos literarios se han registrado [...]

V. El español de América: áreas dialectales y lenguas en contacto.

¿Por qué se habla de un español de España y un español de América? La cuestión radica en que el español de España, tomando en consideración el español hablado en Castilla, y especialmente el de Madrid, y el recogido por los otros dialectos, posee ciertas características distintivas que no se registran en el español de América, y, a su vez, el español de América posee ciertas características no registradas en la Península. Ante todo, estas características están dadas por la influencia de las lenguas autóctonas amerindias.

La implantación del español en el Nuevo Mundo, en el Nuevo Continente, en América, no fue fácil. Eran muchas y muy diversas las lenguas indígenas que proliferaban, y sus hablantes se resistían a abandonarlas. Aún se conservan con mayor o menor arraigo algunas de ellas como el náhuatl y el maya en México; el araucano en Chile; el guaraní –lengua cooficial con el español– en Paraguay; el quechua en Perú, Bolivia, Argentina, Ecuador... Por otro lado, los misioneros se oponían a una imposición por la fuerza de la lengua española. Fue en el siglo XVIII que Carlos III ordenó la suspensión de todos los idiomas indígenas y la implantación obligatoria del español. Aún así no se consiguió la hispanización deseada. Y entonces, con la independencia de los diversos países hispanoamericanos es que se consigue la auténtica hispanización lingüística, aunque parezca paradójico [...]

La lengua española hablada en América se puede clasificar en cinco (5) grandes zonas dialectales, división que realizó el insigne lingüista y crítico literario dominicano Pedro Henríquez Hureña (Santo Domingo 1884-Argentina 1946).

  1. México y el suroeste de Estados Unidos.
  2. Centroamérica.
  3. El Caribe.
  4. Los Andes.
  5. El Cono Sur [...]

Pero, recordemos siempre, que el español es uno, es nuestra lengua, se trate de España o de América, de Iberoamérica o de Estados Unidos, de África o de Asia, y que las divergencias son sólo pequeñas ondas en la superficie de un océano inmenso de comunicación. Estamos en la obligación, como personas cultas, como comunicólogos, como individuos llamados a formar a las grandes masas, de leer no solamente lo que resulta de la producción escrita de nuestro país, sino de leer, de consultar, de conocer, aquellas obras trascendentales que salen de las manos de nuestros destacados escritores y periodistas de lengua española, tanto de México, como de los otros países de América y de España. Por tal motivo, como punto de partida en lo concerniente a la cultura en la expresión escrita, recomendamos consultar a los autores reconocidos de ambas partes del área hispanohablante: de España y de América, en cualquiera de los géneros de preferencia [...]

[...] en el caso del idioma español hablado y escrito en Cuba, y en la literatura cubana, ya sea ésta artística, periodística o científico-técnica, aparecen el cubanismo o los cubanismos (véase, por ejemplo: Diccionario provincial de voces cubanas y Diccionario provincial casi razonado de voces cubanas, de Esteban Pichardo; Léxico cubano, de Juan M. Dihígo; Catauro de cubanismos, de Fernando Ortiz Fernández; Diccionario del español de Cuba: español de Cuba-español de España, de Gunther Haensch y Reinhold Werner; Diccionario botánico de nombres vulgares cubanos, de Juan Tomás Roig y Mesa; Un guacalito de cubanismos, de Juan Marinello Vidaurreta; El habla popular cubana de hoy, de Argelio Santiesteban; De lo popular y lo vulgar en el habla cubana, de Carlos Paz Pérez), que son aquellas palabras o lexías o unidades léxicas o giros o estilos lingüísticos o significados particulares o realias (Realia. En Filología, lingüística, culturología, traducción, interpretación e imagología.) o culturemas o puntos ricos propios del país de Cuba y de los cubanos, en su historia y actualidad, tanto de los cubanos residentes dentro de Cuba como de los cubanos residentes fuera de Cuba, sobre todo en Estados Unidos de Norteamérica, tanto al nivel de la lengua hablada como al nivel de la lengua escrita y la literatura cubana, y que constituyen o pueden constituir un problema de entendimiento y comunicación tanto al nivel de todos los hablantes y lectores de lengua española como al nivel de los mismos usuarios del español cubano, debido a que dentro de la misma Cuba aparecen estos cubanismos como variedad lingüística en absolutamente todas las provincias y regiones del país, en los geolectos cubanos, y también en los diferentes grupos de usuarios lingüísticos en los diversos estratos culturales y grupos sociales, es decir los sociolectos [...] además, en el dialecto del español de Cuba aparecen otras muchas influencias de otras lenguas, como el inglés, el francés y el ruso [...] en el caso de la influencia de la lengua rusa en Cuba ( http://cat.inist.fr/?aModele=afficheN&cpsidt=6848367 ), creemos necesario destacar lo concerniente a los “rusismos” y a los “sovietismos”:

RUSISMO.

En lingüística, filología, traductología, imagología, terminología y, en general, en ciencias sociales y humanísticas, se llama “rusismo” a las palabras, combinaciones de palabras, préstamos o adopciones de significado y términos que han salido de Rusia y de la lengua rusa y que han pasado a otros idiomas en calidad de “préstamo” o “adopción”, como son, por ejemplo: kvas, versta, archín, pud, rublo, kopek, caftán, samovar, troika, balalaika, decembrista, narodnik, nihilista e inteligentsya, etc.

SOVIETISMO.

En lingüística, filología, traductología, imagología, terminología y, en general, en ciencias sociales y humanísticas se llama “sovietismo” a las palabras, combinaciones de palabras, préstamos o adopciones de significado y términos que han salido de la Unión Soviética, y que han pasado a otros idiomas en calidad de “préstamo” o “adopción”. Veamos algunos detalles:

Analicemos, por ejemplo, la palabra capital. En algunas obras tempranas de V.I. Lenin se observa el proceso de formación y desarrollo de la terminología marxista rusa. Así, a la palabra capital, que utilizara Nikolai Gavrílovich Chernichevski (filósofo materialista y líder del movimiento democrático revolucionario en Rusia en los años 60 del pasado siglo) en calidad de termino político-económico con la significación de forma de relaciones sociales, V. I. Lenin le da una interpretación más rigurosa: determinada relación socio-productiva entre los hombres, lo que brotara del concepto de Carlos Marx acerca de esta categoría económica. La significación del concepto capital, fijado ya como término, caracteriza no a la cosa, no al trabajo acumulado, sino a una determinada relación productiva entre los hombres, que se establece entonces cuando los medios de producción se encuentran en propiedad de un determinado grupo de hombres. V. I. Lenin, posteriormente, emplea las combinaciones de palabras o términos compuestos siguientes: “periemiénnyi kapitál”–capital variable, “postoyánnyi kapitál”–capital constante, “torgóbyi kapitál”–capital comercial, etc.

En el trabajo ¿Quiénes son los “amigos del pueblo” y cómo luchan contra los socialdemócratas? V. I. Lenin utiliza el término de la economía política marxista proizvódstviennyie otnoshéniya–relaciones de producción, que fuera traducido por Mijail A. Bakunin (revolucionario y publicista ruso, 1814-1876) por condiciones de producción a partir del alemán “Produktionsverhältnisse”, es decir, no las relaciones entre los hombres en el proceso social de producción, sino todo aquello que de alguna manera se relaciona con ello. Jorge Valentínovich Plejánov (1856-1918) también intentó traducir este término en la lengua rusa, buscando para expresar este concepto tales combinaciones de palabras que no se avenían a lo denotado por el término. Finalmente, V. I. Lenin informó el término compuesto que surgió en la lengua rusa a fines del siglo XIX con al adjetivo proizvódstviennyi–de producción, y así apareció el que conocemos hoy como “proizvódstviennyie otnoshiéniya”–relaciones de producción.

En los trabajos El contenido económico de los populistas y El desarrollo del capitalismo en Rusia17 dio V. I. Lenin un equivalente preciso para el término alemán que daba Carlos Marx. Este término era Produktionsweise y él dio el equivalente “sposob proizvódstva”, lo que llegó a nosotros como “modo de producción”.

De los trabajos de V. I. Lenin salió el término formátsiya–formación, con sus adjetivos calificativos “obschiéstviennaya” y “kapitalistíchieskaya”, que fueron volcados al español como “social” y “capitalista” respectivamente, es decir, el tipo de organización de la sociedad humana, determinado por el modo de producción, por el sistema de relaciones de producción y el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas. De la misma manera, apareció el término “konkuriéntsiya”–competencia. En los años 40 del siglo XIX, la palabra “competencia” se empleaba en Rusia, al igual que en muchos otros países, como sinónimo de “rivalidad”, de “emulación”. Fue entonces cuando V. I. Lenin definió en términos marxistas este concepto:

“Cada uno producía en forma particular, aisladamente, independientemente de los otros productores, para el mercado, cuya capacidad, se sobreentiende, no conocía ninguno de ellos. Esta relación de productores aislados, que trabajan para un mercado común, se denomina competencia.”

Con una nueva significación V. I. Lenin utilizó el término “ekspluatátsiya”- explotación, cuyo significado expresó así: “… y la explotación del trabajo asalariado (hablando en términos generales, la apropiación por individuos particulares del producto del trabajo social, organizado por la economía de mercado: esta es la esencia del capitalismo)…

Fue el guía de los soviéticos el que dio por primera vez una definición de clase:

“Las clases son grandes grupos de personas que se diferencian unas de otras por el lugar que ocupan en un sistema de producción social históricamente determinado, por las relaciones en que se hallan con respecto a los medios de producción (relaciones que, en gran parte, son establecidas y fijadas por las leyes), por su papel en la organización social del trabajo y, en consecuencia, por el modo y proporción en que obtienen la parte de la riqueza social de que disponen. Las clases son grupos humanos, uno de los cuales puede apropiarse el trabajo del otro en virtud de los diferentes lugares que uno u otro ocupen en un determinado régimen de economía social.”

V. I. Lenin emplea con frecuencia diferentes lexías con la palabra “clase”, lo que ha sido legado a nuestro léxico especializado y también, por qué no, al general: “klassovóye gospódstvo”–régimen clasita, “klassovóye soznaniye”–conciencia de clase, etc.

El relevante papel de V. I. Lenin en el desarrollo de la terminología socio-política se observa no sólo por el hecho de que fuera él quien utilizara por vez primera muchos términos, o en caso contrario precisara su significación, sino también “porque fue su más ardiente propagandista”. De esa manera, fue él quien destacó muchas palabras y combinaciones nuevas: “diktatúra prolietariáta”–dictadura del proletariado, “sotsial-diemokrát”–social demócrata, “bolshievík”–bolchevique. Estas son estructuras adoptadas por el léxico de nuestro país [Cuba] con su revestimiento particular. Una investigación de este tipo, por supuesto, no puede abarcar la historia de cientos de términos recogidos en tanto material bibliográfico y político. Pensamos que hasta aquí ha quedado claro el proceso de formación de algunas palabras, combinaciones o ampliaciones semánticas salidas del suelo ruso con su singular matiz y registradas en la norma lexical cubana [y de muchos otros pueblos del mundo] [...]

Justamente por todo esto es que los comunicadores, periodistas, reporteros, editores, blogueros, docentes, guionistas, adaptadores, artistas, directores de televisión y cine, especialistas en creación de versiones, bibliotecarios, cuerpos diplomáticos, funcionarios gubernamentales, traductores, intérpretes, exégetas, filólogos, imagólogos, culturólogos, voceros, agentes aduanales y del orden, personal del área de ventas y mercadotecnia, trabajadores de empresas globalizadas y transnacionales, personal del área de turismo, de la gastronomía, de la hotelería, etc., deben tener cuidado en sus exposiciones, comentarios y reformulaciones (reformulación), y, de ser posible, en situaciones de duda a la hora de decodificar, de entender, la literatura cubana, de la misma manera que el español de Cuba y el español cubano de Florida, emplear un diccionario de cubanismos, que son muchos y variados, en dependencia de la región cubana, o el exilio, y del tiempo en donde se ha producido el discurso hablado o el discurso escrito [...]

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1987

First Sentence

"Hablar de la expresión de los pueblos a través de la lengua implica considerar dos partes: 1. Expresión oral. 2. Expresión escrita. Todos sabemos que lo primero que se produjo fue la expresión oral, y la expresión oral entonces nos lleva al análisis de una serie de signos convencionales y de gestos convencionales –que se han tomado por consenso de la comunidad– que sirven como vehículo para la información en esferas muy variadas de la vida de los humanos. Estos signos convencionales, empleados en la expresión oral de los pueblos, se han reflejado también en la expresión escrita gracias a los sistemas de escritura, de tal manera que con ellos –con los signos– se ha creado la materia prima para formar la llamada literatura escrita de los pueblos. Mediante la expresión oral muchos pueblos han tenido –e incluso tienen hoy– su literatura oral, que es un tipo de expresión oral especial, diferente a la expresión oral cotidiana. La expresión oral que refleja la llamada literatura oral busca como objetivo guardar toda la sabiduría, la tradición, las leyes, etc., de los hombres que no conocen la escritura por una u otra razón. Cuando vamos a hablar de expresión oral y de expresión escrita en lengua española, queda claro que debemos conocer de dónde salió nuestra lengua materna, cómo se formó, cuáles fueron sus etapas principales de formación, cuáles son los grupos sociales que la hablan, la escriben y que han marcado decididamente su desarrollo sociolingüístico, geolingüístico, literario y científico y técnico, en qué regiones se habla y se escribe como lengua nacional y como lengua de comunicación, lengua de trabajo, etc., por cuanto esto nos dará una idea bastante acertada del comportamiento de nuestra lengua en el plano oral y en el plano escrito, ya sea en un análisis histórico o en un análisis de su estado actual, y también tendremos así la idea de cuál es en realidad la situación de la comunidad hispanoparlante nativa y no nativa en estos momentos de la “nueva globalización”. Es por esto que aquí consideraremos algunos aspectos relevantes del idioma español."

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"Hablar de la expresión de los pueblos a través de la lengua implica considerar dos partes: 1. Expresión oral. 2. Expresión escrita. Todos sabemos que lo primero que se produjo fue la expresión oral, y la expresión oral entonces nos lleva al análisis de una serie de signos convencionales y de gestos convencionales –que se han tomado por consenso de la comunidad– que sirven como vehículo para la información en esferas muy variadas de la vida de los humanos. Estos signos convencionales, empleados en la expresión oral de los pueblos, se han reflejado también en la expresión escrita gracias a los sistemas de escritura, de tal manera que con ellos –con los signos– se ha creado la materia prima para formar la llamada literatura escrita de los pueblos. Mediante la expresión oral muchos pueblos han tenido –e incluso tienen hoy– su literatura oral, que es un tipo de expresión oral especial, diferente a la expresión oral cotidiana. La expresión oral que refleja la llamada literatura oral busca como objetivo guardar toda la sabiduría, la tradición, las leyes, etc., de los hombres que no conocen la escritura por una u otra razón. Cuando vamos a hablar de expresión oral y de expresión escrita en lengua española, queda claro que debemos conocer de dónde salió nuestra lengua materna, cómo se formó, cuáles fueron sus etapas principales de formación, cuáles son los grupos sociales que la hablan, la escriben y que han marcado decididamente su desarrollo sociolingüístico, geolingüístico, literario y científico y técnico, en qué regiones se habla y se escribe como lengua nacional y como lengua de comunicación, lengua de trabajo, etc., por cuanto esto nos dará una idea bastante acertada del comportamiento de nuestra lengua en el plano oral y en el plano escrito, ya sea en un análisis histórico o en un análisis de su estado actual, y también tendremos así la idea de cuál es en realidad la situación de la comunidad hispanoparlante nativa y no nativa en estos momentos de la “nueva globalización”. Es por esto que aquí consideraremos algunos aspectos relevantes del idioma español."

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